lunes, 11 de enero de 2021

Gobiernos Populistas; atienden deseos y olvidan necesidades


 Columna Un Nuevo Comienzo

Gobiernos Populistas; atienden deseos y olvidan necesidades

Alberto Jiménez Merino

En mi primera experiencia como como secretario de desarrollo rural del estado de

Puebla, poblano e ingeniero agrónomo, fui para la gente un gran funcionario. Se

les atendía bien y se les daba al menos parte de lo que pedían. Se quedaba bien

con todos. Todos éramos felices.

Sin embargo, en mi evaluación personal, autocritica siempre, fui una nulidad de

servidor público y aseguro que lo fui también para mi jefe. Pero más allá, fui una

nulidad para Puebla de no ser porque en ese periodo iniciamos los Programas del

Bambú, el Agave Mezcalero, la Agricultura por Contrato, la Agricultura Familiar, la

Pitahaya y la Agricultura de Conservación. Ya antes habíamos propuesto el

programa regional de Praderas para el ganado y obras para la Conservación del

agua en la Mixteca a un gobierno del que no fui parte.

Comprobé que cuando solo se atiende la demanda y los deseos de la población

uno queda muy bien. Se vuelve uno muy popular. Pero quedar bien nunca debe

ser un objetivo. Hay que hacer lo que deba hacerse. Cuando no se identifican,

diferencian y atienden las necesidades reales, las administraciones son un

fracaso. No son lo mismo deseos que necesidades. Más grave es cuando,

creyendo que uno es sabio, impone caprichos sin escuchar a los que de verdad

saben.

Cuando la vida me dio otra oportunidad de ser secretario, ya con una estrategia

que con satisfacción veo que se ha mantenido y con un presupuesto para el

campo poblano que no se ha vuelto a ver desde el 2010, reorientamos las

decisiones y dijimos no en donde se requería hacerlo. Apoyamos la Integración y

Desarrollo de cadenas productivas, seguridad alimentaria a través de la agricultura

familiar y conservación de los recursos naturales como resultado de la planeación

democrática en donde los beneficiarios participaron. Todo esto está contenido en

el libro Puebla, una estrategia de atención al campo, y está disponible para todos

en www.jimenezmerino.com.mx

Siempre escuché que deseaban mejores precios para las cosechas, créditos

baratos o sin intereses, gasolina y diésel baratos, que no subiera el dólar y

muchas cosas que no dependían del gobierno. No podemos influir en los precios,

pero si podemos ayudar para que bajen los costos de producción. Buscaban

apoyos de semillas, fertilizantes, herramientas de trabajo y apoyos económicos

para sus actividades. Pocas veces pidieron capacitación y asesoría, servicios

técnicos, maquinaria e infraestructura que solos no podían obtener. Y aseguro que

el gobierno hace mal lo que ellos hacen mejor, pero no hace lo que los

productores realmente necesitan.


La pobreza ha sido nuestro mayor problema y no se ha resuelto en los últimos 25

años. Se ha contenido con apoyos asistenciales y programas sociales, pero no ha

variado sustantivamente.

El COVID, según estimaciones de expertos, ha provocado en México un

incremento de 10 millones de pobres y un retroceso en la economía de casi 10

años.

Las cifras del COVID en México al 9 de enero del 2021 indican que hay 1 millón

507 mil 931 casos confirmados y 132 mil 069 muertos. Hay un repunte de la

pandemia con tendencia a crecer en enero; hay entidades federativas en semáforo

rojo y saturación de hospitales que no tienen ni camas ni medicamentos para

atender a los enfermos.

No obstante esta situación tan crítica, vemos que las prioridades del ejecutivo

federal, enmarcadas en la segunda etapa de la cuarta transformación, son la

eliminación de los organismos gubernamentales autónomos con el argumento de

seguir ahorrando, como ocurrió con más de 100 fideicomisos que otorgaban

apoyos y facilitaban la atención a sectores como la ciencia y tecnología, agua,

cultura, cambio climático y desastres naturales.

Lo urgente es la atención a la salud de los mexicanos y para ello se requiere del

redireccionamiento de recursos de manera inmediata. Refinerías, aeropuertos y

trenes mayas pueden esperar hasta después de haber asegurado la salud de la

gente, principio y fin de la razón de ser de un gobierno.

Lamentablemente, un país pobre polarizado, dividido en buenos y malos por quien

debería unirlo, se hace más pobre por políticas equivocadas o ausentes, por una

ambición desmedida a concentrar las decisiones nacionales, a eliminar los

contrapesos indispensables en las democracias y por el desmantelamiento de

instituciones que costó mucho construir.

Urgente también es garantizar la alimentación de la población que en buena parte

se logra con las transferencias personales que hoy tienen como nunca una clara

orientación a crear una base electoral permanente. Esta tentación que no es

exclusiva de este régimen, se destaca porque hoy es más marcada y no se

acompaña con políticas para atender lo importante como es el fomento productivo,

el segundo piso del desarrollo.

Los apoyos asistenciales sin fomento productivo son inútiles porque cuando ya no

se tienen, la gente no sabe qué hacer. Son necesarios, pero no suficientes, y

nadie en su sano juicio quiere quitarlos.

Lo que se requiere, es complementar con verdaderas políticas para el desarrollo.

Atender la salud y unir a los mexicanos es una gran urgencia. Pero, los diferentes

resultaron peores.

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lunes, 11 de enero de 2021

Gobiernos Populistas; atienden deseos y olvidan necesidades


 Columna Un Nuevo Comienzo

Gobiernos Populistas; atienden deseos y olvidan necesidades

Alberto Jiménez Merino

En mi primera experiencia como como secretario de desarrollo rural del estado de

Puebla, poblano e ingeniero agrónomo, fui para la gente un gran funcionario. Se

les atendía bien y se les daba al menos parte de lo que pedían. Se quedaba bien

con todos. Todos éramos felices.

Sin embargo, en mi evaluación personal, autocritica siempre, fui una nulidad de

servidor público y aseguro que lo fui también para mi jefe. Pero más allá, fui una

nulidad para Puebla de no ser porque en ese periodo iniciamos los Programas del

Bambú, el Agave Mezcalero, la Agricultura por Contrato, la Agricultura Familiar, la

Pitahaya y la Agricultura de Conservación. Ya antes habíamos propuesto el

programa regional de Praderas para el ganado y obras para la Conservación del

agua en la Mixteca a un gobierno del que no fui parte.

Comprobé que cuando solo se atiende la demanda y los deseos de la población

uno queda muy bien. Se vuelve uno muy popular. Pero quedar bien nunca debe

ser un objetivo. Hay que hacer lo que deba hacerse. Cuando no se identifican,

diferencian y atienden las necesidades reales, las administraciones son un

fracaso. No son lo mismo deseos que necesidades. Más grave es cuando,

creyendo que uno es sabio, impone caprichos sin escuchar a los que de verdad

saben.

Cuando la vida me dio otra oportunidad de ser secretario, ya con una estrategia

que con satisfacción veo que se ha mantenido y con un presupuesto para el

campo poblano que no se ha vuelto a ver desde el 2010, reorientamos las

decisiones y dijimos no en donde se requería hacerlo. Apoyamos la Integración y

Desarrollo de cadenas productivas, seguridad alimentaria a través de la agricultura

familiar y conservación de los recursos naturales como resultado de la planeación

democrática en donde los beneficiarios participaron. Todo esto está contenido en

el libro Puebla, una estrategia de atención al campo, y está disponible para todos

en www.jimenezmerino.com.mx

Siempre escuché que deseaban mejores precios para las cosechas, créditos

baratos o sin intereses, gasolina y diésel baratos, que no subiera el dólar y

muchas cosas que no dependían del gobierno. No podemos influir en los precios,

pero si podemos ayudar para que bajen los costos de producción. Buscaban

apoyos de semillas, fertilizantes, herramientas de trabajo y apoyos económicos

para sus actividades. Pocas veces pidieron capacitación y asesoría, servicios

técnicos, maquinaria e infraestructura que solos no podían obtener. Y aseguro que

el gobierno hace mal lo que ellos hacen mejor, pero no hace lo que los

productores realmente necesitan.


La pobreza ha sido nuestro mayor problema y no se ha resuelto en los últimos 25

años. Se ha contenido con apoyos asistenciales y programas sociales, pero no ha

variado sustantivamente.

El COVID, según estimaciones de expertos, ha provocado en México un

incremento de 10 millones de pobres y un retroceso en la economía de casi 10

años.

Las cifras del COVID en México al 9 de enero del 2021 indican que hay 1 millón

507 mil 931 casos confirmados y 132 mil 069 muertos. Hay un repunte de la

pandemia con tendencia a crecer en enero; hay entidades federativas en semáforo

rojo y saturación de hospitales que no tienen ni camas ni medicamentos para

atender a los enfermos.

No obstante esta situación tan crítica, vemos que las prioridades del ejecutivo

federal, enmarcadas en la segunda etapa de la cuarta transformación, son la

eliminación de los organismos gubernamentales autónomos con el argumento de

seguir ahorrando, como ocurrió con más de 100 fideicomisos que otorgaban

apoyos y facilitaban la atención a sectores como la ciencia y tecnología, agua,

cultura, cambio climático y desastres naturales.

Lo urgente es la atención a la salud de los mexicanos y para ello se requiere del

redireccionamiento de recursos de manera inmediata. Refinerías, aeropuertos y

trenes mayas pueden esperar hasta después de haber asegurado la salud de la

gente, principio y fin de la razón de ser de un gobierno.

Lamentablemente, un país pobre polarizado, dividido en buenos y malos por quien

debería unirlo, se hace más pobre por políticas equivocadas o ausentes, por una

ambición desmedida a concentrar las decisiones nacionales, a eliminar los

contrapesos indispensables en las democracias y por el desmantelamiento de

instituciones que costó mucho construir.

Urgente también es garantizar la alimentación de la población que en buena parte

se logra con las transferencias personales que hoy tienen como nunca una clara

orientación a crear una base electoral permanente. Esta tentación que no es

exclusiva de este régimen, se destaca porque hoy es más marcada y no se

acompaña con políticas para atender lo importante como es el fomento productivo,

el segundo piso del desarrollo.

Los apoyos asistenciales sin fomento productivo son inútiles porque cuando ya no

se tienen, la gente no sabe qué hacer. Son necesarios, pero no suficientes, y

nadie en su sano juicio quiere quitarlos.

Lo que se requiere, es complementar con verdaderas políticas para el desarrollo.

Atender la salud y unir a los mexicanos es una gran urgencia. Pero, los diferentes

resultaron peores.

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