Alberto Jiménez Merino
Ex Rector de la Universidad
Autónoma Chapingo
Existe una percepción
generalizada entre la población acerca de que los gobiernos van y vienen, los sexenios
se pasan y las cosas siguen igual o peor en muchas áreas del desarrollo local y
nacional.
Esto no es privativo de los
poderes ejecutivo, legislativo y judicial. Lo es también, de las universidades,
escuelas, organizaciones, ejidos y probablemente de todas las instancias que se
rigen por alguna forma de gobierno.
Una gran parte de la falla
se debe a la escasa planeación, a la ausencia de un buen diagnóstico que
identifique con mayor certeza los problemas y las necesidades para hacer una
clasificación y una priorización para su atención a corto, mediano y largo
plazo.
Esta falla se acentúa cuando
los gobernantes se consideran sabios y, por ello, limitan la participación
social, que puede causar incomodidad en el ejercicio del gobierno, o cuando el
interés del gobernante está puesto en otros objetivos como los de carácter
económico o el logro de otras metas políticas. Esto último, desvirtúa lamentablemente
la tarea de gobernar.
Todo lo anterior viene a
escena porque estamos a unas horas de conocer los resultados de la jornada
electoral 2018 que habrá de renovar el Poder Ejecutivo Federal, el Congreso de
la Unión, algunos gobiernos y congresos estatales y, varios gobiernos
municipales.
Y una cosa es la campaña para
obtener votos que permitan ganar, ofreciendo el oro y el moro, algunos
sonriendo más de lo normal, y otra, muy diferente, es el ejercicio del gobierno.
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Nunca los líderes se han
esforzado por cumplir sus promesas como lo señalan Denis Jeambar e Yves
Roucaute en su libro El elogio de la
traición.
En este proceso electoral
hemos visto una gran diversidad de propuestas, muchas tan insostenibles que
hasta ofenden la inteligencia del elector, solo por ganar votos. Los beneficios
de corto plazo ayudan, pero no promueven el desarrollo personal, familiar y
social.
Muchos problemas que hemos
tenido por décadas, como la pobreza de millones de mexicanos, no solo no se han
resuelto sino que hemos visto como se agravan con el paso del tiempo. De igual
forma la inseguridad pública, la baja productividad, el cambio climático, el
deterioro de los recursos naturales por sobre explotación, aprovechamiento
desordenado y contaminación.
Algunos problemas de nuestro
tiempo son causas y otros, solo consecuencias. Han habido veces que es más
rentable, políticamente, atender consecuencias y evadir la responsabilidad de
atender las causas. Como ejemplo, muchos se esmeran en aumentar los
presupuestos para seguridad pública, más policías, armas y patrullas pero limitan la inversión
en la educación, en el fomento productivo o los servicios ambientales que
permitan abrir oportunidades para la gente.
Expresiones como, “nunca hay
presupuesto para las necesidades prioritarias pero si para cosas superfluas”
son recurrentes entre la población. Y sí, hay problemas para destinar recursos
para mantenimiento y rehabilitación de escuelas, carreteras, caminos, redes de
agua potable, infraestructura de tratamiento de aguas residuales o manejo de
residuos sólidos; pero hay para muchas cosas inútiles.
Estamos urgidos de políticas
públicas, de la atención de los problemas públicos con la participación social,
es necesario sacudir la burocracia, con mejor atención personal y mayor cercanía
de los funcionarios, con reducción de tiempos de respuesta y mejoras continuas
en todos los servicios que presta el gobierno.
Se requiere un nuevo
gobierno, con rostro más humano y con interés real en los problemas de los
gobernados. Mucha gente ni siquiera pide que se le ayude, solo que se le diga
cómo. Otros muchos tampoco esperan que
se les resuelva, solo necesitan que se les atienda. Pero todos esperan que se
haga algo sustantivo por mejorar las condiciones actuales y crear las
condiciones de una vida mejor para las futuras generaciones.
Es imposible tener contentos
a todos, y quedar bien, nunca debe ser el objetivo. Hacer lo que se debe,
siempre debe hacerse de acuerdo a lo que dice la ley y haciendo uso de la
conciliación y la mediación como formas válidas para lograr el acuerdo más
conveniente.
Estas son algunas de las
políticas públicas en el México pendiente. Son algunos retos y compromisos que
deben enfrentar los nuevos gobernantes, desde el Presidente de la República,
hasta los mandos menores. Además, tienen tres opciones: hacer un buen gobierno,
hacer un gran gobierno o dejar un legado. Cada quien que se acomode donde crea.
Finalmente, al término de
este proceso electoral, reitero mi más amplio respeto a todas las opciones
políticas y sus seguidores. Yo, tengo la mía, a la que he profesado mi máxima
lealtad y compromiso inquebrantable. Siempre, desde la Universidad Autónoma
Chapingo, he tenido por costumbre desear la mejor suerte a todos los participantes
y reconocer a los que, de acuerdo a las reglas establecidas y aceptadas por
todos, obtengan el triunfo.
¡Qué ganen los mejores!
¡Qué gane México!
¡Qué gane Puebla!
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