miércoles, 31 de agosto de 2016

La crisis de la autoridad presidencial por Francisco Baeza


[@paco_baeza_]

Dice Florestán – o dice Joaquín López-Dóriga que dice Florestán–: “Hay pesadillas que comienzan al despertar”.

Enrique Peña Nieto debe haber despertado del ensueño la semana pasada. ¡El golpe fue frontal! El de Carmen Aristegui fue el primer ataque dirigido contra Enrique, la persona, y no contra Peña Nieto, el presidente. Le acusó de plagiar su tesis de licenciatura. La Universidad Panamericana lo ha confirmado y ha puesto en duda la estatura moral del mexiquense.

La revelación acentúa la fractura del marco de confianza entre el gobernante y los gobernados:

Friedrich Hegel dedica las páginas más brillantes de su Fenomenología del espíritu a analizar el origen de la autoridad. De acuerdo con él, el amo – el gobernante – solo es posible si el esclavo – el gobernado – le reconoce como tal. El esclavo renunciaría a su deseo de enfrentarse al amo porque quiere o porque debe, por convencimiento o por coacción; porque el amo ejerce sobre él algún tipo de autoridad moral o de autoridad legal.

Acercándonos al último tercio del sexenio, a Peña Nieto le será dificilísimo gobernar a partir de su autoridad moral. Tampoco tiene mucho margen de maniobra para hacerlo a partir de su autoridad legal, es decir, mediante el uso de la fuerza: Reforma y Consulta Mitofsky coinciden en que su aprobación está en mínimos y el informe de la CNDH sobre lo ocurrido en Tanhuanato le ha puesto a la defensiva. ¡De aquí al final de su mandato, el presidente enfrentará muchos escenarios en los que podría ser rebasado!

La crisis de la autoridad de Peña Nieto empieza a sentirse, también, al interior del PRI. A pesar de la terminación de la sana distancia entre el partido y la presidencia, el presidente está lejos de controlar los destinos del tricolor. Vapuleados en las urnas, los priístas escuchan cantos de sirena:

Por un lado, Manlio Fabio Beltrones ha despertado a los fantasmas de la ruptura, dormidos desde finales de la década de 1980. La corriente de Beltrones nace con la intención de influir en el proceso de selección del candidato presidencial en abierto desafío a la voluntad del líder fáctico del partido, el presidente de la República. “[Respecto a la selección del candidato presidencial], la dirección colegiada de nuestro partido debe tener libertad de decisión” – advierte. A priori, Beltrones no arriesgaría la unidad del tricolor, puesto que su motín no trascendería a lo ideológico o a lo programático; sin embargo, no debe subestimársele. El sonorense es uno de nuestros políticos más inteligentes y experimentados.

Por otro lado, Andrés Manuel López Obrador seduce a sus adversarios, en general, y a los priístas, en particular, con un mensaje conciliador. “[Durante mi administración] no habrá persecución. Justicia, no venganza” – les promete. Su objetivo es desmontar la estrategia del presidente, la cual pasa por asegurar el consenso político bajo la premisa de que el de enfrente representa una amenaza universal, y atraer, luego, a quienes, por uno u otro motivo, quieran saltar de su barco. El tabasqueño ha aprendido la lección y en su tercer intento de alcanzar la presidencia está dispuesto a negociar…

Septiembre se adivina tenso para un Peña Nieto sin mucho margen de maniobra:

El 1 rendirá su informe de gobierno ante un público escéptico y el 15 encabezará los festejos de la independencia en un zócalo potencialmente hostil; y el 10 y el 24 la Iglesia Católica se manifestará contra su polémica propuesta sobre el matrimonio igualitario. Además, el 26 se cumplirá el segundo aniversario de lo ocurrido en Ayotzinapa y el 2 de octubre, el cuadragésimo octavo de lo ocurrido en Tlatelolco. En Chiapas y Oaxaca, los niños siguen sin asistir a clases y en Jalisco y Sinaloa, los cárteles tocan tambores de guerra.

0 comentarios:

Publicar un comentario

miércoles, 31 de agosto de 2016

La crisis de la autoridad presidencial por Francisco Baeza


[@paco_baeza_]

Dice Florestán – o dice Joaquín López-Dóriga que dice Florestán–: “Hay pesadillas que comienzan al despertar”.

Enrique Peña Nieto debe haber despertado del ensueño la semana pasada. ¡El golpe fue frontal! El de Carmen Aristegui fue el primer ataque dirigido contra Enrique, la persona, y no contra Peña Nieto, el presidente. Le acusó de plagiar su tesis de licenciatura. La Universidad Panamericana lo ha confirmado y ha puesto en duda la estatura moral del mexiquense.

La revelación acentúa la fractura del marco de confianza entre el gobernante y los gobernados:

Friedrich Hegel dedica las páginas más brillantes de su Fenomenología del espíritu a analizar el origen de la autoridad. De acuerdo con él, el amo – el gobernante – solo es posible si el esclavo – el gobernado – le reconoce como tal. El esclavo renunciaría a su deseo de enfrentarse al amo porque quiere o porque debe, por convencimiento o por coacción; porque el amo ejerce sobre él algún tipo de autoridad moral o de autoridad legal.

Acercándonos al último tercio del sexenio, a Peña Nieto le será dificilísimo gobernar a partir de su autoridad moral. Tampoco tiene mucho margen de maniobra para hacerlo a partir de su autoridad legal, es decir, mediante el uso de la fuerza: Reforma y Consulta Mitofsky coinciden en que su aprobación está en mínimos y el informe de la CNDH sobre lo ocurrido en Tanhuanato le ha puesto a la defensiva. ¡De aquí al final de su mandato, el presidente enfrentará muchos escenarios en los que podría ser rebasado!

La crisis de la autoridad de Peña Nieto empieza a sentirse, también, al interior del PRI. A pesar de la terminación de la sana distancia entre el partido y la presidencia, el presidente está lejos de controlar los destinos del tricolor. Vapuleados en las urnas, los priístas escuchan cantos de sirena:

Por un lado, Manlio Fabio Beltrones ha despertado a los fantasmas de la ruptura, dormidos desde finales de la década de 1980. La corriente de Beltrones nace con la intención de influir en el proceso de selección del candidato presidencial en abierto desafío a la voluntad del líder fáctico del partido, el presidente de la República. “[Respecto a la selección del candidato presidencial], la dirección colegiada de nuestro partido debe tener libertad de decisión” – advierte. A priori, Beltrones no arriesgaría la unidad del tricolor, puesto que su motín no trascendería a lo ideológico o a lo programático; sin embargo, no debe subestimársele. El sonorense es uno de nuestros políticos más inteligentes y experimentados.

Por otro lado, Andrés Manuel López Obrador seduce a sus adversarios, en general, y a los priístas, en particular, con un mensaje conciliador. “[Durante mi administración] no habrá persecución. Justicia, no venganza” – les promete. Su objetivo es desmontar la estrategia del presidente, la cual pasa por asegurar el consenso político bajo la premisa de que el de enfrente representa una amenaza universal, y atraer, luego, a quienes, por uno u otro motivo, quieran saltar de su barco. El tabasqueño ha aprendido la lección y en su tercer intento de alcanzar la presidencia está dispuesto a negociar…

Septiembre se adivina tenso para un Peña Nieto sin mucho margen de maniobra:

El 1 rendirá su informe de gobierno ante un público escéptico y el 15 encabezará los festejos de la independencia en un zócalo potencialmente hostil; y el 10 y el 24 la Iglesia Católica se manifestará contra su polémica propuesta sobre el matrimonio igualitario. Además, el 26 se cumplirá el segundo aniversario de lo ocurrido en Ayotzinapa y el 2 de octubre, el cuadragésimo octavo de lo ocurrido en Tlatelolco. En Chiapas y Oaxaca, los niños siguen sin asistir a clases y en Jalisco y Sinaloa, los cárteles tocan tambores de guerra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario