martes, 22 de mayo de 2018

Verdadero Amor (Dave Malto)











 

–Los hay quienes están hechos para eso, para tener un amor duradero, pero no para mí, hasta puedo decir que genéticamente es imposible; mi padre por ejemplo, tuvo muchísimas amantes y anduvo de cabrón teniendo hijos por doquier y ahora no lo veo como un hombre infeliz o lleno de culpa, él sigue en el desmadre y está muy bien; no veo por qué yo deba pensar que el amor es con un único hombre, me parece arcaica y ridícula esa idea de Shakespeare y de las religiones, donde tenemos que resignarnos a estar, a vivir y a aguantar a un solo amor sólo porque es “el amor de tu vida”, me parece que no podemos seguir repitiendo clichés ni estereotipos establecidos hace más de cien años. Ahora, no sólo no quiero eso, sino que no estoy dispuesto a seguirlo buscando y mucho menos a conseguirlo, tengo todo el derecho de ser y hacer todo lo que me proponga sin atarme a alguien y si quiero ahora mismo estar solo, es precisamente porque mis prioridades han cambiado y no van en función de alguien, sino de mí mismo, no van en pro de cumplir expectativas sociales ni de mentiras ideadas por la moral, sino de lograr mis propósitos personales y de ser pleno, estar satisfecho conmigo mismo, con lo que quiero alcanzar. Soy una persona libre y entera, entonces ¿por qué encadenarme a alguien? o ¿por qué pensar o sentir que necesito de otro para ser feliz? Resulta absurdo…

Todo eso y más le decía Enrique a su roomie y mejor amigo, mientras caminaban por la calle rumbo a su casa, Durian lo escuchaba atento y meditaba las cosas que su amigo le decía, aunque de cierta manera le daba la razón, también sabía que sus palabras eran un tanto de coraje, de auto consuelo y sobre todo para justificarse, más que por sentirlo de verdad, era su discurso por engañar a Octavio, su novio, por sentirse mejor que él y hasta por tranquilizar ese miedo de seguir solo.

Además, esa tarde terminaron una relación de apenas un año y Durian sabía que ese enojo se le pasaría o que tal vez terminaría por ignorar su acostumbrado discurso, las posibilidades eran dos, una, que arreglando las cosas regresara con Octavio o la segunda es que en efecto y definitivamente las cosas hubieran terminado entre ellos.

… Al día siguiente llegó Enrique emocionado a la casa.

– ay Dury ¿a que no sabes que me pasó?

– Pues no… ¿qué te pasó?

– ¿Te acuerdas de Armandito?

– ¿El chico guapo que conociste en el gym?

– El mismo.

– Sí claro, cómo olvidarlo, ¿qué con él?

– Pues nada, que me invitó a salir…

Durian sabía muy bien como es su amigo, sabía que más iba a tardar en terminar su discurso sobre el amor y la independencia que en lo que encontraría a alguien con quien salir y hacerse novio, o por lo menos alguien con quien divertirse sexualmente.

Lo inevitable fue que comenzó otra relación de mucho sexo y salidas, de planes en los que Durian a veces terminaba involucrado y no sólo por ser el mejor amigo de Enrique, sin embargo, Durian parecía más bien la otra cara de la moneda, era un chico poco atractivo y no por su físico, más bien por su actitud con los demás, con baja autoestima, con problemas para relacionarse o para mantener noviazgos, era la antítesis de Enrique y posiblemente por eso eran muy buenos amigos, tan opuestos y al mismo tiempo tan iguales, con las mismas necedades y hasta manías, pensaban casi de la misma forma sobre la mayoría de las cosas, como del amor por ejemplo, no obstante a Enrique le podían más sus necesidades físicas que sus ideales, mientras que a Durian le parecía cada vez más lejana la idea de encontrar a ese “verdadero amor” si es que eso en realidad existía.



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martes, 22 de mayo de 2018

Verdadero Amor (Dave Malto)











 

–Los hay quienes están hechos para eso, para tener un amor duradero, pero no para mí, hasta puedo decir que genéticamente es imposible; mi padre por ejemplo, tuvo muchísimas amantes y anduvo de cabrón teniendo hijos por doquier y ahora no lo veo como un hombre infeliz o lleno de culpa, él sigue en el desmadre y está muy bien; no veo por qué yo deba pensar que el amor es con un único hombre, me parece arcaica y ridícula esa idea de Shakespeare y de las religiones, donde tenemos que resignarnos a estar, a vivir y a aguantar a un solo amor sólo porque es “el amor de tu vida”, me parece que no podemos seguir repitiendo clichés ni estereotipos establecidos hace más de cien años. Ahora, no sólo no quiero eso, sino que no estoy dispuesto a seguirlo buscando y mucho menos a conseguirlo, tengo todo el derecho de ser y hacer todo lo que me proponga sin atarme a alguien y si quiero ahora mismo estar solo, es precisamente porque mis prioridades han cambiado y no van en función de alguien, sino de mí mismo, no van en pro de cumplir expectativas sociales ni de mentiras ideadas por la moral, sino de lograr mis propósitos personales y de ser pleno, estar satisfecho conmigo mismo, con lo que quiero alcanzar. Soy una persona libre y entera, entonces ¿por qué encadenarme a alguien? o ¿por qué pensar o sentir que necesito de otro para ser feliz? Resulta absurdo…

Todo eso y más le decía Enrique a su roomie y mejor amigo, mientras caminaban por la calle rumbo a su casa, Durian lo escuchaba atento y meditaba las cosas que su amigo le decía, aunque de cierta manera le daba la razón, también sabía que sus palabras eran un tanto de coraje, de auto consuelo y sobre todo para justificarse, más que por sentirlo de verdad, era su discurso por engañar a Octavio, su novio, por sentirse mejor que él y hasta por tranquilizar ese miedo de seguir solo.

Además, esa tarde terminaron una relación de apenas un año y Durian sabía que ese enojo se le pasaría o que tal vez terminaría por ignorar su acostumbrado discurso, las posibilidades eran dos, una, que arreglando las cosas regresara con Octavio o la segunda es que en efecto y definitivamente las cosas hubieran terminado entre ellos.

… Al día siguiente llegó Enrique emocionado a la casa.

– ay Dury ¿a que no sabes que me pasó?

– Pues no… ¿qué te pasó?

– ¿Te acuerdas de Armandito?

– ¿El chico guapo que conociste en el gym?

– El mismo.

– Sí claro, cómo olvidarlo, ¿qué con él?

– Pues nada, que me invitó a salir…

Durian sabía muy bien como es su amigo, sabía que más iba a tardar en terminar su discurso sobre el amor y la independencia que en lo que encontraría a alguien con quien salir y hacerse novio, o por lo menos alguien con quien divertirse sexualmente.

Lo inevitable fue que comenzó otra relación de mucho sexo y salidas, de planes en los que Durian a veces terminaba involucrado y no sólo por ser el mejor amigo de Enrique, sin embargo, Durian parecía más bien la otra cara de la moneda, era un chico poco atractivo y no por su físico, más bien por su actitud con los demás, con baja autoestima, con problemas para relacionarse o para mantener noviazgos, era la antítesis de Enrique y posiblemente por eso eran muy buenos amigos, tan opuestos y al mismo tiempo tan iguales, con las mismas necedades y hasta manías, pensaban casi de la misma forma sobre la mayoría de las cosas, como del amor por ejemplo, no obstante a Enrique le podían más sus necesidades físicas que sus ideales, mientras que a Durian le parecía cada vez más lejana la idea de encontrar a ese “verdadero amor” si es que eso en realidad existía.



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