martes, 29 de abril de 2014

Por Una Infancia Plena Por Alejandro Armenta Mier



Lo que ocurre con los niños y niñas en los primeros años de vida tiene una importancia fundamental tanto para su bienestar inmediato como para su futuro.
“Si en los primeros años de vida un niño recibe el mejor comienzo, probablemente crecerá sano, desarrollará capacidades verbales y de aprendizaje, asistirá a la escuela y llevará una vida productiva y gratificante”. (UNICEF)
Alrededor del mundo, a millones de niñas y niños se les niega el derecho a alcanzar todas sus posibilidades. De acuerdo a datos de UNICEF, cada año mueren cerca de 10 millones de menores de cinco años de edad y más, de los cuales 200 millones no desarrollan todo su potencial, simplemente porque ellos o sus cuidadores carecen de las condiciones básicas necesarias para sobrevivir y prosperar, siendo la causa subyacente de todos estos problemas la pobreza.
Las consecuencias de esto no se limitan a las vidas individuales de esos niños y niñas sino que afectan a familias, comunidades y naciones. Por lo que es necesario que cada infante reciba este comienzo de su vida de forma integral, y que pueda tener mayores oportunidades.
Para la ONU, los niños son primero y están por encima de cualquier otra consideración. Por lo que en el año 2000, los países miembros de las Naciones Unidas acordaron los Objetivos del Milenio (ODM). Los cuales establecen metas claras y tangibles con respecto a la lucha contra la pobreza y el mejoramiento de los niveles de vida de la población mundial para el año 2015.
Siendo uno de los componentes que contribuyen a la conquista de esos objetivos, el desarrollo en la primera infancia, ya que siete de los ocho objetivos de desarrollo del milenio se relacionan directamente con la supervivencia, el crecimiento y el desarrollo de los niños y niñas.
En México viven 39 millones de niños, niñas y adolescentes, lo que significa que el 35% de la población del país tiene menos de 18 años.
De acuerdo con los datos proporcionados por UNICEF, México ocupa el decimocuarto lugar entre los países con mayor índice de mortalidad infantil absoluta -menores de cinco años de edad-. Cada año mueren en México un total de 183 mil niños menores de cinco años.
Algunas causas de mortalidad son las relativas a ciertas afecciones originadas en el periodo perinatal provocadas en la madre principalmente por mala alimentación, 2.6 millones de niños presentan síntomas de desnutrición, la mitad de estos tienen problemas de peso y de talla.
La situación de millones de niños y niñas se agrava cuando los padres y madres viven en condiciones de marginación y pobreza, pues los niños adquieren responsabilidades ajenas a ellos, renunciando a medios y recursos que son imprescindibles para aumentar sus oportunidades futuras, como lo es la educación.
Más de tres millones de niños entre 3 y 17 años que no asisten a la escuela, ya que dejan de ir a la escuela porque tienen que comenzar a trabajar a una edad muy joven. Según un estudio del Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática (INEGI) sobre el trabajo infantil, 36% de los niños indígenas entre 6 y 14 años de edad trabajan, el doble que el promedio nacional calculado en 15.7%.
Además, datos estadísticos nos muestran un panorama preocupante sobre la situación de la infancia en México; no sólo por el hecho de que los niños tengan que trabajar sino por las condiciones en las que se lleva a cabo el trabajo. Estas condiciones son la mayoría de las veces injustas, y existen en ellas claros signos de explotación.
Según cifras del Centro Mexicano para la Defensa de la Infancia (CEMEDIN), un millar de niñas y jovencitas, cuyas edades fluctúan entre 14 y 16 años, se prostituyen en la ciudad de México a cambio de cantidades de dinero que oscilan entre los 15 y 25 dólares.
Es evidente que la población infantil mexicana es deteriorada por problemas graves y que enfrenta una clara situación de vulnerabilidad en sus garantías y derechos.
Lo que suceda en la infancia tendrá trascendencia en el resto de su existencia y, en este sentido, en el futuro de nuestra nación. Por ello, promover un ambiente de desarrollo donde existe la igualdad de oportunidades, de acceso a la educación, la salud y el esparcimiento para los niños y las niñas mexicanos, será particularmente importantes.
En las últimas décadas, se ha mantenido una inversión relevante de sus recursos en políticas públicas hacia la infancia. Sin embargo, todavía es necesario aumentar las partidas dirigidas a políticas de protección a la niñez y adolescencia, y a la restitución de sus derechos.
Es por ello que el Gobierno de la República consciente de que cuidar los derechos de la infancia es una responsabilidad, ha planteado desarrollar y ejecutar políticas eficaces que alcancen a todos los niños y niñas y familias.
Además del incremento en la inversión para articular políticas que atiendan de manera específica cada etapa del ciclo de vida de la población –especialmente la infancia- y que permitirán lograr avances mucho más significativos y duraderos que en casi cualquier otra esfera del desarrollo de nuestra nación.


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martes, 29 de abril de 2014

Por Una Infancia Plena Por Alejandro Armenta Mier



Lo que ocurre con los niños y niñas en los primeros años de vida tiene una importancia fundamental tanto para su bienestar inmediato como para su futuro.
“Si en los primeros años de vida un niño recibe el mejor comienzo, probablemente crecerá sano, desarrollará capacidades verbales y de aprendizaje, asistirá a la escuela y llevará una vida productiva y gratificante”. (UNICEF)
Alrededor del mundo, a millones de niñas y niños se les niega el derecho a alcanzar todas sus posibilidades. De acuerdo a datos de UNICEF, cada año mueren cerca de 10 millones de menores de cinco años de edad y más, de los cuales 200 millones no desarrollan todo su potencial, simplemente porque ellos o sus cuidadores carecen de las condiciones básicas necesarias para sobrevivir y prosperar, siendo la causa subyacente de todos estos problemas la pobreza.
Las consecuencias de esto no se limitan a las vidas individuales de esos niños y niñas sino que afectan a familias, comunidades y naciones. Por lo que es necesario que cada infante reciba este comienzo de su vida de forma integral, y que pueda tener mayores oportunidades.
Para la ONU, los niños son primero y están por encima de cualquier otra consideración. Por lo que en el año 2000, los países miembros de las Naciones Unidas acordaron los Objetivos del Milenio (ODM). Los cuales establecen metas claras y tangibles con respecto a la lucha contra la pobreza y el mejoramiento de los niveles de vida de la población mundial para el año 2015.
Siendo uno de los componentes que contribuyen a la conquista de esos objetivos, el desarrollo en la primera infancia, ya que siete de los ocho objetivos de desarrollo del milenio se relacionan directamente con la supervivencia, el crecimiento y el desarrollo de los niños y niñas.
En México viven 39 millones de niños, niñas y adolescentes, lo que significa que el 35% de la población del país tiene menos de 18 años.
De acuerdo con los datos proporcionados por UNICEF, México ocupa el decimocuarto lugar entre los países con mayor índice de mortalidad infantil absoluta -menores de cinco años de edad-. Cada año mueren en México un total de 183 mil niños menores de cinco años.
Algunas causas de mortalidad son las relativas a ciertas afecciones originadas en el periodo perinatal provocadas en la madre principalmente por mala alimentación, 2.6 millones de niños presentan síntomas de desnutrición, la mitad de estos tienen problemas de peso y de talla.
La situación de millones de niños y niñas se agrava cuando los padres y madres viven en condiciones de marginación y pobreza, pues los niños adquieren responsabilidades ajenas a ellos, renunciando a medios y recursos que son imprescindibles para aumentar sus oportunidades futuras, como lo es la educación.
Más de tres millones de niños entre 3 y 17 años que no asisten a la escuela, ya que dejan de ir a la escuela porque tienen que comenzar a trabajar a una edad muy joven. Según un estudio del Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática (INEGI) sobre el trabajo infantil, 36% de los niños indígenas entre 6 y 14 años de edad trabajan, el doble que el promedio nacional calculado en 15.7%.
Además, datos estadísticos nos muestran un panorama preocupante sobre la situación de la infancia en México; no sólo por el hecho de que los niños tengan que trabajar sino por las condiciones en las que se lleva a cabo el trabajo. Estas condiciones son la mayoría de las veces injustas, y existen en ellas claros signos de explotación.
Según cifras del Centro Mexicano para la Defensa de la Infancia (CEMEDIN), un millar de niñas y jovencitas, cuyas edades fluctúan entre 14 y 16 años, se prostituyen en la ciudad de México a cambio de cantidades de dinero que oscilan entre los 15 y 25 dólares.
Es evidente que la población infantil mexicana es deteriorada por problemas graves y que enfrenta una clara situación de vulnerabilidad en sus garantías y derechos.
Lo que suceda en la infancia tendrá trascendencia en el resto de su existencia y, en este sentido, en el futuro de nuestra nación. Por ello, promover un ambiente de desarrollo donde existe la igualdad de oportunidades, de acceso a la educación, la salud y el esparcimiento para los niños y las niñas mexicanos, será particularmente importantes.
En las últimas décadas, se ha mantenido una inversión relevante de sus recursos en políticas públicas hacia la infancia. Sin embargo, todavía es necesario aumentar las partidas dirigidas a políticas de protección a la niñez y adolescencia, y a la restitución de sus derechos.
Es por ello que el Gobierno de la República consciente de que cuidar los derechos de la infancia es una responsabilidad, ha planteado desarrollar y ejecutar políticas eficaces que alcancen a todos los niños y niñas y familias.
Además del incremento en la inversión para articular políticas que atiendan de manera específica cada etapa del ciclo de vida de la población –especialmente la infancia- y que permitirán lograr avances mucho más significativos y duraderos que en casi cualquier otra esfera del desarrollo de nuestra nación.


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