Educación financiera, herencia para una mejor
calidad de vida
Está por iniciar el último mes del año,
diciembre, el cual es sinónimo de fiestas, posadas, regalos, alegría y, para
algunas personas con empleos fijos, el mes del aguinaldo, una prestación que
hace felices a los bolsillos de los trabajadores cada fin de año.
Muchos mexicanos que reciben esta prestación,
establecida en la Ley Federal del Trabajo, ven esta temporada como un momento
idóneo para hacer compras de cosas o servicios necesarios para su hogar e
incluso para muchos otros “darse un gusto” que de manera cotidiana saldría de
su presupuesto.
Sin embargo, es cierto que este dinero extra
que reciben los asalariados, en muchas ocasiones, es gastado y no invertido; la
diferencia estriba en la trascendencia que el mismo tendrá para mejorar o no la
calidad de vida de ellos y sus familias.
Se trata del dilema entre la cultura material
o consumista contra la cultura del ahorro. Por una parte, la cultura material
provee de una satisfacción inmediata e incluso dota de aceptación en ciertos
círculos sociales. En contra parte, la cultura del ahorro no es sólo un
elemento, sino un conjunto de características y hábitos en la forma de llevar
las finanzas personales que desarrollarán otros hábitos.
Ahorrar no se da de la misma forma para todos los sectores y grupos
sociales, ya que esto tiene que ver directamente con la propia educación
financiera, la cual es un proceso que permite a las personas
adquirir conocimientos y habilidades básicas para administrar mejor sus
recursos, al incrementar y proteger su patrimonio con la ayuda del uso adecuado
y responsable de los productos y servicios financieros.
Desafortunadamente, en México, se puede
visualizar que existe escasa educación financiera y por ende una carente cultura
del ahorro que permita solventar una posible crisis personal o prepararse para
el futuro, lo cual también incide en la propia dinámica de la economía
nacional.
Según la Encuesta Nacional de Inclusión
Financiera (ENIF 2021), presentada por la Comisión Nacional Bancaria y de
Valores (CNBV) y el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en
ese año 56.7 millones de personas de 18 a 70 años (67.8% del total de este
universo) contaban con al menos un producto financiero formal (cuenta de
ahorro, crédito formal, seguros o Afores).
Aunado a ello, sólo el 66.6% de la población
de 18 a 70 años lleva un registro de sus gastos o los de su hogar. El 51.4%
separa el dinero para pagos o deudas del gasto diario, 41.5% lleva un registro
de los recibos o deudas, mientras que solo el 23.5% hace anotaciones de los
gastos.
Ante este escenario, es importante aprender a
administrar los recursos económicos de la familia y, mucho más, hacer rendir el
dinero extra que pueda llegar en esta temporada.
Lo primero es considerar que un gasto
responsable y planeado nos ayuda a no derrochar más de lo debido, lo cual se
puede conseguir con la elaboración de un presupuesto que nos permita visualizar
los gastos fijos e ingresos.
Además, un presupuesto nos ayuda a planear
los gastos para las fiestas de Navidad y Fin de Año, y así evitar las compras
de pánico, ya que si prevemos nuestras necesidades podremos comparar precios y aprovechar
verdaderas ofertas.
Otra regla de oro, es no abusar de la tarjeta
de crédito, debemos tener en mente que el dinero de éstas, tarde o temprano lo
tendremos que pagar, así que si no contamos con lo suficiente, el comprar a
crédito compromete nuestros ingresos futuros.
Como decía al inicio, diciembre es una
temporada donde imperan la convivencia y generosidad, por lo que si decidimos
hacer obsequios, hay que procurar que sean de acuerdo con nuestros ingresos y
posibilidades.
Otra importante medida es no aplazar los
pagos pendientes, por lo que si tenemos deudas, lo más recomendable es tratar
de liquidarlas.
Y finalmente, pensar a futuro, nunca es tarde
para empezar con el hábito del ahorro. Uno de los propósitos para el siguiente
año puede ser precisamente éste, planificar de manera responsable nuestros
ingresos para apostar a no sólo gastar, sino también invertir.
Tengamos presente que esta práctica de educación
financiera es una de las mejores herencias que podemos dar a los más pequeños,
ya que tanto la cultura del ahorro, así como la de la inversión, abren una
ventana de oportunidad para México y sobre todo son clave en el bienestar
económico de la población.
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