lunes, 2 de julio de 2018

Políticas públicas para el desarrollo en un México pendiente


                                                                                              Alberto Jiménez Merino
                                                                   Ex Rector de la Universidad Autónoma Chapingo


Existe una percepción generalizada entre la población acerca de que los gobiernos van y vienen, los sexenios se pasan y las cosas siguen igual o peor en muchas áreas del desarrollo local y nacional.

Esto no es privativo de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial. Lo es también, de las universidades, escuelas, organizaciones, ejidos y probablemente de todas las instancias que se rigen por alguna forma de gobierno.

Una gran parte de la falla se debe a la escasa planeación, a la ausencia de un buen diagnóstico que identifique con mayor certeza los problemas y las necesidades para hacer una clasificación y una priorización para su atención a corto, mediano y largo plazo.

Esta falla se acentúa cuando los gobernantes se consideran sabios y, por ello, limitan la participación social, que puede causar incomodidad en el ejercicio del gobierno, o cuando el interés del gobernante está puesto en otros objetivos como los de carácter económico o el logro de otras metas políticas. Esto último, desvirtúa lamentablemente la tarea de gobernar.

Todo lo anterior viene a escena porque estamos a unas horas de conocer los resultados de la jornada electoral 2018 que habrá de renovar el Poder Ejecutivo Federal, el Congreso de la Unión, algunos gobiernos y congresos estatales y, varios gobiernos municipales.
Y una cosa es la campaña para obtener votos que permitan ganar, ofreciendo el oro y el moro, algunos sonriendo más de lo normal, y otra, muy diferente, es el ejercicio del gobierno.
}
Nunca los líderes se han esforzado por cumplir sus promesas como lo señalan Denis Jeambar e Yves Roucaute en su libro El elogio de la traición.

En este proceso electoral hemos visto una gran diversidad de propuestas, muchas tan insostenibles que hasta ofenden la inteligencia del elector, solo por ganar votos. Los beneficios de corto plazo ayudan, pero no promueven el desarrollo personal, familiar y social.

Muchos problemas que hemos tenido por décadas, como la pobreza de millones de mexicanos, no solo no se han resuelto sino que hemos visto como se agravan con el paso del tiempo. De igual forma la inseguridad pública, la baja productividad, el cambio climático, el deterioro de los recursos naturales por sobre explotación, aprovechamiento desordenado  y contaminación.

Algunos problemas de nuestro tiempo son causas y otros, solo consecuencias. Han habido veces que es más rentable, políticamente, atender consecuencias y evadir la responsabilidad de atender las causas. Como ejemplo, muchos se esmeran en aumentar los presupuestos para seguridad pública, más policías,  armas y patrullas pero limitan la inversión en la educación, en el fomento productivo o los servicios ambientales que permitan abrir oportunidades para la gente.

Expresiones como, “nunca hay presupuesto para las necesidades prioritarias pero si para cosas superfluas” son recurrentes entre la población. Y sí, hay problemas para destinar recursos para mantenimiento y rehabilitación de escuelas, carreteras, caminos, redes de agua potable, infraestructura de tratamiento de aguas residuales o manejo de residuos sólidos; pero hay para muchas cosas inútiles.

Estamos urgidos de políticas públicas, de la atención de los problemas públicos con la participación social, es necesario sacudir la burocracia, con mejor atención personal y mayor cercanía de los funcionarios, con reducción de tiempos de respuesta y mejoras continuas en todos los servicios que presta el gobierno.

Se requiere un nuevo gobierno, con rostro más humano y con interés real en los problemas de los gobernados. Mucha gente ni siquiera pide que se le ayude, solo que se le diga cómo.  Otros muchos tampoco esperan que se les resuelva, solo necesitan que se les atienda. Pero todos esperan que se haga algo sustantivo por mejorar las condiciones actuales y crear las condiciones de una vida mejor para las futuras generaciones.

Es imposible tener contentos a todos, y quedar bien, nunca debe ser el objetivo. Hacer lo que se debe, siempre debe hacerse de acuerdo a lo que dice la ley y haciendo uso de la conciliación y la mediación como formas válidas para lograr el acuerdo más conveniente.
Estas son algunas de las políticas públicas en el México pendiente. Son algunos retos y compromisos que deben enfrentar los nuevos gobernantes, desde el Presidente de la República, hasta los mandos menores. Además, tienen tres opciones: hacer un buen gobierno, hacer un gran gobierno o dejar un legado. Cada quien que se acomode donde crea.

Finalmente, al término de este proceso electoral, reitero mi más amplio respeto a todas las opciones políticas y sus seguidores. Yo, tengo la mía, a la que he profesado mi máxima lealtad y compromiso inquebrantable. Siempre, desde la Universidad Autónoma Chapingo, he tenido por costumbre desear la mejor suerte a todos los participantes y reconocer a los que, de acuerdo a las reglas establecidas y aceptadas por todos, obtengan el triunfo.

¡Qué ganen los mejores!

¡Qué gane México!

¡Qué gane Puebla!

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lunes, 2 de julio de 2018

Políticas públicas para el desarrollo en un México pendiente


                                                                                              Alberto Jiménez Merino
                                                                   Ex Rector de la Universidad Autónoma Chapingo


Existe una percepción generalizada entre la población acerca de que los gobiernos van y vienen, los sexenios se pasan y las cosas siguen igual o peor en muchas áreas del desarrollo local y nacional.

Esto no es privativo de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial. Lo es también, de las universidades, escuelas, organizaciones, ejidos y probablemente de todas las instancias que se rigen por alguna forma de gobierno.

Una gran parte de la falla se debe a la escasa planeación, a la ausencia de un buen diagnóstico que identifique con mayor certeza los problemas y las necesidades para hacer una clasificación y una priorización para su atención a corto, mediano y largo plazo.

Esta falla se acentúa cuando los gobernantes se consideran sabios y, por ello, limitan la participación social, que puede causar incomodidad en el ejercicio del gobierno, o cuando el interés del gobernante está puesto en otros objetivos como los de carácter económico o el logro de otras metas políticas. Esto último, desvirtúa lamentablemente la tarea de gobernar.

Todo lo anterior viene a escena porque estamos a unas horas de conocer los resultados de la jornada electoral 2018 que habrá de renovar el Poder Ejecutivo Federal, el Congreso de la Unión, algunos gobiernos y congresos estatales y, varios gobiernos municipales.
Y una cosa es la campaña para obtener votos que permitan ganar, ofreciendo el oro y el moro, algunos sonriendo más de lo normal, y otra, muy diferente, es el ejercicio del gobierno.
}
Nunca los líderes se han esforzado por cumplir sus promesas como lo señalan Denis Jeambar e Yves Roucaute en su libro El elogio de la traición.

En este proceso electoral hemos visto una gran diversidad de propuestas, muchas tan insostenibles que hasta ofenden la inteligencia del elector, solo por ganar votos. Los beneficios de corto plazo ayudan, pero no promueven el desarrollo personal, familiar y social.

Muchos problemas que hemos tenido por décadas, como la pobreza de millones de mexicanos, no solo no se han resuelto sino que hemos visto como se agravan con el paso del tiempo. De igual forma la inseguridad pública, la baja productividad, el cambio climático, el deterioro de los recursos naturales por sobre explotación, aprovechamiento desordenado  y contaminación.

Algunos problemas de nuestro tiempo son causas y otros, solo consecuencias. Han habido veces que es más rentable, políticamente, atender consecuencias y evadir la responsabilidad de atender las causas. Como ejemplo, muchos se esmeran en aumentar los presupuestos para seguridad pública, más policías,  armas y patrullas pero limitan la inversión en la educación, en el fomento productivo o los servicios ambientales que permitan abrir oportunidades para la gente.

Expresiones como, “nunca hay presupuesto para las necesidades prioritarias pero si para cosas superfluas” son recurrentes entre la población. Y sí, hay problemas para destinar recursos para mantenimiento y rehabilitación de escuelas, carreteras, caminos, redes de agua potable, infraestructura de tratamiento de aguas residuales o manejo de residuos sólidos; pero hay para muchas cosas inútiles.

Estamos urgidos de políticas públicas, de la atención de los problemas públicos con la participación social, es necesario sacudir la burocracia, con mejor atención personal y mayor cercanía de los funcionarios, con reducción de tiempos de respuesta y mejoras continuas en todos los servicios que presta el gobierno.

Se requiere un nuevo gobierno, con rostro más humano y con interés real en los problemas de los gobernados. Mucha gente ni siquiera pide que se le ayude, solo que se le diga cómo.  Otros muchos tampoco esperan que se les resuelva, solo necesitan que se les atienda. Pero todos esperan que se haga algo sustantivo por mejorar las condiciones actuales y crear las condiciones de una vida mejor para las futuras generaciones.

Es imposible tener contentos a todos, y quedar bien, nunca debe ser el objetivo. Hacer lo que se debe, siempre debe hacerse de acuerdo a lo que dice la ley y haciendo uso de la conciliación y la mediación como formas válidas para lograr el acuerdo más conveniente.
Estas son algunas de las políticas públicas en el México pendiente. Son algunos retos y compromisos que deben enfrentar los nuevos gobernantes, desde el Presidente de la República, hasta los mandos menores. Además, tienen tres opciones: hacer un buen gobierno, hacer un gran gobierno o dejar un legado. Cada quien que se acomode donde crea.

Finalmente, al término de este proceso electoral, reitero mi más amplio respeto a todas las opciones políticas y sus seguidores. Yo, tengo la mía, a la que he profesado mi máxima lealtad y compromiso inquebrantable. Siempre, desde la Universidad Autónoma Chapingo, he tenido por costumbre desear la mejor suerte a todos los participantes y reconocer a los que, de acuerdo a las reglas establecidas y aceptadas por todos, obtengan el triunfo.

¡Qué ganen los mejores!

¡Qué gane México!

¡Qué gane Puebla!

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