Lo que ocurre con los niños y niñas en los
primeros años de vida tiene una importancia fundamental tanto para su bienestar
inmediato como para su futuro.
“Si en los primeros años de vida un niño
recibe el mejor comienzo, probablemente crecerá sano, desarrollará capacidades
verbales y de aprendizaje, asistirá a la escuela y llevará una vida productiva
y gratificante”. (UNICEF)
Alrededor del mundo, a millones
de niñas y niños se les niega el derecho a alcanzar todas sus posibilidades. De
acuerdo a datos de UNICEF, cada año mueren cerca de 10 millones de menores de cinco años de edad y más, de los cuales
200 millones no desarrollan todo su potencial, simplemente porque ellos o sus
cuidadores carecen de las condiciones básicas necesarias para sobrevivir y
prosperar, siendo la causa subyacente de todos estos problemas la pobreza.
Las consecuencias de esto no se
limitan a las vidas individuales de esos niños y niñas sino que afectan a
familias, comunidades y naciones. Por lo que es necesario que cada infante
reciba este comienzo de su vida de forma integral, y que pueda tener mayores
oportunidades.
Para la
ONU, los niños son primero y están por encima de cualquier otra consideración.
Por lo que en el año 2000, los países miembros de las Naciones Unidas acordaron los Objetivos del Milenio (ODM). Los cuales establecen
metas claras y tangibles con respecto a la lucha contra la pobreza y el
mejoramiento de los niveles de vida de la población mundial para el año 2015.
Siendo
uno de los componentes que contribuyen a la conquista de esos objetivos, el
desarrollo en la primera infancia, ya que siete de los ocho objetivos de
desarrollo del milenio se relacionan directamente con la supervivencia, el
crecimiento y el desarrollo de los niños y niñas.
En México viven 39 millones de niños, niñas
y adolescentes, lo que significa que el 35% de la población del país tiene
menos de 18 años.
De
acuerdo con los datos proporcionados por UNICEF, México ocupa el decimocuarto lugar entre los países con
mayor índice de mortalidad infantil absoluta -menores de cinco años de edad-.
Cada año mueren en México un total de 183 mil niños menores de cinco años.
Algunas
causas de mortalidad son las relativas a ciertas afecciones originadas en el
periodo perinatal provocadas en la madre principalmente por mala alimentación, 2.6 millones de niños presentan síntomas
de desnutrición, la mitad de estos tienen problemas de peso y de talla.
La
situación de millones de niños y niñas se agrava cuando los padres y madres
viven en condiciones de marginación y pobreza, pues los niños adquieren
responsabilidades ajenas a ellos, renunciando a medios y recursos que son
imprescindibles para aumentar sus oportunidades futuras, como lo es la
educación.
Más de
tres millones de niños entre 3 y 17 años que no asisten a la escuela, ya que
dejan de ir a la escuela porque tienen que comenzar a trabajar a una edad muy
joven. Según un estudio del Instituto Nacional de Estadística Geografía e
Informática (INEGI) sobre el trabajo infantil, 36% de los niños indígenas entre 6 y 14 años de edad trabajan, el doble
que el promedio nacional calculado en 15.7%.
Además,
datos estadísticos nos muestran un panorama preocupante sobre la situación de
la infancia en México; no sólo por el hecho de que los niños tengan que
trabajar sino por las condiciones en las que se lleva a cabo el trabajo. Estas
condiciones son la mayoría de las veces injustas, y existen en ellas claros
signos de explotación.
Según
cifras del Centro Mexicano para la
Defensa de la Infancia (CEMEDIN),
un millar de niñas y jovencitas, cuyas edades fluctúan entre 14 y 16 años, se
prostituyen en la ciudad de México a cambio de cantidades de dinero que oscilan
entre los 15 y 25 dólares.
Es
evidente que la población infantil mexicana es deteriorada por problemas graves
y que enfrenta una clara situación de vulnerabilidad en sus garantías y
derechos.
Lo que
suceda en la infancia tendrá trascendencia en el resto de su existencia y, en
este sentido, en el futuro de nuestra nación. Por ello, promover un ambiente de
desarrollo donde existe la igualdad de oportunidades, de acceso a la educación,
la salud y el esparcimiento para los niños y las niñas mexicanos, será
particularmente importantes.
En las
últimas décadas, se ha mantenido una inversión relevante de sus recursos en
políticas públicas hacia la infancia. Sin embargo, todavía es necesario aumentar
las partidas dirigidas a políticas de protección a la niñez y adolescencia, y a
la restitución de sus derechos.
Es por
ello que el Gobierno de la República consciente de que cuidar los derechos de
la infancia es una responsabilidad, ha planteado desarrollar y ejecutar
políticas eficaces que alcancen a todos los niños y niñas y familias.
Además
del incremento en la inversión para articular políticas que atiendan de manera
específica cada etapa del ciclo de vida de la población –especialmente la infancia-
y que permitirán lograr avances mucho más significativos y duraderos que en
casi cualquier otra esfera del desarrollo de nuestra nación.
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