Desde que se concibe el ser humano, ya perdió su primera libertad: la de escoger si nacer o no nacer. Enseguida pierde otras más: en qué vientre formarse, dónde nacer, en qué patria. Luego pierde la libertad de escoger su nombre. Una sucesión de pérdida de libertades lo acostumbra a ser esclavo. Se le enseña a obedecer y desde pequeño se le dice que los niños obedientes son más bonitos, ¿pero a quién le interesa ser bonito? Parece que al humano condicionado sí. Hace unos días vi un señor acompañado por un perro y un niño; al llegar a una banca, el señor se sentó y dijo "siéntate", el perro no se sentó aunque la orden iba dirigida a él, pero adivinen quién sí se sentó. Lo que deberíamos hacer es aprender a desobedecer.
Dionisio Stone
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