Alberto Jiménez Merino
Ex Rector de la Universidad
Autónoma Chapingo
Si no logran ponerse de
acuerdo sobre qué enseñarles a casi 32 millones de niños y jóvenes que regresan
a clases este lunes, en el ciclo escolar 2018-2019, por lo menos ayúdenlos a
identificar en que son buenos y díganles lo que pueden llegar a ser, a lograr o
a crear y háganlo con sinceridad.
No hay un mejor regalo que
podamos dar a la república que la capacitación de nuestros jóvenes, dijo Marco
Tulio Cicerón hace algunos siglos.
Los niños y jóvenes son los
ciudadanos de mañana, los líderes, dirigentes y gobernantes del futuro. No los
engañen más con decirles que son el presente, porque ya ni los de kínder lo
creen.
Los niños y jóvenes de hoy,
nuestros hijos, son nuestra continuación en la tierra. Según Stephen Covey solo
tenemos una oportunidad de prepararlos para un futuro incierto y cada vez más
complicado, y se pregunta ¿qué estamos haciendo con esa única oportunidad?; y esa
es la pregunta que deberíamos hacernos todos.
Al margen de cancelar o
confirmar la reforma educativa por el próximo gobierno; al margen de la
discusión de si es educativa o solo laboral en contra de los intereses de los
maestros; independiente de si es o no reforma o si se hará una nueva, aseguro que
hace falta hacer las cosas diferentes en la formación profesional de los
mexicanos.
Se requiere preparar
profesionistas para trabajar en condiciones de adversidad que no solo implica
contar con recursos escasos, unidades productivas pequeñas, escaso
equipamiento, reducida infraestructura, parcelas de tamaño reducido y humedad
completamente dependiente de las lluvias como en el caso de la agricultura.
Ahora, trabajar también
implica hacerlo con recursos naturales degradados y contaminados, a grado tal
que el futuro se hace inviable. Hacerlo con el deterioro de la vegetación,
suelo, aire, agua, fauna terrestre y marina y también con la generación de
residuos sólidos y aguas residuales, como si en verdad nunca nos hubieran dicho
algo al respecto, ni en la casa ni en la escuela.
Pero además, hay que considerar
al cambio climático, en mucho debido a la alteración de los ciclos básicos de
la vida. Los aportes de residuos contaminantes o los excesivos aprovechamientos
de recursos, alteraron el ciclo hidrológico y la capacidad de recuperación de
la naturaleza.
Y si estamos de acuerdo en
que la escuela es el espejo de la comunidad, más nos valdría acelerar todo lo
que tenga que ver con impartir una educación más cercana a la atención de estas
realidades y necesidades de la población.
Una formación que dé
prioridad a la educación financiera básica, al conocimiento de los recursos
naturales disponibles en el entorno comunitario. Que incluya en sus contenidos,
temáticas del cambio climático y el manejo racional de los recursos naturales.
Que revalore la educación técnica, base fundamental de la actividad económica
nacional y, una orientación vocacional real y efectiva donde se ayude a los
jóvenes a identificar y desarrollar sus talentos.
Una formación que incorpore
a sus contenidos los problemas y necesidades cotidianas para que, con la
capacidad creativa de los jóvenes, se encuentre solución a los principales
problemas que nos aquejan. Más aún, que aproveche los 20 millones de años de experiencia que en
promedio existen entre los más de un millón de maestros que conforman la planta
educativa nacional en las más de 240 mil escuelas del país.
Una formación cívica que
muestre a los niños y jóvenes que si algo no es tuyo, entonces es de alguien
más; que no es necesario denigrar o dejarse denigrar para ser aceptado en un
grupo estudiantil o laboral; que todos necesitamos de todos y nadie puede
lograr más solo que en equipo. Saber que
sólo se aprende lo que se hace; que el éxito sólo se logra con esfuerzo y las
deficiencias se superan con mucha práctica. Nada es tuyo hasta que no lo tienes en la mano
y no hagas a los demás lo que no quieres que te hagan.
Pero si nada de esto se
pudiera enseñar o incorporar a contenidos educativos, solo digan y recuerden a
los niños y jóvenes que pueden llegar a ser grandes líderes sociales y
políticos, campeones de disciplinas deportivas, grandes empresarios, artistas,
innovadores, inventores, creadores de soluciones.
Díganles que pueden llegar a
ser grandes maestros, investigadores, directores, rectores y administradores
públicos de la educación. Díganles que pueden llegar a ser presidentes
municipales, diputados locales, diputados federales, secretarios de estado, senadores,
jueces, magistrados, gobernadores y presidentes de la república. Recuérdenselos
e inclúyanlo en sus discursos de despedida en las graduaciones. Si no lo pueden
pensar por sí solos, alguien se los tiene que decir.
Este ciclo escolar 2018-2019
es una gran oportunidad para volver a empezar.
Bienvenidos nuevamente a
clases.
¡Digámosles a nuestros niños
y jóvenes, lo que pueden llegar a ser!
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