Alberto
Jiménez Merino
Ex
Rector de la Universidad Autónoma Chapingo
La capacitación y la
asesoría que inician desde la motivación, la orientación y el desarrollo de
habilidades, son la base fundamental de todo desarrollo individual, familiar y
comunitario. Sin estos elementos, todos los miles de millones de pesos
invertidos en la atención de la pobreza, se pierden lamentablemente.
Sin embargo, las necesidades
de las familias son tan grandes que si no se otorga algo material, ni el
ciudadano ni el gobernante consideran que estén haciendo algo real por ayudar;
mucho más cuando la toma de fotografías y la difusión de noticias es el
objetivo principal. La capacitación y la asesoría no lucen para las fotos.
Aunque, “agradezco más a quien me dio conocimientos
que a quien me heredó un imperio”, frase de autor anónimo, sigue siendo
vigente. La realidad es que quien no entrega algo material es un gobernante o
líder que no sirve a los ojos de las necesidades diarias. Este es uno de los
argumentos para la entrega de las tan criticadas despensas.
En una visita realizada como
Secretario de Desarrollo Rural a una comunidad de la Sierra Norte de Puebla con
motivo de apoyar a las familias, lo primero que escuché fue, “¿qué nos trae?”;
una pregunta que se repite constantemente en muchas comunidades
Respondí con la contestación
menos política, pero siempre hablando con la verdad: “No les traigo nada porque
no sé qué necesitan”.
“Es que necesitamos todo,
nadie nos ha apoyado”, me dijeron. Y así empezamos un dialogo que se convirtió
en una sesión de planeación comunitaria básica, a nivel huarache, que es tan válida
como las mejores y más avanzadas estrategias de planeación comunitaria.
A qué se dedican aquí;
quiénes y cuántos son; hay alguna lista de los que se dedican a los mismo; están
de acuerdo en integrar un censo de
productores, poner a un representante provisional del grupo con la tarea de
integrar el censo y convocarlos para hacer un diagnóstico de problemas y
necesidades –pregunté.
Y fue así como supimos que
en esa comunidad desarrollaban 12 actividades productivas principales, una de
las cuales era la producción de maíz, la cual practicaba el 90 por ciento de la
comunidad y un 60 por ciento también sembraba frijol. En otros varios casos, los habitantes practicaban hasta 5
actividades en la lógica de que, si no me va bien en una, me ayudaré con la
otra en forma complementaria.
De igual forma, se realizaron
las reuniones en las cuales compartieron los problemas y necesidades.
Destacaron problemas de no disponer de semillas, abonos, bajos rendimientos, dónde
vender, plagas y enfermedades, bajos precios de venta, sequía, aguas
contaminadas, pérdida de suelo, falta de bodegas para conjuntar volúmenes,
empacado de productos, exploración de nuevos mercados, entre otras.
Invariablemente, todo
conducía a la falta de integración productiva, no se conocían entre sí los que
se dedican a una actividad y cada quien lo hacía en forma individual, muchas
veces compitiendo entre ellos mismos.
Esto demuestra que el
intercambio de experiencias es nulo y la innovación solo se da a través de esfuerzos
personales muy escasos y muy poco socializados.
Más grave aún es que, toda
esta problemática se pretende resolver con programas y apoyos generales,
diseñados en escritorios de las capitales del país o cabeceras municipales sin tomar en cuenta
las realidades que viven las familias. La diversidad ambiental y socioeconómica
es notoria en un mismo municipio. Lo que sirve en un lado puede que no se pueda
aplicar en otro.
Igualmente grave es que la educación,
la base de todo desarrollo humano, no considere en sus contenidos los problemas
que viven las comunidades. Al menos en aquellas que son prioritarias, no se
tiene hoy una atención real y efectiva en temas como el agua, la alimentación,
el cuidado del medio ambiente, la educación financiera, el aprovechamiento de
los recursos naturales así como la educación cívica y ética.
La capacitación y la
asesoría han sido aspectos secundarios en los programas de apoyo y fomento que
establecen los gobiernos en sus tres órdenes. Entre sus razones están que,
requieren la contratación de personal y consecuentemente el apoyo de vehículos
y seguridad social.
Por todo ello, prevalece la
entrega de cosas materiales como la gran respuesta en apoyos a la población y
se menosprecia el apoyo intelectual, sin el cual los impactos de lo material
son nulos.
No invertir en el desarrollo
de las personas, en apoyar el desarrollo de capacidades y solo dar apoyos
económicos y materiales, le ha costado muy caro a nuestro país. En el campo
cada productor que no recibe este apoyo pierde en promedio 1000 pesos/ha/año. Aunado
a esto, el deterioro ambiental inherente que acentúa cada día la pobreza que
queremos combatir.
Por otro lado, quiero
felicitar a los maestros quienes dedican su vida buscando hacer mejores
ciudadanos. ¡Felicidades en su día!
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