Puebla pasó del tercer lugar al primero en todo el país en robo de hidrocarburos.
De acuerdo con datos de la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción de la Seguridad Pública (ENVIPE) 2016, los delitos más frecuentes que se cometen en nuestro estado son el robo o asalto en la calle o transporte público, la extorsión y el robo de autopartes; los municipios de San Andrés Cholula y Huejotzingo son los más peligrosos en Puebla, incluyendo el triángulo rojo en el robo de hidrocarburos.
Ante esa situación, vale la pena mencionar que desde mi llegada a la Cámara de Diputados presenté un punto de acuerdo para que autoridades federales en coordinación con el gobierno del estado y las autoridades municipales sumaran esfuerzos para fortalecer la seguridad y contrarrestar ese delito que afecta a la región de Tepeaca como a otros municipios.
La extorsión es un delito que mantiene índices muy altos en la entidad poblana y ya lo posiciona en los primeros lugares junto a Jalisco, Nuevo León, Durango y Zacatecas.
De los 119 mil 451 delitos cometidos en el país, en el período de enero a febrero de este año que está por terminar, 9 mil 608 se registraron en Puebla. De acuerdo con datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, en el período mencionado, en Puebla ocurrieron 199 homicidios, 47 fueron por arma de fuego; 16 por arma blanca.
El aumento en el índice delictivo coincide con la creciente percepción de inseguridad entre los poblanos. Sólo en la capital del estado un 69.8% de los ciudadanos considera que viven en una ciudad insegura.
Sin duda, la ola de desempleo y pobreza que viven los poblanos, son 2 pendientes más que debemos atender. Por ello, propuse la iniciativa de la Ley del Primer Empleo para Jóvenes que contempla una serie de incentivos para los patrones que les contraten y un incentivo extra a los jóvenes que estudien y trabajen.
Estas cifras pueden incluso quedarse cortas con la realidad que vivimos día con día. Los puentes inútiles, las ciclovías vacías, las planchas de concreto y el uso desmedido de recursos públicos para pagar sueños presidenciales han hundido al estado en la miseria y la incertidumbre; de la Puebla segura, queda sólo el recuerdo.
Por eso debemos ser críticos pero propositivos. No pensar sólo en la macroeconomía y buscar congraciarse con los organismos internacionales, aunque se muera de hambre el pueblo y se tenga en total abandono a los grupos indígenas.
No debemos callar ante los cientos de presos políticos, la escandalosa deuda pública, la violación a los derechos humanos, la falta de seguridad pública y el alarmante incremento de feminicidios.
Usemos el fuero sin miedo, para darle voz a los que hoy -al hablar de lo que realmente pasa en Puebla- son perseguidos y encarcelados. Creo firmemente que cuando el cielo es más oscuro es señal de que empieza a amanecer.
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