Columna Un Nuevo
Comienzo
Planeación
Nacional, Presupuesto 2020 y Seguridad Pública
Alberto
Jiménez Merino
Director
Centro de Innovaciones Agroalimentarias
y Tecnológicas (CIAT) Puebla
No existe en México un
catálogo actualizado y priorizado de los problemas nacionales, estatales ni
municipales. Menos aún se tiene la cuantificación de recursos necesarios para
resolver las principales necesidades, no hay plazos para acabar con la
problemática que nos aqueja.
Sólo ha existido la ilusión
de transformar la realidad en 3 o 6 años que duran las administraciones y
legislaturas, aunque esto sólo se reduzca a cancelar sin conocer, ni evaluar lo
realizado previamente. Echar culpas y perseguir antecesores, es una práctica
muy común.
Lo anterior es una ilusión
porque técnicamente es imposible hacer algo trascendente dentro de los plazos
actuales de los gobiernos. Muy difícil es para los municipios en donde el
primer año es aprendizaje, el segundo ejecución de proyectos y el tercero
preparar la salida.
Los procesos de
transformación reales, requieren de 5 a 10 años de trabajo y atención continua
de los problemas para ver los resultados. Unos deben sembrar y permitir que,
sin egoísmos, otros cosechen. Pero todos quieren la gloria durante su responsabilidad.
Esto significa que serán
necesarios dos o tres sexenios para resolver muchos de los problemas,
implementando políticas y trabajando de manera continua. Es tiempo de poner
plazos a la solución de los problemas que más lastiman a la sociedad y ponen en
riesgo a las futuras generaciones.
Preparar líderes y recursos
humanos, campeones mundiales, sembrar bosques, limpiar los ríos, tener ciudades
limpias y seguras, producir nuestros alimentos, asegurar el abasto de agua y
energía, prevenir las enfermedades, eliminar la pobreza, la desigualdad y la
contaminación ambiental, no son tareas de un solo periodo gubernamental.
¡Roma no se hizo en un día!
Sajonia, uno de los estados federados de Alemania, necesitó
40 años para tener ciudades limpias.
Cuántos y cuáles problemas
tenemos, cuáles son los principales, en qué tiempo se pueden resolver, cuánto
se requiere y en cuántas etapas. Cuánto podemos avanzar en un periodo de
gobierno y qué deben hacer los que siguen. Puede parecer una carta a los Reyes
Magos, pero son preguntas necesarias para actuar.
Con excepción de las metas
de desarrollo sostenible, establecidas al 2030 por la Organización de las
Naciones Unidas (ONU) y adoptadas por el gobierno, no veo más plazos a la
solución de los problemas nacionales.
En México no hay un problema
que tenga plazo para resolverse: ni la pobreza ni la desigualdad, el
tratamiento de aguas residuales, los embarazos en adolescentes, el abasto
sustentable de agua, el manejo de residuos sólidos, la recuperación de los
bosques, la obesidad y lo que más lastima a los mexicanos, la inseguridad
pública.
Se ha abandonado la planeación,
la que se hace desde abajo, escuchando a los ciudadanos, la que permite
establecer políticas públicas, la que elimina ocurrencias, caprichos y modas
sexenales. Hoy sabemos que hay dos versiones del Plan Nacional de Desarrollo
2018-2024, sin estar seguros los ciudadanos de cuál se está aplicando.
Y, los presupuestos que mucho
tiempo tuvieron la mecánica de lo asignado, lo ejercido y el porcentaje de
inflación para definir el siguiente, hoy no tienen ninguna lógica. El presente
presupuesto 2019 se distingue por un gran subejercicio superior a 140 mil
millones de pesos que el ejecutivo federal clasifica como ahorro. Tan sólo en
el municipio de Puebla rebasa los mil millones de pesos, y las necesidades de
la población siguen creciendo.
El subejercicio del
presupuesto es un freno muy sensible a la economía al no haber dinero
circulante, recrudece la pobreza y aumenta la inseguridad como hemos podido
comprobar en los últimos meses. Al margen
de que sea una herencia de anteriores gobiernos, ya es tiempo de que los nuevos
hagan su parte.
Y con relación a la
propuesta presupuestal 2020, uno no se explica cómo justificar reducciones a
sectores tan importantes y dinámicos como el agro alimentario que, de 86 mil
millones de pesos en 2018, quedó en 65 mil millones en 2019 y va con 46 mil
millones en 2020.
La banca social, en donde
están los Fideicomisos Instituidos en Relación con la Agricultura en el Banco
de México (FIRA), la Financiera Nacional de Desarrollo (FND) y el Fondo de
Capitalización e Inversión Rural (FOCIR), va con una propuesta en ceros. Ojalá
los diputados se apliquen para mejorar las asignaciones.
Al parecer no hay
planeación, no hay recursos, no hay voluntad de atender los principales
problemas y necesidades, o las tres cosas.
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