Columna Un Nuevo Comienzo
Formación
de Líderes contra la Pobreza en México
Alberto
Jiménez Merino
Secretario
Ejecutivo del Consejo
Técnico Nacional Consultivo de la CNC
De acuerdo con Stephen
Covey, en su libro El Líder Interior, solo tenemos una oportunidad de
formar a nuestros jóvenes para un futuro incierto que nadie puede predecir. Y
se pregunta ¿qué estamos haciendo con esa oportunidad?
Según registros oficiales,
la matrícula total del Sistema Educativo Mexicano en el ciclo escolar 2019-2020
es de 36.6 millones de estudiantes, atendidos en 265 mil escuelas por 2.1
millones de profesores.
Aproximadamente, 222 mil 350
son escuelas de educación básica, 5 mil 660 son escuelas de capacitación para
el trabajo, 14 mil 103 son de educación media superior y 4 mil 228 son escuelas
de educación superior. Del total de estas, más de 20 mil están ubicadas en el
medio rural con su respectiva parcela escolar.
El Sistema Nacional de
Investigadores (SIN), dependiente del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT),
cuenta con más de 14 mil investigadores, cifra a la que hay que restar aquellos
que se dedican a la biotecnología, porque por estos días es posible que se
elimine esa área al no ser considerada prioritaria para el país por la 4t.
No obstante, esta gran
riqueza humana, infraestructura, biodiversidad y cuantiosos recursos del
presupuesto nacional a la educación, los principales problemas nacionales
siguen siendo la pobreza, la baja productividad de las actividades económicas, la
desnutrición, la obesidad, el sobrepeso, el deterioro de los recursos
naturales, la contaminación ambiental, la inseguridad pública y ciertamente la
corrupción de anteriores y actuales gobiernos.
Hoy, la pandemia de COVID-19,
además de la lamentable pérdida de vidas humanas que hoy supera ya la cifra de
75 mil mexicanos, está dejando grandes pérdidas a la economía que ya, desde
antes de su inicio, estaba muy mermada.
La pobreza, según los expertos,
se ha duplicado en México al pasar de 5 millones de familias a más de 10
millones.
Tradicionalmente, la
política pública nacional ha estado orientada hacia la implementación de
programas asistenciales, hacia la atención del bienestar de la población para
cubrir necesidades y deseos de corto plazo con una lógica francamente electoral
de propios y ajenos. Muy lejos ha quedado la atención al fomento productivo
generador de riqueza duradera. Una transición gradual y equilibrada en este
aspecto se ve casi imposible actualmente.
La Cámara de Diputados,
encargada de aprobar el presupuesto nacional a propuesta del ejecutivo federal,
no cuenta con un modelo definido porque se abandonó la planeación hace ya
varias décadas. Aquella frase de que “el ejecutivo propone y el legislativo
dispone” es solo una falsa ilusión, más ahora donde el ejecutivo propone y
dispone.
En el ámbito educativo, ya
hemos comentado las tareas pendientes que la escuela tiene. No hay educación
alimentaria, financiera, ambiental ni educación para la vida y el trabajo no
obstante las más de 5 mil 660 escuelas existentes.
No existe una relación entre
los problemas nacionales y los contenidos educativos; los problemas de las
familias más pobres y de los sectores productivos micro, pequeños y medianos no
están incluidos en la currícula educativa nacional. La formación agronómica no
considera al minifundio ni las áreas de temporal que son más del 80 por ciento
del sector agropecuario mexicano.
Más grave aún es que nos
hemos esforzado en formar profesionistas y no en la formación de líderes. Se le
ha dado mucha importancia a los contenidos teóricos y muy reducida atención a
la práctica, porque esta última requiere de mayores inversiones, trabajo y
experiencia de los profesores.
En 1940 se instituyó la
Parcela Escolar como una política nacional y, a partir de ese año, se formalizó
la práctica, esto es, que las escuelas rurales contaran con una parcela que se
destinara para la enseñanza de las actividades agrícolas y contribuyera con las
necesidades materiales de la escuela. Hoy, esta política es letra muerta que a
nadie importa en las más de 20 mil escuelas rurales del país.
Las parcelas escolares, los proyectos
demostrativos internos o externos a la escuela, los casos comunitarios de éxito
y su socialización entre los alumnos, son el camino para formar líderes en
lugar de solo profesionistas.
La vinculación y atención de
los problemas de las comunidades de origen por los estudiantes, son
fundamentales para luego resolver los problemas del mundo. Esta vinculación no
es mucho pedir, solo hay que orientar al estudiante y darle las facilidades
básicas.
El Sistema Educativo
Nacional tiene en las aulas a 36 millones de potenciales líderes mexicanos.
Junto con el Sistema Nacional de Investigadores tiene ante sí la gran responsabilidad
de resolver los principales problemas nacionales o por lo menos de formar a los
líderes que puedan lograrlo.
Y, sin amargura, hay que
reconocer que nuestras generaciones no han podido o querido hacerlo porque nos
han faltado líderes.
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