Columna Un Nuevo Comienzo
Día
Mundial del Agua, Coronavirus y los Retos del Futuro
Alberto Jiménez Merino
Secretario Ejecutivo del
Consejo Técnico
Nacional
Consultivo de la CNC
Además del Coronavirus
COVID19, la falta de agua, el reducido tratamiento de aguas residuales, las
sequías recurrentes, la desaparición de acuíferos, la contaminación de ríos y
mares con aguas negras y residuos sólidos, son parte importante de la lista de “jinetes
del Apocalipsis” en este Día Mundial del Agua 2020.
Al igual que sucedió con el
consumo de papel higiénico, algo similar está pasando con el agua de garrafón.
La gente se aprovisionó de agua para la emergencia y compró también el envase.
Esto provocó, según algunos proveedores, que en los próximos días no haya
envases suficientes y seguramente eso incremente también su precio.
Al 2015, la cobertura
nacional de agua entubada era de 95.3 por ciento según las Estadísticas del
Agua en México, publicado por la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA). No
obstante, el Consejo Nacional de Evaluación (CONEVAL) reporta datos de
cobertura solo del 52 al 53 por ciento.
Sin profundizar más en el
tema ni polemizar sobre las cifras, es posible que se trate de la cobertura funcional. Hay
infraestructura instalada pero no hay agua. El pozo o manantial se secó o
disminuyó su disponibilidad. Los equipos de bombeo o las tuberías terminaron su
vida útil. No se ha pagado la energía eléctrica o la concesión se venció.
La realidad es que no se
cuenta con el agua necesaria para las necesidades básicas en muchas regiones
del país. Ante la emergencia del COVID19, en muchos lugares tienen que decidir
entre lavarse las manos, tomarla o usar el agua para otras necesidades.
La falta de agua entubada o
la pérdida de confianza en el agua de la llave, derivó en el incremento del
consumo de agua embotellada que ya supera los 45 mil millones de pesos anuales.
La gente dejó de pagar el servicio de agua potable y gran parte lo destinó a
comprar garrafones y botellas. La recaudación anual por servicio de agua en
México sólo alcanza 17mil millones de pesos de un total aproximado de 50 mil
millones.
Una situación similar ocurre
con las aguas residuales. La cobertura de tratamiento, la infraestructura instalada,
es del 63 por ciento. Hay capacidad para tratar 63 de cada 100 litros de aguas
residuales. Sin embargo, solo están en funcionamiento cerca de la mitad de las
plantas de tratamientos existentes. Los presupuestos municipales nunca han
alcanzado para tratar aguas residuales.
Esto significa que casi 69
de cada 100 litros de aguas residuales están llegando a las barrancas y ríos
sin ningún tratamiento. Y sin ningún rubor para quienes las generan, ni para
los ciudadanos ni los gobernantes, de antes y de ahora.
El
reto del sector hídrico durante la
emergencia del COVID19 es proveer del agua necesaria a la gente, que le permita
cumplir con las recomendaciones sanitarias establecidas.
Seguramente veremos muchas pipas repartiendo agua en estos días. Y una vez
pasada la emergencia, los retos del futuro inmediato son:
1.- Garantizar el abasto
suficiente de agua en cantidad y calidad para la población, mantener la
convivencia y la gobernabilidad, especialmente cuando las comunidades tienen
fuentes de agua compartidas.
2.- Desarrollar una sólida
cultura del manejo, aprovechamiento y cuidado del agua, así como de los
recursos naturales. Esta es una tarea pendiente de la escuela.
3.- Establecer políticas
públicas para el saneamiento de las
cuencas tanto en aguas residuales como en residuos sólidos para lograr ríos
y playas limpias. Fomentar el reúso de
aguas tratadas y el reciclaje de la basura.
4.- Implementar políticas de
Reforestación más efectivas para recuperar la vegetación de las cuencas y la
recarga natural de los manantiales y acuíferos, que regulen las inundaciones en
las partes bajas para beneficio de los centros de población.
5.- Promover el máximo
aprovechamiento de la lluvia a través de la agricultura de conservación en
zonas de temporal que comprenden el 85 por ciento de las tierras de cultivo,
para mejorar la productividad y garantizar la seguridad alimentaria de las
familias más pobres.
6.- Impulsar con mayores
apoyos el uso de energía solar para el bombeo de agua, que resuelva el problema
de las altas tarifas existentes que hoy asfixian financieramente a los sistemas
municipales y a las sociedades de riego agrícola.
7.- Apoyar la tecnificación
del riego agrícola, el bombeo solar, la rehabilitación de canales y el entubamiento de presas de
almacenamiento, para reducir los desperdicios de agua, mejorar la productividad
agroalimentaria y disponer de volúmenes para uso público en centros de
población.
8.- Aplicar programas de
recarga artificial de acuíferos que reviertan la sobreexplotación y recuperen
los volúmenes perdidos de agua de pozos y manantiales.
9.- Crear una política
financiera del sector hídrico, como una prioridad del presupuesto nacional, que
conjuntamente con la participación privada asegure recursos para que estados y
municipios puedan cumplir con sus obligaciones constitucionales que han sido
imposibles.
El agua es la base de la
vida y la economía.
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