En 1930, Pascual Ortiz Rubio, entonces
embajador de México en Brasil, fue llamado de regreso a casa “para compartir el
poder con Plutarco Elías Calles”. Alfonso Reyes le substituyó en la delegación
diplomática. Al regiomontano, tan universal, le resultó complicadísimo el
encuentro con un país que le era extraño, del cual ignoraba su lengua y sus
costumbres. —Echo de menos mi vida en Argentina —escribió en su diario.
—Inmensa tristeza. Su embajada en Buenos Aires había sido la más intensa en lo
literario pero la de São Paulo, animada por el colapso de la República Velha y por la revolución de Getulio Vargas,
lo sería en lo personal y en lo político…
La experiencia brasileña de Alfonso
Reyes fue fundamental para la redacción de la Cartilla moral (1944), el texto
de inspiración cristiana que resume el pensamiento alfonsino y nutre la
plataforma política del lopezobradorismo. La Cartilla es lectura obligatoria
para comprender el fenómeno que ha dominado el escenario político nacional la
última década. En diciembre de 2011, Andrés Manuel López Obrador la rescató y
la convirtió en el eje rector de su campaña electoral. A partir de ella, López
Obrador propone la construcción de una república amorosa, un país ideal e
inalcanzable en el que los ciudadanos practicarían el bien sin necesidad de ser
obligados a ello; una idea admirable pero ajena a la realidad nacional. En Los
fundamentos para una república amorosa, el tabasqueño
comienza diciendo que la decadencia social no se debería únicamente a
la carencia de bienes materiales sino, también “a la pérdida de nuestros valores morales y espirituales”.
Seguramente, López Obrador vive de
acuerdo con las lecciones de Reyes, austera y honestamente, respetando “a la
familia, al prójimo, a la patria, a la naturaleza”. Desde ese trono exclusivo,
casi, se considera con la autoridad para liderar la revolución moral del país.
Andrés Manuel, El Benevolente juzga y perdona. A la mafia, a aquellos que se han decidido hacer el mal les ofrece
una redención muy alfonsina en la forma de amnistía anticipada. El tabasqueño ha aprendido de
sus fracasos y a la tercera se muestra pragmático, propone pactos; ha
comprendido que no podría alcanzar la presidencia desde una posición de
confrontación sino desde una de conciliación, ha aceptado cambiar la
pureza política de su movimiento por las estructuras necesarias para construir
una candidatura ganadora. La exhibición de su músculo con motivo de la firma de
un acuerdo de unidad nacional y la participación en su proyecto de trásfugas
ligados a todas las fuerzas políticas —algunos, de dudosa procedencia, un riesgo que parece dispuesto a
correr—
y del empresariado nacional —algunos, ligados a apellidos de abolengo; Romo, Azcárraga,
Salinas, Slim— prueban que la estrategia está funcionando…
Andrés Manuel López Obrador le lee y
relee. El escenario actual, supone, admite hacer sacrificios en lo moral para
llevar a Reyes de la teoría a la práctica. La fin justifie les moyens!
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