Columna Un Nuevo Comienzo 
Día
Mundial de la Alimentación, Seguridad Alimentaria y Salud
Alberto
Jiménez Merino
 Director
Centro de Innovaciones Agroalimentarias              
                                                                                                              y Tecnológicas (CIAT) Puebla  
Todavía 820 millones de
personas padecen hambre en el mundo, pero un número mayor tiene problemas de
sobrepeso y obesidad, dice la Organización de las Naciones Unidas para la
Agricultura y la Alimentación (FAO) 2019.
 En 1979, la Organización de las Naciones
Unidas (ONU), estableció el 16 de octubre como Día Mundial de la Alimentación, con el propósito de hacer
conciencia sobre el problema alimentario y fortalecer la solidaridad en la
lucha contra el hambre, la desnutrición y la pobreza. 
Este año, el lema utilizado
es “Una Alimentación Sana para un Mundo Hambre Cero”; de ello destaca pasar a
la Acción. 
Y es que la cifra de la
población con hambre ya lleva varias décadas sin moverse. Ha llegado hasta los
920 millones. Algunos estudios indican que hay mil 200 millones de personas que
viven con ingresos de un dólar diario. 
Sobre la alimentación y
otros problemas, aplica muy bien aquella frase que dice “Todo el mundo pensaba
que alguien debía hacerlo, pero alguien creía que era responsabilidad de todo
el mundo”.  
Una proporción igual o mayor
de la población con problemas de hambre y desnutrición, tiene también problemas
de sobrepeso y obesidad. Insuficiente desarrollo físico y mental, en el primer
caso, que reduce drásticamente las posibilidades de desarrollo personal y
movilidad social. 
Por su parte, el sobrepeso y
obesidad desembocan en problemas de presión arterial alta y diabetes. El 79 por
ciento de los mexicanos tienen sobre peso y un tercio de la población registra
obesidad, de acuerdo con datos del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales
para los Trabajadores del Estado (ISSSTE).
Más de 7 millones de
personas en México padecen Diabetes, según diferentes reportes, lo que
representa grandes problemas familiares, alta carga económica para el sistema
de salud y fuertes presiones a la red hospitalaria.
Ha faltado atención integral
a este y a muchos problemas nacionales, estatales y municipales. No ha existido
Planeación. Se abandonó la planeación nacional. Hoy tenemos tantos problemas
que no sabemos por dónde empezar. Lo digo con responsabilidad y autocritica.
Hoy todo es urgente y también importante, y los recursos no alcanzan para todo.
Pero mientras no
identifiquemos seriamente los problemas, definamos las acciones de solución,
delimitemos responsabilidades, cuantifiquemos las necesidades totales de
recursos ye establezcamos plazos y etapas de atención a la problemática, nos
vamos a seguir hundiendo. 
Criticar, cuestionar y
descalificar es lo más fácil. Pasar a la acción es lo más difícil. Por eso el
lema de la FAO este año invita a pasar a la acción. Y hay problemas que han
estado pendientes de atenderse desde hace varios años. 
El sistema educativo no ha
hecho la tarea. La gente no sabe cuánto necesita para tener seguridad
alimentaria. Le enseñamos cuentas, quebrados, raíz cuadrada y derivadas, pero no le enseñamos las cuentas de la
vida. Tampoco educación financiera. 
La escuela abandonó la
parcela, el huerto y la granja escolar. Se dejó de enseñar a los niños y
jóvenes cómo producir sus alimentos. Las escuelas y universidades agropecuarias
nunca han integrado a sus contenidos curriculares y de investigación, las
necesidades de las familias más pobres. Nos preparan para condiciones
productivas favorables: parcelas grandes, riego, maquinaria, insumos. El 80 por
ciento de los productores, los pequeños, no son parte de la política educativa
agropecuaria.
Se necesita enseñar a la
gente a cómo obtener alimentos, conservarlos, prepararlos y consumirlos; cuánto
comer de cada alimento, cómo se combinan, cuáles son los nutrientes
fundamentales y qué los contiene.
Se requiere enseñar a los
campesinos y productores a realizar prácticas para mejorar su parcela,
conservar el suelo y el agua, evitar contaminantes, mejorar su alimentación,
incrementar rendimientos, vender mejor y aumentar ingresos, todo ello en un
proceso de aprendizaje conjunto. Se requiere capacitación y asistencia técnica
que los gobiernos han abandonado.
Mejorar los métodos de
producción agrícola, tecnificar la ganadería en aspectos tan básicos como la
alimentación, las instalaciones, mejora genética, cuidar la salud; recuperar la
pesca en ríos, mares y cuerpos de agua; se requiere de políticas públicas
reales que apoyen los servicios técnicos y el fomento productivo, el desarrollo
y adopción tecnológica así como el financiamiento y la comercialización. 
El crecimiento de la
población demanda cada vez mayores cantidades de alimentos. La Seguridad Alimentaria
es la aspiración más sensible de la población, sólo después de la Seguridad Hídrica,
para la convivencia y la gobernabilidad. 
En este Día Mundial de la
Alimentación, ojalá se entienda que hay que pasar a la acción para asegurar a
los pueblos una alimentación sana y hambre cero.
 

 
 






 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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