Alberto Jiménez Merino
Director de la Comisión Nacional del Agua en
Puebla
México cuenta con más de 5
millones de unidades productivas rurales, pero 2.5 millones de estas tienen
extensiones menores a 2.5 hectáreas y el 85 por ciento de la superficie depende
´nicamente de las lluvias para producir.
Asimismo, 85 de cada 100
productores del campo solo lo hacen para el autoconsumo y, a la mayoría, no le
alcanza para cubrir sus necesidades familiares anuales; otro dato relevante es
que hay más de 30 millones de mexicanos viviendo en el campo.
La productividad del campo
es aún baja pese a los importantes esfuerzos y avances que se han tenido en los
últimos años. Los bajos rendimientos, los altos costos de producción, el
desperdicio de recursos e insumos, la erosión de suelos y la reducción de la disponibilidad
de agua, son, entre otras cosas, fuertes limitantes para el desarrollo.
Tan solo en la utilización
de insumos de más, tales como semillas, agua, fertilizantes, agroquímicos,
excesivo movimiento de tierras y trabajo innecesario, se pierden cada año en
promedio mil pesos por hectárea y, con una frontera agrícola de 20 millones de
hectáreas, esto se convierte en una pérdida anual de 20 mil millones de pesos, mucho más de lo
destinado al programa PROAGRO.
Todavía la pobreza de
millones de mexicanos es uno de los mayores problemas sociales y junto con el
deterioro ambiental, la reducción de la disponibilidad de agua, la
contaminación por residuos sólidos y aguas residuales, la pérdida de bosques, especies animales, la reducción de la pesca
ribereña y el cambio climático hacen una situación muy compleja de resolver.
El pago por desastres y
afectaciones meteorológicas se ha incrementado 7 veces a nivel mundial,
equivalente a dos veces el Producto Interno Bruto global (PIB). Hoy hay más
huracanes, frentes fríos, heladas, granizadas, lluvias intensas, sequias o inundaciones
que afectan la infraestructura y el patrimonio de las personas, sin
olvidar los fenómenos geológicos como
los terremotos.
Por lo anterior, adquiere
gran relevancia que en el discurso de campaña presidencial de José Antonio
Meade, hoy se hable de estos temas que en otros procesos solo se tocaban
marginalmente; como marginal y hasta con menosprecio era su atención al dejarle
solo las migajas de los presupuestos públicos.
Seguridad alimentaria para
las familias, apoyo con semillas mejoradas, fertilizantes, maquinaria, insumos
de mejor calidad e impulso a la
producción de alimentos en el traspatio, habla de un candidato conocedor de la realidad
de los mexicanos y destaca la experiencia y preparación que permite tener la
sensibilidad para atender estos reclamos.
El aprovechamiento racional y mejor de
nuestros recursos naturales es algo impostergable; en los últimos 50 años se
han perdido el 40 por ciento de los mamíferos, se ha perdido el suelo por
erosión y degradación, tenemos menos cubierta vegetal y la pesca ribereña en
ríos ha desaparecido hasta en un 90 por ciento.
Se necesitan políticas que
permitan una comercialización más justa y el acortamiento de la brecha
productor – consumidor, en la que los que menos invierten y arriesgan no se
queden con la mayor rebanada del pastel. Productos que en el campo valen 40
pesos, no pueden valer 200 al público.
Sin embargo, a falta de
asesoría técnica, acompañamiento profesional con extensionistas, apoyos
sanitarios e inocuidad, la falta de infraestructura de almacenamiento
para hacer volúmenes y la falta de apoyos financieros más accesibles y rápidos
es parte de las causas de esta situación tan desventajosa para los productores.
El agua, como un asunto
fundamental de la seguridad nacional por su impacto en la vida, la economía y
la gobernabilidad, requiere, como lo propone Meade, de mayores inversiones que
aseguren el abasto; por su parte, el saneamiento es necesario para que se devuelva
a México sus ríos limpios y asegure una vida más digna a las futuras
generaciones.
La seguridad social para los
productores cañeros es importante para que no tengan que andar mendigando cada
ciclo de corte por esta prestación, motivo de una gran incertidumbre y
preocupación.
Por su parte, las familias
campesinas, por su reducido nivel económico, enfrentan un calvario cuando
fallece el jefe de familia. Muchas veces no se cuenta ni para los más básicos
gastos funerarios. Por ello, el ciudadano Meade propone un seguro de vida para
todos los productores, es decir para casi 3 millones de mexicanos que hoy no
tiene acceso a un beneficio semejante.
El pacto del campo, es un
pacto basado en realidades que solo quien tiene la experiencia, la preparación
y la sensibilidad puede hacer que suceda.
El campo es la fuerza de
México, por eso, muchos estamos apoyando al ciudadano Meade para Presidente de
este gran País.
0 comentarios:
Publicar un comentario