lunes, 6 de agosto de 2018

Eren (Dave Malto)


Quizá su destino siempre fue el abandono, mismo que no llegaría antes de cumplir su misión,
y aunque abandonado, no así en el olvido porque considerando que el olvido es la muerte, él
sigue vivo más que muchos otros...

Quiero hablar sobre Eren, que más que un amigo pasajero, fue un verdadero ángel guardián
que seguramente limpió mi casa y mi vida los días que estuvo conmigo. Cuando lo encontré,
entre la espesura de la noche y el color azabache de su pelo, no podía distinguirlo, atendí a
sus gritos guiado sólo por su trémula y niña voz desesperada.

Tengo que reconocer que su llamado me incitó a sentirme héroe y me propuse no descansar
hasta que lo tuviera entre mis brazos, hasta que me encontrara con sus ojos, unos
maravillosos y cristalinos ojos como entre grises y azules, cargados de una inocencia sin
igual que parecían gritarme que me apurara, que ya llevaba tiempo esperándome.

Lo tuve de frente, al principio sin percibirlo, pero su incesante chillar lo impulsó hacia
adelante para hacerse apenas reconocible, lo escuchaba muy cerca pero no lograba verlo,
una vez que hube ubicado sus ojos, poco a poco mi visión se aclaró para reconocer todo su
cuerpecito, pequeñísimo y frágil, reuniendo esa su actitud de reclamo contra mí.

Pero entonces, tengo que decir también, que fue un momento mágico, me enternecí de tal
manera al ver a semejante niño, flaquísimo, temblorino, hambriento, necesitado; que no
pude sino querer abrazarlo, aunque de momento tomé mis precauciones, porque ante mi
actitud por agarrarlo no quería que saliera corriendo y se alejara a los adentros de aquel
basurero, inmenso comparado con su pequeñez, sin embargo, acerqué mi mano y no corrió,
lo pude tomar por el cuello para asirlo con seguridad y traerlo a mi pecho, su olor a basura y
podredumbre me hizo reaccionar con un gesto de desprecio, mas no por él, sino por pensar
en quién pudo abandonarlo en un basurero, no podía creer que alguien pudo tener esa lesa
actitud ante una vida y ser capaz de abandonar a un ser indefenso a esa situación donde su
único destino sería la muerte segura.

Una vez en casa, busqué cómo alimentarlo puesto que parecía su necesidad más próxima,
luego pensé que era muy noche para darle un baño y decidí, a pesar del olor, dejarlo así hasta
el día siguiente e incluso durmió a mi lado en la cama, después de comer durmió con tal
calma que parecía estar junto a su madre, al día siguiente pensé lo que ahora me pesa, pero
ante lo cual no tenía opciones. Yo no podía mantenerlo, no podía ofrecerle absolutamente
nada, así que comencé a buscarle una familia que quisiera adoptarlo.

Ese segundo abandono, ahora de mi parte, fue menos cruel que el primero, puesto que no lo
abandoné a la muerte sino con una familia, una que no supo cuidarle y que tampoco supo
educarlo, una familia que lo encerraba, que lo desatendía, que lo formó con un carácter
agresivo, un tanto temeroso, aunque lo alimentaron y le dieron un cariño, no así, evitaron el
abandono que representó su descuido, ése es al que yo lo llevé; aunque justifico mi acción
por mi falta de tiempo y de recursos económicos, no puedo sino lamentarlo, ahora que supe
su final destino.

Después de un tiempo de calma con su nueva familia y con otro nombre, al que se
acostumbró, mi Eren, porque para mí siempre se llamará Eren, resultó quedar contento
puesto que creció con una hermana, una que no era de su sangre pero si de su edad y con sus
mismas circunstancias, las de ser abandonados a su suerte.

No recrimino a su nueva familia, la desatención y mala educación, total, ellos lo recibieron sin
tener la menor idea de cómo cuidarlo, nunca antes habían atendido a alguien con esas
características y debo reconocer que fue loable su acción, que hicieron lo mejor que
pudieron, pero, eso no fue suficiente para evitar el destino de mi Eren.

Hace más de una semana que me enteré y sigo con pesar en el corazón, a Eren lo llevaron
hace algunos meses, apenas en una tempranísima juventud a un lugar donde fue puesto
nuevamente en adopción, sé bien que ese lugar ofrece ayuda, pero también, que si después
de un tiempo no encuentra familia, es sacrificado.

Dicen que cuando un gato llega a tu vida es porque lo necesitas, dicen que cuando lo tomas
por primera vez en tus brazos, se hace una conexión indisoluble entre sus almas, dicen que
un gato limpia tu casa, tu vida, tu alma, que es Dios mismo quien lo manda para ayudarte.

Sé bien que Eren llegó a mi vida porque necesito salir de la depresión que me está llevando
igualmente a la muerte, sé bien que Eren regresó, ahora en la figura de Balam, que esta vez
cumplió muchos más cometidos, sin embargo, regresó sin ser mío, sino de mis inquilinos
amigos, por eso ahora que se han ido y se lo llevaron, regresándome a la más profunda
soledad, el recuerdo de aquella noche en la que lo encontré me lleva a hundirme más en la
depresión.

En ese entonces, cabía perfectamente en mi mano, era tan pequeño que mi puño cerrado era
más grande que todo él y aún con eso, me rescató él a mí y no al revés, me rescató de la
tristeza y la soledad, me devolvió vida y se la devolvió a mi casa, por muy pocos días pero así
fue.

Finalmente entiendo, tratando de aceptar, que tal vez el destino de Eren fue el de ser
abandonado; primero, lo arrebataron de su madre a su suerte en un basurero, posiblemente
ese primer abandono tiene su raíz en el hecho de ser un gato negro, ¡infelices!, después, lo
abandoné a una familia que no supo darle lo que necesitaba y también esa familia terminó
por abandonarló con la esperanza de que pudiera nuevamente ser adoptado, cosa que cada
vez creo menos; lo abandonaron ahora sí, a una irremediable muerte, una digna y tranquila,
como la merecía, pero al final una muerte injusta e innecesaria.

Quizá su destino siempre fue el abandono, mismo que no llegaría antes de cumplir su misión,
y aunque abandonado, no así en el olvido porque considerando que el olvido es la muerte, él
sigue vivo más que muchos otros, más incluso, que yo mismo.


0 comentarios:

Publicar un comentario

lunes, 6 de agosto de 2018

Eren (Dave Malto)


Quizá su destino siempre fue el abandono, mismo que no llegaría antes de cumplir su misión,
y aunque abandonado, no así en el olvido porque considerando que el olvido es la muerte, él
sigue vivo más que muchos otros...

Quiero hablar sobre Eren, que más que un amigo pasajero, fue un verdadero ángel guardián
que seguramente limpió mi casa y mi vida los días que estuvo conmigo. Cuando lo encontré,
entre la espesura de la noche y el color azabache de su pelo, no podía distinguirlo, atendí a
sus gritos guiado sólo por su trémula y niña voz desesperada.

Tengo que reconocer que su llamado me incitó a sentirme héroe y me propuse no descansar
hasta que lo tuviera entre mis brazos, hasta que me encontrara con sus ojos, unos
maravillosos y cristalinos ojos como entre grises y azules, cargados de una inocencia sin
igual que parecían gritarme que me apurara, que ya llevaba tiempo esperándome.

Lo tuve de frente, al principio sin percibirlo, pero su incesante chillar lo impulsó hacia
adelante para hacerse apenas reconocible, lo escuchaba muy cerca pero no lograba verlo,
una vez que hube ubicado sus ojos, poco a poco mi visión se aclaró para reconocer todo su
cuerpecito, pequeñísimo y frágil, reuniendo esa su actitud de reclamo contra mí.

Pero entonces, tengo que decir también, que fue un momento mágico, me enternecí de tal
manera al ver a semejante niño, flaquísimo, temblorino, hambriento, necesitado; que no
pude sino querer abrazarlo, aunque de momento tomé mis precauciones, porque ante mi
actitud por agarrarlo no quería que saliera corriendo y se alejara a los adentros de aquel
basurero, inmenso comparado con su pequeñez, sin embargo, acerqué mi mano y no corrió,
lo pude tomar por el cuello para asirlo con seguridad y traerlo a mi pecho, su olor a basura y
podredumbre me hizo reaccionar con un gesto de desprecio, mas no por él, sino por pensar
en quién pudo abandonarlo en un basurero, no podía creer que alguien pudo tener esa lesa
actitud ante una vida y ser capaz de abandonar a un ser indefenso a esa situación donde su
único destino sería la muerte segura.

Una vez en casa, busqué cómo alimentarlo puesto que parecía su necesidad más próxima,
luego pensé que era muy noche para darle un baño y decidí, a pesar del olor, dejarlo así hasta
el día siguiente e incluso durmió a mi lado en la cama, después de comer durmió con tal
calma que parecía estar junto a su madre, al día siguiente pensé lo que ahora me pesa, pero
ante lo cual no tenía opciones. Yo no podía mantenerlo, no podía ofrecerle absolutamente
nada, así que comencé a buscarle una familia que quisiera adoptarlo.

Ese segundo abandono, ahora de mi parte, fue menos cruel que el primero, puesto que no lo
abandoné a la muerte sino con una familia, una que no supo cuidarle y que tampoco supo
educarlo, una familia que lo encerraba, que lo desatendía, que lo formó con un carácter
agresivo, un tanto temeroso, aunque lo alimentaron y le dieron un cariño, no así, evitaron el
abandono que representó su descuido, ése es al que yo lo llevé; aunque justifico mi acción
por mi falta de tiempo y de recursos económicos, no puedo sino lamentarlo, ahora que supe
su final destino.

Después de un tiempo de calma con su nueva familia y con otro nombre, al que se
acostumbró, mi Eren, porque para mí siempre se llamará Eren, resultó quedar contento
puesto que creció con una hermana, una que no era de su sangre pero si de su edad y con sus
mismas circunstancias, las de ser abandonados a su suerte.

No recrimino a su nueva familia, la desatención y mala educación, total, ellos lo recibieron sin
tener la menor idea de cómo cuidarlo, nunca antes habían atendido a alguien con esas
características y debo reconocer que fue loable su acción, que hicieron lo mejor que
pudieron, pero, eso no fue suficiente para evitar el destino de mi Eren.

Hace más de una semana que me enteré y sigo con pesar en el corazón, a Eren lo llevaron
hace algunos meses, apenas en una tempranísima juventud a un lugar donde fue puesto
nuevamente en adopción, sé bien que ese lugar ofrece ayuda, pero también, que si después
de un tiempo no encuentra familia, es sacrificado.

Dicen que cuando un gato llega a tu vida es porque lo necesitas, dicen que cuando lo tomas
por primera vez en tus brazos, se hace una conexión indisoluble entre sus almas, dicen que
un gato limpia tu casa, tu vida, tu alma, que es Dios mismo quien lo manda para ayudarte.

Sé bien que Eren llegó a mi vida porque necesito salir de la depresión que me está llevando
igualmente a la muerte, sé bien que Eren regresó, ahora en la figura de Balam, que esta vez
cumplió muchos más cometidos, sin embargo, regresó sin ser mío, sino de mis inquilinos
amigos, por eso ahora que se han ido y se lo llevaron, regresándome a la más profunda
soledad, el recuerdo de aquella noche en la que lo encontré me lleva a hundirme más en la
depresión.

En ese entonces, cabía perfectamente en mi mano, era tan pequeño que mi puño cerrado era
más grande que todo él y aún con eso, me rescató él a mí y no al revés, me rescató de la
tristeza y la soledad, me devolvió vida y se la devolvió a mi casa, por muy pocos días pero así
fue.

Finalmente entiendo, tratando de aceptar, que tal vez el destino de Eren fue el de ser
abandonado; primero, lo arrebataron de su madre a su suerte en un basurero, posiblemente
ese primer abandono tiene su raíz en el hecho de ser un gato negro, ¡infelices!, después, lo
abandoné a una familia que no supo darle lo que necesitaba y también esa familia terminó
por abandonarló con la esperanza de que pudiera nuevamente ser adoptado, cosa que cada
vez creo menos; lo abandonaron ahora sí, a una irremediable muerte, una digna y tranquila,
como la merecía, pero al final una muerte injusta e innecesaria.

Quizá su destino siempre fue el abandono, mismo que no llegaría antes de cumplir su misión,
y aunque abandonado, no así en el olvido porque considerando que el olvido es la muerte, él
sigue vivo más que muchos otros, más incluso, que yo mismo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario