miércoles, 6 de diciembre de 2017

Política de Cultura del Agua, un mejor futuro para nuestros hijos



                                                                         Alberto Jiménez Merino 
                                                                  Director de la Comisión Nacional del Agua en Puebla

Hay quienes dicen que solo tenemos 3 años para salvar al planeta. 

Actualmente, se dice que en los mares hay un kilogramo de plástico por cada 5 de peces y, en México, la disposición del volumen de agua por cada mexicano ha disminuido considerablemente; en el año de 1950 cada habitante de este país podía contar con 11 mil metros cúbicos de agua por año, hoy en día solo dispone de 3 mil 692 en el mismo periodo. 

Anualmente, nuestro país recibe 1 millón 449 mil metros cúbicos de lluvia, de estos, se estima una evaporación del 72.5 por ciento; el 21.2 por ciento escurre por los ríos y arroyos y únicamente el 6.3 por ciento se infiltra al subsuelo de forma natural y recarga los acuíferos. 

Tomando en cuenta los ingresos de agua de Guatemala y Estados Unidos y las entregas de agua a este último por el Tratado de 1944, México cuenta con 446 mil 777 millones de metros cúbicos de agua dulce renovable anualmente. 

Lo anterior lo menciono debido a que, con mucha o poca agua, no hemos desarrollado una Cultura del Agua que nos oriente por convicción propia a cuidarla. 

Al bañarnos, desperdiciamos una gran cantidad porque abrimos toda la capacidad de la regadera y esperamos hasta que salga caliente. También barremos la banqueta con el chorro de la manguera o lavamos el auto a “manguerazos” y, la tiramos para mojar a la gente durante la tradición del sábado de gloria; incluso gente con un mayor nivel de conciencia muestra algunas inconsistencias respecto al problema del agua. 

En el campo, el vital líquido se desperdicia en más de la mitad, con sistemas de riego tradicionales, de la que actualmente se asigna. 

Una muestra con 279 estudiantes de biología de la UNAM (López y Moreno 2004), reporta que todos reconocen que el agua es un líquido maravilloso, vital y que, es un problema real la forma en como la  usamos. No obstante, 4 de cada 10, de estos estudiantes creen que el gobierno es el único responsable de los problemas existentes, y 2 de ellos señalan que se ha exagerado el problema y que nunca se solucionará.  Este mismo estudió arrojó los siguientes datos: 4 de cada 10 dejan la llave abierta mientras se lavan los dientes, mientras que únicamente 3 utilizan un vaso con agua; en el caso de lavarse las manos, también 4 de cada 10 desperdician el agua o no le dan importancia, mientras que el resto aceptó cuidarla.

Esto también nos demuestra que los sistemas educativos establecidos no han abordado los temas relacionados al conocimiento de los recursos existentes en las comunidades ni las posibilidades de aprovechamiento. Las necesidades de las familias, de los sectores productivos y los principales problemas nacionales, aún no están debidamente integrados a los contenidos educativos. 

Asimismo, también es necesario que se enseñe lo básico en materia de agua, ríos, bosques, plantas útiles, fauna y su aprovechamiento racional y sustentable, a quienes no podrán realizar estudios universitarios. 

Es importante destacar en la sociedad que el agua es la base fundamental de la vida, pero también es importante resaltar que su relativa abundancia, “caída del cielo”, no está permitiendo crear una consciente cultura para su aprovechamiento, cuidado y manejo responsable. 

Nos hace falta información útil, accesible y simplificada que nos ayude a volvernos conscientes sobre la importancia de este líquido vital que ya escasea en muchas partes de México y del mundo. 

Por todo lo anterior, nos hemos echado a cuestas la preparación de un Manual Básico sobre la Cultura del Agua;  además de que es también el resultado, que me da la autoridad moral de escribirlo, de  haber sido acarreador de agua en la infancia para satisfacer algunas necesidades familiares en el municipio de Tecomatlán, en Puebla. 

Los objetivos de este documento son principalmente orientar a la población, especialmente a los niños y jóvenes, sobre la importancia del cuidado del agua para garantizar un mejor futuro. 

Cuidar el agua, es cuidar la vida, el ambiente y el desarrollo económico de las familias y sus comunidades. Tratemos de que sean ellos, los niños y jóvenes, quienes eduquen a sus padres.  

De igual forma, escribir un documento como este es contribuir a encontrar soluciones a la problemática del agua así como a la seguridad alimentaria e impulsar una cultura del agua que reconozca la necesidad de formar líderes que resuelvan problemas actuales y guíen el desarrollo de las comunidades. 

El ciclo del agua, la fórmula H2O, un líquido incoloro e inodoro, los porcentajes de agua que contiene el planeta y el cuerpo humano, son los datos básicos de quienes fuimos a la escuela. Sin embargo, al igual que el experimento del frijolito germinado, es lo único que conocimos en los niveles escolares básicos respecto al agua y la alimentación.  

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miércoles, 6 de diciembre de 2017

Política de Cultura del Agua, un mejor futuro para nuestros hijos



                                                                         Alberto Jiménez Merino 
                                                                  Director de la Comisión Nacional del Agua en Puebla

Hay quienes dicen que solo tenemos 3 años para salvar al planeta. 

Actualmente, se dice que en los mares hay un kilogramo de plástico por cada 5 de peces y, en México, la disposición del volumen de agua por cada mexicano ha disminuido considerablemente; en el año de 1950 cada habitante de este país podía contar con 11 mil metros cúbicos de agua por año, hoy en día solo dispone de 3 mil 692 en el mismo periodo. 

Anualmente, nuestro país recibe 1 millón 449 mil metros cúbicos de lluvia, de estos, se estima una evaporación del 72.5 por ciento; el 21.2 por ciento escurre por los ríos y arroyos y únicamente el 6.3 por ciento se infiltra al subsuelo de forma natural y recarga los acuíferos. 

Tomando en cuenta los ingresos de agua de Guatemala y Estados Unidos y las entregas de agua a este último por el Tratado de 1944, México cuenta con 446 mil 777 millones de metros cúbicos de agua dulce renovable anualmente. 

Lo anterior lo menciono debido a que, con mucha o poca agua, no hemos desarrollado una Cultura del Agua que nos oriente por convicción propia a cuidarla. 

Al bañarnos, desperdiciamos una gran cantidad porque abrimos toda la capacidad de la regadera y esperamos hasta que salga caliente. También barremos la banqueta con el chorro de la manguera o lavamos el auto a “manguerazos” y, la tiramos para mojar a la gente durante la tradición del sábado de gloria; incluso gente con un mayor nivel de conciencia muestra algunas inconsistencias respecto al problema del agua. 

En el campo, el vital líquido se desperdicia en más de la mitad, con sistemas de riego tradicionales, de la que actualmente se asigna. 

Una muestra con 279 estudiantes de biología de la UNAM (López y Moreno 2004), reporta que todos reconocen que el agua es un líquido maravilloso, vital y que, es un problema real la forma en como la  usamos. No obstante, 4 de cada 10, de estos estudiantes creen que el gobierno es el único responsable de los problemas existentes, y 2 de ellos señalan que se ha exagerado el problema y que nunca se solucionará.  Este mismo estudió arrojó los siguientes datos: 4 de cada 10 dejan la llave abierta mientras se lavan los dientes, mientras que únicamente 3 utilizan un vaso con agua; en el caso de lavarse las manos, también 4 de cada 10 desperdician el agua o no le dan importancia, mientras que el resto aceptó cuidarla.

Esto también nos demuestra que los sistemas educativos establecidos no han abordado los temas relacionados al conocimiento de los recursos existentes en las comunidades ni las posibilidades de aprovechamiento. Las necesidades de las familias, de los sectores productivos y los principales problemas nacionales, aún no están debidamente integrados a los contenidos educativos. 

Asimismo, también es necesario que se enseñe lo básico en materia de agua, ríos, bosques, plantas útiles, fauna y su aprovechamiento racional y sustentable, a quienes no podrán realizar estudios universitarios. 

Es importante destacar en la sociedad que el agua es la base fundamental de la vida, pero también es importante resaltar que su relativa abundancia, “caída del cielo”, no está permitiendo crear una consciente cultura para su aprovechamiento, cuidado y manejo responsable. 

Nos hace falta información útil, accesible y simplificada que nos ayude a volvernos conscientes sobre la importancia de este líquido vital que ya escasea en muchas partes de México y del mundo. 

Por todo lo anterior, nos hemos echado a cuestas la preparación de un Manual Básico sobre la Cultura del Agua;  además de que es también el resultado, que me da la autoridad moral de escribirlo, de  haber sido acarreador de agua en la infancia para satisfacer algunas necesidades familiares en el municipio de Tecomatlán, en Puebla. 

Los objetivos de este documento son principalmente orientar a la población, especialmente a los niños y jóvenes, sobre la importancia del cuidado del agua para garantizar un mejor futuro. 

Cuidar el agua, es cuidar la vida, el ambiente y el desarrollo económico de las familias y sus comunidades. Tratemos de que sean ellos, los niños y jóvenes, quienes eduquen a sus padres.  

De igual forma, escribir un documento como este es contribuir a encontrar soluciones a la problemática del agua así como a la seguridad alimentaria e impulsar una cultura del agua que reconozca la necesidad de formar líderes que resuelvan problemas actuales y guíen el desarrollo de las comunidades. 

El ciclo del agua, la fórmula H2O, un líquido incoloro e inodoro, los porcentajes de agua que contiene el planeta y el cuerpo humano, son los datos básicos de quienes fuimos a la escuela. Sin embargo, al igual que el experimento del frijolito germinado, es lo único que conocimos en los niveles escolares básicos respecto al agua y la alimentación.  

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