lunes, 27 de octubre de 2025

MI VOZ.


 

LA PLUTOCRACIA AMAGA CON SU REGRESO AL PODER


Inundando las redes sociales —especialmente Facebook, X y TikTok— el multimillonario Ricardo Salinas Pliego, cuya fortuna se estima en más de 5,500 millones de dólares, ha emprendido una campaña de autopromoción, directa o a través de su esposa, presentándose como precandidato a la Presidencia de la República para 2030.


En sus videos se muestra como un empresario exitoso que da empleo a miles de mexicanos y, al mismo tiempo, como un supuesto perseguido político del actual gobierno. Pretende erigirse como la “única opción viable” de la oposición.


Pero conviene preguntarnos: ¿quién puede creerle?

¿Acaso piensa que los mexicanos somos no solo ingenuos, sino también desmemoriados?


De mueblero en quiebra a magnate televisivo


Es necesario recordar que Ricardo Benjamín Salinas Pliego era un empresario mueblero de segunda línea, al frente de Elektra, una empresa en bancarrota que sustituyó a la fallida “Salinas y Rocha”, fundada por su bisabuelo. En 1987 tomó las riendas del negocio familiar, y gracias a un préstamo de 29.7 millones de dólares otorgado en 1993 por Raúl Salinas de Gortari —el célebre “hermano incómodo” del entonces presidente— pudo adquirir Imevisión, transformándola en TV Azteca.


A partir de ahí comenzó su ascenso, siempre ligado al poder político, poniendo la televisora al servicio de los regímenes priistas y panistas, y denostando sistemáticamente al movimiento encabezado por Andrés Manuel López Obrador.


Como decía mi abuela, mujer sabia: “quien te hace rico, te mantiene el pico”.

Y así ha sido: Salinas Pliego sirvió durante décadas al conservadurismo, obteniendo beneficios del FOBAPROA y otras tantas “gracias” del neoliberalismo.


El empresario sin escrúpulos


No debe olvidarse que tomó por la fuerza el canal ADN 40, con la complacencia de los gobiernos de antaño. Más tarde fingió cercanía con el presidente López Obrador, solo para traicionarlo cuando entendió que su gobierno no toleraría los abusos y privilegios de siempre.


Son célebres sus métodos de cobro extrajudicial: los clientes de Elektra, atraídos por los “abonos chiquitos”, terminan atrapados en intereses impagables, bajo amenazas y prácticas que rayan en lo gangsteril.


Y no menos escandaloso es el trato que dispensa a sus propios trabajadores: negación del reparto de utilidades, acoso laboral, imposición de hablar bien del Grupo Salinas y mal del Gobierno Federal.


Durante la pandemia de COVID-19 obligó a empleados de Banco Azteca a laborar hacinados, en turnos de lunes a domingo, de nueve de la mañana a nueve de la noche, lo que provocó un aumento alarmante de contagios.


El ataque a la Presidenta y el disfraz de “perseguido”


Hoy, desde su televisora, Salinas Pliego lanza ataques sistemáticos contra nuestra Presidenta Claudia Sheinbaum, recurriendo a insultos y descalificaciones impropias, que solo exhiben su desesperación.


La razón es clara: el autodenominado “Tío Richie” se sabe acorralado por un crédito fiscal superior a 75 mil millones de pesos que adeuda al erario. Ante ello, intenta disfrazar su defensa judicial con un movimiento político personalista.


Su “precandidatura” sin partido busca en realidad dos objetivos:

1. Autoproclamarse líder opositor para justificar las acciones legales en su contra, presentándose como víctima de persecución política.

2. Difundir esa narrativa ante la comunidad internacional para victimizarse y atacar a la Cuarta Transformación.


El plan que fracasará


Pero su plan maquiavélico está condenado al fracaso.

Los mexicanos sabemos quién es Ricardo Salinas Pliego, quién lo financió y a qué intereses responde. No le interesa México ni su pueblo; le interesa navegar en su yate por la Riviera Francesa y usar su helicóptero personal para ir a comprar botanas.


Frente a eso, el liderazgo de la Presidenta Claudia Sheinbaum es firme, ético e internacionalmente reconocido. Las mentiras del “Tío Richie” acabarán, como deben, en el cesto de la basura.


¿Y cuál será su destino?

Quizá terminar viviendo en La Boca, Argentina, dando consejos de peinado al presidente Javier Milei.


Al tiempo.

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LA PLUTOCRACIA AMAGA CON SU REGRESO AL PODER


Inundando las redes sociales —especialmente Facebook, X y TikTok— el multimillonario Ricardo Salinas Pliego, cuya fortuna se estima en más de 5,500 millones de dólares, ha emprendido una campaña de autopromoción, directa o a través de su esposa, presentándose como precandidato a la Presidencia de la República para 2030.


En sus videos se muestra como un empresario exitoso que da empleo a miles de mexicanos y, al mismo tiempo, como un supuesto perseguido político del actual gobierno. Pretende erigirse como la “única opción viable” de la oposición.


Pero conviene preguntarnos: ¿quién puede creerle?

¿Acaso piensa que los mexicanos somos no solo ingenuos, sino también desmemoriados?


De mueblero en quiebra a magnate televisivo


Es necesario recordar que Ricardo Benjamín Salinas Pliego era un empresario mueblero de segunda línea, al frente de Elektra, una empresa en bancarrota que sustituyó a la fallida “Salinas y Rocha”, fundada por su bisabuelo. En 1987 tomó las riendas del negocio familiar, y gracias a un préstamo de 29.7 millones de dólares otorgado en 1993 por Raúl Salinas de Gortari —el célebre “hermano incómodo” del entonces presidente— pudo adquirir Imevisión, transformándola en TV Azteca.


A partir de ahí comenzó su ascenso, siempre ligado al poder político, poniendo la televisora al servicio de los regímenes priistas y panistas, y denostando sistemáticamente al movimiento encabezado por Andrés Manuel López Obrador.


Como decía mi abuela, mujer sabia: “quien te hace rico, te mantiene el pico”.

Y así ha sido: Salinas Pliego sirvió durante décadas al conservadurismo, obteniendo beneficios del FOBAPROA y otras tantas “gracias” del neoliberalismo.


El empresario sin escrúpulos


No debe olvidarse que tomó por la fuerza el canal ADN 40, con la complacencia de los gobiernos de antaño. Más tarde fingió cercanía con el presidente López Obrador, solo para traicionarlo cuando entendió que su gobierno no toleraría los abusos y privilegios de siempre.


Son célebres sus métodos de cobro extrajudicial: los clientes de Elektra, atraídos por los “abonos chiquitos”, terminan atrapados en intereses impagables, bajo amenazas y prácticas que rayan en lo gangsteril.


Y no menos escandaloso es el trato que dispensa a sus propios trabajadores: negación del reparto de utilidades, acoso laboral, imposición de hablar bien del Grupo Salinas y mal del Gobierno Federal.


Durante la pandemia de COVID-19 obligó a empleados de Banco Azteca a laborar hacinados, en turnos de lunes a domingo, de nueve de la mañana a nueve de la noche, lo que provocó un aumento alarmante de contagios.


El ataque a la Presidenta y el disfraz de “perseguido”


Hoy, desde su televisora, Salinas Pliego lanza ataques sistemáticos contra nuestra Presidenta Claudia Sheinbaum, recurriendo a insultos y descalificaciones impropias, que solo exhiben su desesperación.


La razón es clara: el autodenominado “Tío Richie” se sabe acorralado por un crédito fiscal superior a 75 mil millones de pesos que adeuda al erario. Ante ello, intenta disfrazar su defensa judicial con un movimiento político personalista.


Su “precandidatura” sin partido busca en realidad dos objetivos:

1. Autoproclamarse líder opositor para justificar las acciones legales en su contra, presentándose como víctima de persecución política.

2. Difundir esa narrativa ante la comunidad internacional para victimizarse y atacar a la Cuarta Transformación.


El plan que fracasará


Pero su plan maquiavélico está condenado al fracaso.

Los mexicanos sabemos quién es Ricardo Salinas Pliego, quién lo financió y a qué intereses responde. No le interesa México ni su pueblo; le interesa navegar en su yate por la Riviera Francesa y usar su helicóptero personal para ir a comprar botanas.


Frente a eso, el liderazgo de la Presidenta Claudia Sheinbaum es firme, ético e internacionalmente reconocido. Las mentiras del “Tío Richie” acabarán, como deben, en el cesto de la basura.


¿Y cuál será su destino?

Quizá terminar viviendo en La Boca, Argentina, dando consejos de peinado al presidente Javier Milei.


Al tiempo.

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