SIN LÍMITES 29 DE JUNIO
Consejos para gobernar de Don Juan de Palafox
*Son de actualidad para gobernantes de todos los partidos
Por Raúl Torres Salmeron
El pasado 24 de junio, la Iglesia Católica poblana conmemoró
el noveno año de la beatificación de Juan de Palafox y Mendoza, quien fuera obispo
de Puebla y Virrey de la Nueva España, además de constructor de la Catedral poblana.
Atacado por unos y defendido por muchos, Palafox y su
pensamiento político ha sido resumido por el también escritor poblano Ernesto
de la Torre Villar, nacido en Tlatlauquitepec (1917-2009), en un libro denominado
Don Juan de Palafox y Mendoza, Pensador Político, editado con el título de
Textos Imprescindibles, por el Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad
Nacional Autónoma de México.
De la Torre Villar en su introducción, señala que Palafox
fue un ser político por excelencia. Sus puestos de gobernador de villas de su
padre; confesor de la reina de Hungría y su guía; fiscal del Consejo de Guerra
y luego también consejero de Indias; su nombramiento como Obispo de Puebla de
los Ángeles; como visitador; como Arzobispo de México y Virrey de Nueva España
fueron esencialmente políticos, como también lo fue el de consejero del Reino
de Aragón, que se le otorgó al final de su vida.
Lo define esencialmente como un zoon politikón, un hombre investido de hábito talar que desempeñó
puestos eminentemente políticos, eminentemente espiritual que se conjuga, no se
sobrepone, a su calidad de eminente jurista, pues conoció a fondo las leyes
divinas y humanas.
Vayamos pues a los principales consejos del buen gobierno:
-De la bondad y
eficacia que tiene un gobernante honesto y respetado:
El príncipe perfecto
ha de ser en la religión pío, en el pensar generoso, en el hablar templado, en
el resolver prudente, grato al oír, recto al juzgar, largo al premiar, justo al
castigar por mano de sus ministros, clemente al perdonar por la suya. En los
consejos atento, pronto en las ejecuciones, en las felicidades igual y en las
adversidades constante.
-Del modelo ideal para
los gobernantes:
Concitará gran respeto
y acatamiento a las leyes divinas, acatar las leyes humanas y los principios
básicos de todo gobernante de escuchar a sus súbditos, ministros y consejos,
pero asiendo firmemente el poder sin delegarlo a sus subordinados.
-De la actuación con
prudente eficacia:
Desdichado el tiempo
en que no se puede hacer justicia, porque es esta virtud la que contiene los
reinos en paz, reprime facinerosos, asegura a los buenos, sosiega las ciudades
y provincias, enfrena los poderosos, ampara los pobres y desvalidos… Casi todos
los reinos se pierden por falta de justicia; no sólo porque el número de los
malos crece con la relajación y el desprecio de las leyes, sino porque siendo
la primera obligación del reinar hacer justicia, como quien dice sobran los
príncipes si falta la justicia de los reinos.
-De la prudencia y
acierto que el monarca debe tener para seleccionar a sus auxiliares, a sus
ministros:
De tal manera debe
gobernar el príncipe sin soltar el timón de la mano, que él mismo con lento y
secreto pulso y ciencia experimental vaya obrando y mirando lo mejor,
enmendando y navegando.
Qué propio es de
hermanos y compañeros el detenerse unos a otros al subir. ¡Oh, ambición humana
que no te contentas con anhelar por lo más, sino con detener y asir a los
hombres a lo menos! ¡Qué vicio tan frecuente en las cortes de los reyes, irse
tirando unos a otros de la capa, y el más amigo disponer secretos lazos el
amigo!
-De cumplir promesas
y ofrecimientos que los mandatarios hacen al pueblo:
Mucho deben los príncipes tener en firme reputación sus
palabras, sus pactos, ofrecimientos, promesas. Y aunque no hay duda que pueden
suceder accidentes que justifiquen no poderse con el efecto cumplir lo que se
ofreció (y en este caso debe quedar el crédito en su fuerza, aunque tenga la
promesa cumplimiento), pero procuren no prometer lo que es verosímil que no han
de poder cumplir.
-De cómo debe
cuidarse de la envidia y la ira:
Debe el príncipe o
magistrado, en quien los bienes y males obran poderosamente, recatarse de la
envidia, de la ira, cuidar que no cobre fuerza, irla a la mano al nacer,
vencerla con actos contrarios a los mismos que persuade. Deben aprender todos
los príncipes y grandes magistrados a no dar tanto lugar a la ira o a la
envidia, que cobre fuerza en ellos, porque después no tendrá la razón para
alumbrarlos y bastará cualquiera leve centella a inflamarlos y perderlos.
Tiene Palafox muchos otros consejos de buen gobierno como la
cualidad esencial en el gobernante es la prudencia; de los exhortos al pueblo a
mantener lealtad a los príncipes; de la veracidad, rectitud, nobleza en el
obrar; de tener un príncipe recto y prudente, ministros sabios, activos y
eficaces, normados por las leyes con sano y oportuno consejo; de efectuar una
recta aplicación de la ley y a una sana administración de justicia que es la
base de la convivencia humana; de tener una aplicación sabia y prudente de la
ley y de la administración de recta y oportuna justicia.
Finalmente, de acuerdo a De la Torre Villar, el último
consejo de buen gobierno es sobre la autoridad y el gobierno que el rey debe
tener hacia sus subordinados, con gran prudencia recomienda que nunca pierda el
rey la autoridad sobre sus subordinados, que los conduzca con enérgica dignidad,
de gobernar para todos, con rectitud, mirando el todo universal de su gobierno,
no el interés de unos cuantos ni algunos males especiales.
A 361 años de su muerte, las ideas de don Juan de Palafox y
Mendoza siguen vigentes.
En fin, como decía una copla contra Palafox por su carácter
fuerte:
Advierte,
conde, el ardid,
pues Dios te
ha dado talento.
No se atreva
a tu sarmiento
la
palafoxiana vid.
Y a tu
cuerdo discurrir
no te dé un
traidor astuto
que es vid,
que da por fruto
vivir sin
dejar vivir.
raultorress@hotmail.com
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