miércoles, 11 de abril de 2018

AMLO: La ola




Hay de olas, a olas. Hay las que son generadas por el viento, las que lo son por tormentas y las que lo son por maremotos. Y hay olas políticas, análogas al fenómeno físico. ¡Y muy choteadas! Tal vez por eso, aunque la analogía sería perfecta, Andrés Manuel López Obrador haya evitado referirse así a su movimiento.

La ola de López Obrador no se ha generado solo por un viento de cambio ni solo por la tormenta del enojo, sino en un maremoto en las entrañas del sistema político mexicano que éste año toca su punto crítico en el que deberá definir si continúa la ruta del neoliberalismo depredador que nos ha arruinado durante tres décadas o regresa a la de un nacionalismo revolucionario ochentero más o menos adecuado a nuestros días. A 90 días de distancia, la ola parece impresionante: Sin embargo señala que el promedio de las encuestas levantadas durante la etapa de precampaña, entre el 14 de diciembre y el 11 de febrero, le daba a López Obrador  una ventaja de doble dígito sobre sus perseguidores (38% de la intención de voto contra 27% y 22%). A partir de entonces, el promedio de su ventaja se ha ampliado (40% contra 28% y 25%). No es sorprendente, pues, que de la mano de López Obrador, MORENA haya tenido un crecimiento sostenido en número de votantes o que sea el partido que más ha crecido en el número de afiliados.

Indudablemente, la marca AMLO es la principal fortaleza de todos los candidatos que competirán bajo las siglas de la aberrante coalición MORENA-PT-PES. Luego, es entendible que la mejor campaña de estos sea hacer campaña para López Obrador. Los nuevos barones del lopezobradorismo, sin embargo, se equivocan al asegurar a sus candidatos que quien no arbole orgullosísimo la efigie de su patrón “va a perder”. La ola de López Obrador es un tsunami que romperá violentamente pero que, como es natural, irá perdiendo fuerza conforme vaya penetrando en tierra; la marca AMLO, pues, tenderá a diluirse conforme vaya compitiendo en los procesos más locales: en los municipios, especialmente en los más pequeños, la marca no será tan decisiva como sus candidatos o sus propuestas; a nivel municipal los votantes tienen demandas electorales muy concretas en materia de seguridad, movilidad o sanidad que no son competencia del presidente de la República sino de los presidentes municipales. ¿Carro completo? ¡Ni hablar!

Ha quedado clarísimo que el principal objetivo de los candidatos de MORENA es hacer ganar a López Obrador. El principal, de acuerdo, pero no debería ser el único. Otra vez se equivocan los nuevos barones del lopezobradorismo al proclamar que de nada serviría ganar gubernaturas o presidencias municipales “si no se ganara la presidencia de la República”. La afirmación invita al desánimo: el Movimiento tiene ¿tenía? la oportunidad de promover la generación de una nueva clase política pero ha preferido reciclar a políticos habituales cuyas estructuras cumplirán con el tributo electoral lopezobradorista, garantizando la movilización de sus votantes y la defensa de sus casillas el día de la elección. Y se pone peor: la estrategia AMLOcéntrica hace de dique a la ola, remitiéndonos al pragmatismo que impera donde se toman las decisiones del partido. En MORENA, el partido político fundado, estos días, hace 4 años, ex professo para sostener la candidatura presidencial de López Obrador, todos los proyectos personales están supeditados al proyecto presidencial y, por lo tanto, son negociables. La tentación de negociar votaciones diferenciadas que le convengan en lo nacional y le perjudiquen en lo local, está…

Para Andrés Manuel López Obrador, las condiciones meteorológicas y geológicas o políticas y sociales son inmejorables. Electoralmente, él y solo él se beneficia de la suma de frustraciones y enojos y del agotamiento del sistema político.

En condiciones más favorables el fenómeno AMLO sería imposible.

Francisco Baeza [@paco_baeza_]. 11 de abril de 2018.

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miércoles, 11 de abril de 2018

AMLO: La ola




Hay de olas, a olas. Hay las que son generadas por el viento, las que lo son por tormentas y las que lo son por maremotos. Y hay olas políticas, análogas al fenómeno físico. ¡Y muy choteadas! Tal vez por eso, aunque la analogía sería perfecta, Andrés Manuel López Obrador haya evitado referirse así a su movimiento.

La ola de López Obrador no se ha generado solo por un viento de cambio ni solo por la tormenta del enojo, sino en un maremoto en las entrañas del sistema político mexicano que éste año toca su punto crítico en el que deberá definir si continúa la ruta del neoliberalismo depredador que nos ha arruinado durante tres décadas o regresa a la de un nacionalismo revolucionario ochentero más o menos adecuado a nuestros días. A 90 días de distancia, la ola parece impresionante: Sin embargo señala que el promedio de las encuestas levantadas durante la etapa de precampaña, entre el 14 de diciembre y el 11 de febrero, le daba a López Obrador  una ventaja de doble dígito sobre sus perseguidores (38% de la intención de voto contra 27% y 22%). A partir de entonces, el promedio de su ventaja se ha ampliado (40% contra 28% y 25%). No es sorprendente, pues, que de la mano de López Obrador, MORENA haya tenido un crecimiento sostenido en número de votantes o que sea el partido que más ha crecido en el número de afiliados.

Indudablemente, la marca AMLO es la principal fortaleza de todos los candidatos que competirán bajo las siglas de la aberrante coalición MORENA-PT-PES. Luego, es entendible que la mejor campaña de estos sea hacer campaña para López Obrador. Los nuevos barones del lopezobradorismo, sin embargo, se equivocan al asegurar a sus candidatos que quien no arbole orgullosísimo la efigie de su patrón “va a perder”. La ola de López Obrador es un tsunami que romperá violentamente pero que, como es natural, irá perdiendo fuerza conforme vaya penetrando en tierra; la marca AMLO, pues, tenderá a diluirse conforme vaya compitiendo en los procesos más locales: en los municipios, especialmente en los más pequeños, la marca no será tan decisiva como sus candidatos o sus propuestas; a nivel municipal los votantes tienen demandas electorales muy concretas en materia de seguridad, movilidad o sanidad que no son competencia del presidente de la República sino de los presidentes municipales. ¿Carro completo? ¡Ni hablar!

Ha quedado clarísimo que el principal objetivo de los candidatos de MORENA es hacer ganar a López Obrador. El principal, de acuerdo, pero no debería ser el único. Otra vez se equivocan los nuevos barones del lopezobradorismo al proclamar que de nada serviría ganar gubernaturas o presidencias municipales “si no se ganara la presidencia de la República”. La afirmación invita al desánimo: el Movimiento tiene ¿tenía? la oportunidad de promover la generación de una nueva clase política pero ha preferido reciclar a políticos habituales cuyas estructuras cumplirán con el tributo electoral lopezobradorista, garantizando la movilización de sus votantes y la defensa de sus casillas el día de la elección. Y se pone peor: la estrategia AMLOcéntrica hace de dique a la ola, remitiéndonos al pragmatismo que impera donde se toman las decisiones del partido. En MORENA, el partido político fundado, estos días, hace 4 años, ex professo para sostener la candidatura presidencial de López Obrador, todos los proyectos personales están supeditados al proyecto presidencial y, por lo tanto, son negociables. La tentación de negociar votaciones diferenciadas que le convengan en lo nacional y le perjudiquen en lo local, está…

Para Andrés Manuel López Obrador, las condiciones meteorológicas y geológicas o políticas y sociales son inmejorables. Electoralmente, él y solo él se beneficia de la suma de frustraciones y enojos y del agotamiento del sistema político.

En condiciones más favorables el fenómeno AMLO sería imposible.

Francisco Baeza [@paco_baeza_]. 11 de abril de 2018.

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