miércoles, 23 de mayo de 2018

Debate #2




El 6 de mayo, Talleres gráficos de México comenzó la impresión de más de 90 millones de boletas electorales con el nombre de los cinco candidatos presidenciales a un costo de $0.74 cada una. Hubiera sido un buen gesto que Margarita Zavala (estigma) de Calderón renunciara a su candidatura unos días antes para que su nombre no apareciera en la boleta y los votos que recibiera no se contaran como nulos. La renuncia de Zavala (estigma) de Calderón es comprensible: era muy, muy difícil ser candidata independiente… ¡de su marido! Con ese lastre y sin la marca PAN corría el riesgo de aniquilar su capital político terminando abajo, incluso, del candidato independiente cuyo nombre Héctor Aguilar Camín no quiere mencionar.

Los cuatro que quedan en la carrera participaron el domingo en el segundo debate presidencial, llevado a cabo en la Universidad Autónoma de baja California (UABC), en Tijuana. A partir del primer debate se ha reforzado la percepción de que la elección será un plebiscito, a favor o en contra de Andrés Manuel López Obrador, y que, hundido el formidable José Antonio Meade, solo Ricardo Anaya tiene chances para capitalizar el voto de rechazo a aquel, el voto útil. Luego, la campaña de contraste contra el puntero se ha vuelto más vil. Los últimos días centraron la atención en la salud de López Obrador, específicamente, en los problemas de corazón y de columna que, se sabe, padece y que, según, serían tan severos como para limitar su desempeño como presidente. No es un asunto menor, por supuesto: tenemos derecho a saber si quienes quieren gobernar el país durante los próximos seis años tiene motivos para pensar que no podrán hacerlo en plenitud de sus facultades físicas o mentales. Si alguno de ellos está en esa situación, debe hacerlo público para permitir a los electores tomar una decisión bien informada.

Aprendida la lección del primer debate, López Obrador llegó al segundo más relajado, sonriente, bromista y, sobre todo, agresivo. Y sano. Según él, “bien de salud” y “bateando arriba del .300”. —Soy el de más edad, pero también el de más experiencia —se defendió El Durazno de Macuspana. López Obrador volvió a derrochar soberbia pero no tanto por necedad sino por estrategia: el tabasqueño le habló a sus votantes; su propósito no fue convencer a los indecisos sino arengar a su voto duro, el cual, calcula, le alcanza para ganar la elección. Frente a ese público tan suyo pudo permitirse algunas chulerías. Un taco, un regate, otro; ¡un pelotazo de rabona! ¡Y todo se lo festejaMos! Sus intervenciones se convirtieron en memes instantáneos: “Abrazos, no balazos”, “¡Mentiroso! ¡Tramposo!”, “Ricky Riquín, canallín”.

A diferencia del primer debate, en el segundo no pareció haber una coordinación para hacer montón a López Obrador entre Anaya, Meade y el que quiere expropiar Banamex (¿?), lo cual ocasionó algunas escaramuzas entre ellos. Meade erró un mano a mano frente a la portería de la remontada épica: —¿Se equivocó Enrique Peña Nieto al invitar a Donald Trump a México? —le preguntó el poco moderado moderador. —No —perdonó el desatinado candidato. Esa ha sido la triste historia de Meade. Al candidato oficialista le ha sido imposible deslindarse de Peña Nieto, de cuyo (des)gobierno fue cómplice, y del PRI que lo ha adoptado y se le ha colgado como ladrillo al cuello. Visto desde otro ángulo, lo suyo es una muestra de lealtad extraña en éstas instancias. No más contundente fue Anaya, a quien una investigación española por supuesto lavado de dinero, abierta “a partir de una denuncia anónima y basada en recortes de prensa”, tuvo a la defensiva hasta ayer que un juez madrileño le dio carpetazo. A Anaya solo se le vio de veras amenazante cuando se acercó al lugar de López Obrador. Otro meme: —Voy a cuidar mi cartera porque se me está acercando mucho

El INE ha hecho el esfuerzo por hacer los debates más dinámicos. En el segundo, por ejemplo, eliminó los atriles y permitió a los candidatos caminar libremente por el set, cerca del público. El más viejo de los cuatro fue el único que permaneció todo el tiempo de pie.

¡Punto para Andrés Manuel López Obrador!

Francisco Baeza [@paco_baeza_]. 23 de mayo de 2018.

0 comentarios:

Publicar un comentario

miércoles, 23 de mayo de 2018

Debate #2




El 6 de mayo, Talleres gráficos de México comenzó la impresión de más de 90 millones de boletas electorales con el nombre de los cinco candidatos presidenciales a un costo de $0.74 cada una. Hubiera sido un buen gesto que Margarita Zavala (estigma) de Calderón renunciara a su candidatura unos días antes para que su nombre no apareciera en la boleta y los votos que recibiera no se contaran como nulos. La renuncia de Zavala (estigma) de Calderón es comprensible: era muy, muy difícil ser candidata independiente… ¡de su marido! Con ese lastre y sin la marca PAN corría el riesgo de aniquilar su capital político terminando abajo, incluso, del candidato independiente cuyo nombre Héctor Aguilar Camín no quiere mencionar.

Los cuatro que quedan en la carrera participaron el domingo en el segundo debate presidencial, llevado a cabo en la Universidad Autónoma de baja California (UABC), en Tijuana. A partir del primer debate se ha reforzado la percepción de que la elección será un plebiscito, a favor o en contra de Andrés Manuel López Obrador, y que, hundido el formidable José Antonio Meade, solo Ricardo Anaya tiene chances para capitalizar el voto de rechazo a aquel, el voto útil. Luego, la campaña de contraste contra el puntero se ha vuelto más vil. Los últimos días centraron la atención en la salud de López Obrador, específicamente, en los problemas de corazón y de columna que, se sabe, padece y que, según, serían tan severos como para limitar su desempeño como presidente. No es un asunto menor, por supuesto: tenemos derecho a saber si quienes quieren gobernar el país durante los próximos seis años tiene motivos para pensar que no podrán hacerlo en plenitud de sus facultades físicas o mentales. Si alguno de ellos está en esa situación, debe hacerlo público para permitir a los electores tomar una decisión bien informada.

Aprendida la lección del primer debate, López Obrador llegó al segundo más relajado, sonriente, bromista y, sobre todo, agresivo. Y sano. Según él, “bien de salud” y “bateando arriba del .300”. —Soy el de más edad, pero también el de más experiencia —se defendió El Durazno de Macuspana. López Obrador volvió a derrochar soberbia pero no tanto por necedad sino por estrategia: el tabasqueño le habló a sus votantes; su propósito no fue convencer a los indecisos sino arengar a su voto duro, el cual, calcula, le alcanza para ganar la elección. Frente a ese público tan suyo pudo permitirse algunas chulerías. Un taco, un regate, otro; ¡un pelotazo de rabona! ¡Y todo se lo festejaMos! Sus intervenciones se convirtieron en memes instantáneos: “Abrazos, no balazos”, “¡Mentiroso! ¡Tramposo!”, “Ricky Riquín, canallín”.

A diferencia del primer debate, en el segundo no pareció haber una coordinación para hacer montón a López Obrador entre Anaya, Meade y el que quiere expropiar Banamex (¿?), lo cual ocasionó algunas escaramuzas entre ellos. Meade erró un mano a mano frente a la portería de la remontada épica: —¿Se equivocó Enrique Peña Nieto al invitar a Donald Trump a México? —le preguntó el poco moderado moderador. —No —perdonó el desatinado candidato. Esa ha sido la triste historia de Meade. Al candidato oficialista le ha sido imposible deslindarse de Peña Nieto, de cuyo (des)gobierno fue cómplice, y del PRI que lo ha adoptado y se le ha colgado como ladrillo al cuello. Visto desde otro ángulo, lo suyo es una muestra de lealtad extraña en éstas instancias. No más contundente fue Anaya, a quien una investigación española por supuesto lavado de dinero, abierta “a partir de una denuncia anónima y basada en recortes de prensa”, tuvo a la defensiva hasta ayer que un juez madrileño le dio carpetazo. A Anaya solo se le vio de veras amenazante cuando se acercó al lugar de López Obrador. Otro meme: —Voy a cuidar mi cartera porque se me está acercando mucho

El INE ha hecho el esfuerzo por hacer los debates más dinámicos. En el segundo, por ejemplo, eliminó los atriles y permitió a los candidatos caminar libremente por el set, cerca del público. El más viejo de los cuatro fue el único que permaneció todo el tiempo de pie.

¡Punto para Andrés Manuel López Obrador!

Francisco Baeza [@paco_baeza_]. 23 de mayo de 2018.

No hay comentarios:

Publicar un comentario