Alberto
Jiménez Merino
Ex Rector de la Universidad
Autónoma Chapingo
Contar con 100 mil escuelas
de tiempo completo, con comedores para los alumnos, es un apoyo impensable para
nuestras generaciones.
Actualmente, este país
cuenta con cerca de 240 mil escuelas así como con 30 millones de estudiantes en
todos los niveles.
Muchos de nosotros, en su
momento, tuvimos que salir de nuestros pueblos porque no había los niveles escolares
que ya requeríamos cursar y, en muchísimas ocasiones, más de las que uno se
puede imaginar, no teníamos los recursos económicos necesarios para continuar
nuestros estudiosos cuales sí existían en otras partes de nuestro país.
Así fue como yo salí de
Tecomatlán, en el estado de Puebla, para terminar la primaria en el Centro
Regional de Educación Fundamental José Amarillas, en el estado de Tlaxcala. A mí
me tocó compartir un salón para que dos grupos diferentes cursáramos dos grados
escolares diferentes; esta experiencia la viví en mi pueblo. En Tlaxcala, el
internado al que llegué era para gente muy humilde, pedían constancia de
pobreza, la cual me extendió la autoridad municipal; allí existían todos los
servicios básicos lo que me permitió terminar la escuela primaria y tener una
mejor expectativa de vida.
Posteriormente y por
circunstancias de la vida ingresé, sin proponérmelo, al servicio doméstico. En
Panotla, Tlaxcala, un pueblo con una gran cantidad de maestros en los años 70 y
con un nivel económico aceptable, se requería de ayudantes en los quehaceres de
la casa para que las maestras pudieran trabajar.
Es así como, después de
terminar el sexto año de primaria en el internado José Amarillas, llegué a la
Escuela Secundaria Federa Rafael Minor Franco, y gracias a que pude desempeñar
trabajo doméstico como auxiliar, tuve acceso a tener alojamiento y alimentación
para poder cursar la secundaria.
¡Aún sigo agradecido por
esas enormes oportunidades que me prepararon para la vida!.
De esta forma fue que aprendí
a barrer, trapear, arreglar las recámaras, hacer la comida, lavar los trastes,
lavar ropa, planchar o remendar ropa; fueron más de 50 actividades nuevas las
que fui aprendiendo, además de algunas labores del campo, desconocidas para mí,
como cortar alfalfa o limpiar cerdos, poner un huerto familiar o, en otros casos,
hacer los mandados cotidianos.
Después de esto, siguió mi
ingreso a la Escuela Nacional de Agricultura en Chapingo, Estado de México, la
cual, en la práctica, es una escuela de tiempo completo por los apoyos
existentes para la formación profesional de ingenieros agrónomos. Ingresando
desde la preparatoria hasta el nivel profesional se accede a esta opción
automáticamente. Fue en ese entonces que la Escuela Nacional de Agricultura se
transformó en Universidad Autónoma Chapingo, de la que tuve el honor de ser
Rector en 1990.
La escuela es el espejo de
la sociedad, es el espejo de las comunidades, lo que pasa o se aprende en la
escuela inmediatamente se refleja en el actuar diario. También las
omisiones se reflejan de inmediato. La
escuela es fundamental para formar a los ciudadanos del futuro, para educar a
los niños hoy y no castigar a los adultos mañana.
Los maestros son personajes
insustituibles en el proceso de formación de nuestros hijos, y no por lo que
enseñan que en si ya es muy importante,
sino por la transformación que hacen de alguien en personas que no existían,
como lo definió John Ruskin. Lamentablemente, la docencia y la investigación
son de las tareas más mal pagadas.
En este contexto, y como
mexicano, me siento muy identificado con las propuestas de José Antonio Meade
Kuribeña, candidato ciudadano por el Partido Revolucionario Institucional (PRI)
a la Presidencia de México.
En primer lugar, por el
apoyo anunciado para establecer 100 mil escuelas de tiempo completo de las 240
mil existentes que ayudará a formar mejores mexicanos, así como apoyo para el
desarrollo laboral y profesional de las madres. Tanto el internado como Chapingo
en donde estudié, son aún escuelas de tiempo completo y puedo hablar de sus enormes
beneficios.
En segundo lugar, por el
apoyo anunciado para más de 3 millones de trabajadoras domésticas, al impulsar
la deducción de impuestos sobre las aportaciones voluntarias de los patrones y
con ello contribuir a que tengan seguridad social. Gracias al trabajo doméstico fue que yo pude desarrollar mis capacidades y
estudiar la secundaria; algo que hubiera resultado imposible para mis
circunstancias, sin esta oportunidad de la vida.
Y en tercer lugar,
incentivos reales a los salarios y prestaciones de más de un millón de maestros
que, sin duda, será fundamental para mejorar la calidad de la educación que
permita formar mejores profesionistas y ciudadanos que atiendan con mayores capacidades
los problemas nacionales en la regiones y comunidades.
Confío plenamente en que el
ciudadano Meade, candidato a la Presidencia de México, habrá de cumplir con sus
compromisos de apoyar las escuelas de
tiempo completo, apoyar a las trabajadoras domésticas y apoyar a los maestros
mexicanos.
Es un funcionario honesto e
íntegro, sin ambiciones desmedidas de poder y con un gran compromiso por servir
a México.
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