viernes, 7 de octubre de 2016

Trump: a Washington, ¡por Los Pinos! por Francisco Baeza Vega


[@paco_baeza_]

A partir de la visita de Donald Trump a México, hemos asistido a la consolidación del candidato republicano como alternativa electoral. Tal vez con demasiado optimismo, The Economist resume el ánimo de la clase política estadounidense con una editorial titulada: President Trump? What was once unthinkable has now become only mildly improbable.

El comportamiento de los mercados apunta a la fortaleza de la candidatura de Trump:

Según Enrique Quintana, la variación de la cotización del peso frente al dólar estaría conectada con las chances del candidato republicano de ganar la presidencia. La propuesta del neoyorquino de revisar a fondo la relación bilateral induciría a pensar que “de ganar la elección, habría una fuerte depreciación de nuestra moneda”. El peso, entonces, ganaría o perdería valor según él se alejara o se acercara a Washington. En septiembre, Trump ganó 7% frente a Clinton y el peso perdió un 3.21% de su valor frente al dólar.

El Banco de México alzó las tasas de interés para fortalecer el peso artificialmente. —Se avecina una tormenta —reconoció, en privado, Agustín Carstens

En horas críticas, México y Estados Unidos no tienen una buena relación. Enrique Peña Nieto y Barack Obama, tampoco. El motivo del enfrentamiento sería el proceso electoral de 2018:

Obama observaría con preocupación el deterioro integral de su vecino. Seguramente, el presidente estadounidense es consciente de cuán grave sería que se repitiera el escenario de 2006, en el que el candidato favorito fue derrotado en circunstancias sospechosísimas. Al remix habría que sumar el desprestigio inédito del gobierno saliente y que, ésta vez, los radicales son más violentos y están mejor organizados y la sociedad está más descontenta y mejor informada. Ésta vez, además, tenemos fresco el recuerdo de Maidán y Tahrir y de una docena de protestas que lograron transitar de la plaza al palacio. A propósito, Moisés Naím, autor de El fin del poder (Debate, 2013), subraya: —El poder es ahora más fácil de obtener y, también, más fácil de perder—.

Obama trataría de evitar ese escenario y forzar una elección libre y democrática que escape del control de la administración peñista. En la práctica, ayudaría a despejar el camino de Andrés Manuel López Obrador, quien, nuevamente, parte como el favorito:

El 15 de septiembre, Kevin de Leon, presidente pro tempore del senado de California, visitó México. De Leon, aliado estratégico de Hillary Clinton, es una estrella ascendente y un campeón en la lucha por la integración racial. El californiano representa los intereses de Tom Steyer, el principal patrocinador de la campaña de la candidata demócrata. El patrón de Farallon Capital y aspirante al gobierno de California ha donado US$38.5 millones, más que cualquier otro contribuyente, demócrata o republicano.

Según Rodolfo Ruiz, durante su encuentro con miembros de la cancillería mexicana, De Leon no tuvo reparo en afirmar que López Obrador es un hombre que apuesta por la estabilidad política y por el respeto a las instituciones. Antes, en junio, el primer demócrata del país se había adherido a la causa del tabasqueño: —Me preocupo por los pobres y por los trabajadores —dijo, entonces, despreciando la idea de echar en el mismo saco a Trump y a López Obrador— Supongo que eso me hace un populista—.

Los estadounidenses están involucrándose en el proceso electoral mexicano de manera directa, cada cual de acuerdo con sus propios intereses:

Demócratas y republicanos utilizan a la prensa para triangular información. Los primeros, por ejemplo, a The Guardian; los segundos, por ejemplo, a The Wall Street Journal. ¡Y, mientras, Trump relanza su campaña desde Los Pinos!

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viernes, 7 de octubre de 2016

Trump: a Washington, ¡por Los Pinos! por Francisco Baeza Vega


[@paco_baeza_]

A partir de la visita de Donald Trump a México, hemos asistido a la consolidación del candidato republicano como alternativa electoral. Tal vez con demasiado optimismo, The Economist resume el ánimo de la clase política estadounidense con una editorial titulada: President Trump? What was once unthinkable has now become only mildly improbable.

El comportamiento de los mercados apunta a la fortaleza de la candidatura de Trump:

Según Enrique Quintana, la variación de la cotización del peso frente al dólar estaría conectada con las chances del candidato republicano de ganar la presidencia. La propuesta del neoyorquino de revisar a fondo la relación bilateral induciría a pensar que “de ganar la elección, habría una fuerte depreciación de nuestra moneda”. El peso, entonces, ganaría o perdería valor según él se alejara o se acercara a Washington. En septiembre, Trump ganó 7% frente a Clinton y el peso perdió un 3.21% de su valor frente al dólar.

El Banco de México alzó las tasas de interés para fortalecer el peso artificialmente. —Se avecina una tormenta —reconoció, en privado, Agustín Carstens

En horas críticas, México y Estados Unidos no tienen una buena relación. Enrique Peña Nieto y Barack Obama, tampoco. El motivo del enfrentamiento sería el proceso electoral de 2018:

Obama observaría con preocupación el deterioro integral de su vecino. Seguramente, el presidente estadounidense es consciente de cuán grave sería que se repitiera el escenario de 2006, en el que el candidato favorito fue derrotado en circunstancias sospechosísimas. Al remix habría que sumar el desprestigio inédito del gobierno saliente y que, ésta vez, los radicales son más violentos y están mejor organizados y la sociedad está más descontenta y mejor informada. Ésta vez, además, tenemos fresco el recuerdo de Maidán y Tahrir y de una docena de protestas que lograron transitar de la plaza al palacio. A propósito, Moisés Naím, autor de El fin del poder (Debate, 2013), subraya: —El poder es ahora más fácil de obtener y, también, más fácil de perder—.

Obama trataría de evitar ese escenario y forzar una elección libre y democrática que escape del control de la administración peñista. En la práctica, ayudaría a despejar el camino de Andrés Manuel López Obrador, quien, nuevamente, parte como el favorito:

El 15 de septiembre, Kevin de Leon, presidente pro tempore del senado de California, visitó México. De Leon, aliado estratégico de Hillary Clinton, es una estrella ascendente y un campeón en la lucha por la integración racial. El californiano representa los intereses de Tom Steyer, el principal patrocinador de la campaña de la candidata demócrata. El patrón de Farallon Capital y aspirante al gobierno de California ha donado US$38.5 millones, más que cualquier otro contribuyente, demócrata o republicano.

Según Rodolfo Ruiz, durante su encuentro con miembros de la cancillería mexicana, De Leon no tuvo reparo en afirmar que López Obrador es un hombre que apuesta por la estabilidad política y por el respeto a las instituciones. Antes, en junio, el primer demócrata del país se había adherido a la causa del tabasqueño: —Me preocupo por los pobres y por los trabajadores —dijo, entonces, despreciando la idea de echar en el mismo saco a Trump y a López Obrador— Supongo que eso me hace un populista—.

Los estadounidenses están involucrándose en el proceso electoral mexicano de manera directa, cada cual de acuerdo con sus propios intereses:

Demócratas y republicanos utilizan a la prensa para triangular información. Los primeros, por ejemplo, a The Guardian; los segundos, por ejemplo, a The Wall Street Journal. ¡Y, mientras, Trump relanza su campaña desde Los Pinos!

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