Columna Un Nuevo Comienzo
Nuevas
Políticas Ambientales para una Vida Sustentable
Alberto Jiménez Merino
Director
Centro de Innovaciones Agroalimentarias
y Tecnológicas (CIAT) Puebla
De acuerdo con la firma
Swiss Re, citada por El Universal el pasado 23 de abril, durante el 2018 las
pérdidas mundiales ocasionadas por catástrofes naturales, ascendieron a 165 mil
millones de dólares de las cuales, el seguro cubrió 85 mil millones de dólares,
cifra superior al promedio de los últimos 10 años que fue de 71 mil millones de
dólares.
Durante todo el mes de
agosto y gran parte de septiembre de este año hemos amanecido con noticias
sobre el calentamiento de la tierra, el deshielo de los polos, la contaminación
de ríos y la gran invasión de plástico a los mares.
Ya habíamos conocido de los
grandes incendios forestales en Siberia, Los Ángeles, la Amazonía y otras
partes del mundo, que nos han mandado un mensaje de la gravedad de la
alteración ambiental que estamos viviendo.
Los asentamientos humanos
provocan un rápido deterioro de los recursos naturales existentes,
principalmente por el desconocimiento de la población sobre el manejo de éstos
o por prácticas comerciales abusivas que, sin rubor, han aprovechado los
recursos sin acciones de recuperación.
Desde que tengo uso de razón,
recuerdo que para abastecernos de leña salíamos a buscarla en los alrededores, de
igual forma sucedía con el agua que conseguíamos en el río, en arroyos y luego
de un pozo. También descubrí que había peces en el río y pescaba para conseguir
alimento.
Cuando requeríamos hacer un
corral o una construcción, cortábamos árboles para obtener postes, y sus ramas
como techado en enramadas. El ganado pastaba libremente sin control. La tierra
se preparaba con excesivos movimientos que promovían erosión. La lluvia
arrastraba la tierra. Los animales del monte se cazaban para comer. La basura
de la casa se tiraba en las barrancas.
Mucho de esto se sigue
haciendo o sigue pasando. Nunca tuvimos orientación al respecto, ignorábamos
muchas cosas. Pero quizá lo más grave es que tampoco en la escuela se trataron
estos problemas. Crecimos ignorando lo fundamental para tener un medio ambiente
en equilibrio.
La formación escolar y
profesional ha sido, y es actualmente insuficiente para preparar ciudadanos con
cultura ambiental, cultura financiera, cultura cívica, cultura alimentaria y
nutricional. Y, con la cancelación de la reforma educativa por un capricho
sexenal, dudo mucho que esto cambie. Estas seguirán siendo tareas pendientes de
la escuela por mucho tiempo.
Se requieren políticas
públicas innovadoras más allá de enseñar el ciclo del agua y la importancia de
los árboles. Más allá de la germinación del frijolito en un frasco con algodón
y agua, sin saber que hacer después.
Necesitamos una política
ambiental e hídrica, que recupere y cuide los bosques más allá de maratones
sexenales para ver quien planta más o se toma mejores fotos. Hay que recuperar
los bosques para recargar de manera natural los acuíferos sobrexplotados que amenazan
dejarnos sin agua en el corto plazo. Una política de ríos limpios ya no puede
esperar.
Es indispensable una
política que garantice la coordinación entre dependencias federales como la
Comisión Nacional Forestal (CONAFOR), la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA),
la Comisión Nacional de Zonas Áridas (CONAZA), la Secretaría de Bienestar (SEBIEN),
que no se ha tenido, incluso en sexenios anteriores.
Una vez lograda la
coordinación entre dependencias federales, la política pública debe considerar
una estrecha coordinación con los gobiernos estatales y éstos, a su vez, con
los municipios. No ha sido tarea fácil y no lo es ahora, pero es indispensable.
Todo lo anterior necesita de
una política nacional, estatal y municipal de planeación que considere por lo
menos 3 sexenios. Pensar sólo en un sexenio y en la siguiente elección, es lo
que ha sumido a México en el atraso ambiental en el que nos encontramos.
Hace falta una política
educativa que considere el conocimiento de los recursos naturales disponibles,
sus potenciales y manejo racional para garantizar la sustentabilidad, y no
comprometer el futuro de las nuevas generaciones.
Mientras esto llega, hay que
evaluar lo que podemos hacer en lo individual.
Para ello, la Organización
de las Naciones Unidas (ONU) recomienda algunas acciones muy básicas y viables
entre las que se encuentran ahorrar agua en lavabos, baños y regaderas; no
tirar basura en la calle ni en barrancas; reutilizar las aguas; plantar árboles;
cuidar las especies animales; recuperar la pesca; clasificar y reciclar la
basura.
Es la hora del planeta, es
la hora de cuidar el ambiente, la única casa que tenemos.
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