Columna Un Nuevo Comienzo
Incendios
en Australia, lección y llamada de atención al mundo
Alberto
Jiménez Merino
Director Centro de
Innovaciones Agroalimentarias
y
Tecnológicas (CIAT) Puebla
Muy lamentable es la
catástrofe ocurrida en Australia, donde casi 8 millones de hectáreas se
incendiaron y más de 500 millones de animales se quemaron. Hablamos de una
superficie afectada equivalente a 2.5 veces el tamaño del estado de Puebla.
Ya se habían presentado
incendios de consideración en California, la Amazonia Brasileña, Portugal,
Chile y Siberia. El calentamiento de la tierra y el cambio climático es una
realidad inocultable.
Sin embargo, la Conferencia
de las Partes (COP25) realizada en Madrid a finales de 2019 fue una decepción.
En una colaboración previa ya había advertido de que esta COP sería más de lo
mismo. No soy sabio ni adivino, pero a juzgar por los resultados de algunas en
las que asistí, veo que no hay acuerdos y, los que se toman no se cumplen.
“Estoy decepcionado, la
comunidad internacional perdió una oportunidad importante de estar a la altura
de la emergencia climática” señalo Antonio Guterres, Secretario General de la
Organización de las Unidas (ONU), según las agencias AFP y EFE, y publicado por
El Sol de Puebla. A este ritmo la
temperatura llegará a 4-5 °C a finales de este siglo, auguran los científicos.
El deterioro de los recursos
naturales por el aumento de la población y sus necesidades básicas francamente
inaceptable y es un gran riesgo para garantizar la viabilidad de las futuras
generaciones. Los optimistas dicen que tenemos planeta para 2050, los
pesimistas aseguran que no pasa del 2030.
En México y varias partes
del Mundo, se han ido agotando las fuentes de agua dulce, desaparecieron
manantiales, hay ríos que ya no llegan al mar, la pesca oceánica y continental
se ha reducido, se pierden especies animales, bosques, suelo y se vierten sin rubor aguas residuales a
cuerpos de agua y basura a barrancas y ríos.
A través de sequías,
huracanes, incendios, nevadas, granizadas y otros fenómenos, la naturaleza nos
da una lección y una llamada de atención severa para hacer conciencia y
modificar radicalmente nuestra relación con los recursos naturales, revertir el
deterioro y adoptar formas más racionales de aprovechamiento que permitan
restablecer el equilibrio ecológico quebrantado de manera irresponsable.
¿Pero qué podemos hacer para
pasar a la acción y no sólo quedarnos en
críticas, lamentaciones, congresos, pláticas cafeteras o marchas?
Estas son algunas acciones
pero, con la participación de todos en los diversos ámbitos de responsabilidad
se podrán complementar.
1.- Educar a un nuevo ser
humano. Que los niños eduquen a sus padres. Un ser humano que conozca y entienda mejor que
debe cuidar el ambiente donde vive. Nuevos contenidos educativos donde se
resalte el valor de cada persona y futuro ciudadano, con valores cívicos,
éticos, morales y con gran respeto por los recursos naturales.
Italia ya empezó al hacer
obligatorio enseñar cambio climático en las escuelas. La escuela es el espejo
de la comunidad, tiene una gran tarea pendiente. Hacer caso a Pitágoras, “educa
a los niños y no tendrás que castigar a los hombres”.
2.- Revalorar la creación de
bancos de especies a través del almacenamiento de sus semillas como la despensa
de cultivos del mundo de Svalbard, Noruega, o el Banco se semillas de maíz de
la Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro, en Saltillo, Coahuila.
Definición de áreas de conservación,
más allá de la sola declaración legal o la buena intención. Se requiere
invertir en su cuidado y en el fomento de acciones que permitan una vida digna
a sus habitantes.
3.- Incorporar métodos
sustentables en los procesos agroalimentarios como la agricultura de
conservación en las zonas de temporal, con mínimo movimiento de tierras,
tecnificación del riego agrícola que ahorre agua y métodos orgánicos que eliminen agroquímicos contaminantes.
4.- Introducir el concepto
de manejo de cuencas, áreas comunes de escurrimiento del agua como eje de la
administración pública, que hoy se rige sólo por comunidades, municipios y estados,
dado que cada pueblo o asentamiento humano o cada territorio, pertenecen a una
cuenca que en muchos casos es compartida. La administración de cuencas demanda
una gran coordinación intermunicipal e interestatal que no siempre es fácil.
5.- Desarrollar una nueva
cultura sobre aprovechamiento, manejo y cuidado de los recursos naturales.
Cambiar los hábitos consumistas y cuestionarse sobre el destino de la basura
doméstica, la basura industrial, las
aguas residuales o los envases de los insumos utilizados en el sector
agroalimentario. Combatir las malas prácticas agrícolas como la quema de cañaverales
para la cosecha. Y, vigilar con mayor rigor los incendios asociados al pastoreo
incontrolado en zonas forestales.
6.- Reducir el consumo de
combustibles derivados del petróleo o el carbón mineral y dar paso a las
energías limpias; solar, eólica, biocombustibles, geotérmica e hidráulica.
7.- Empezar a tomar acciones
locales, demostrar la viabilidad de hacer las cosas bien para influir en
acciones globales.
Es tiempo de pasar a la
acción.
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