Innovaciones
tecnológicas y problemas nacionales
Alberto Jiménez Merino
Japón está liderando una
revolución ecológica al emplear drones equipados con inteligencia artificial (IA)
y tecnología LIDAR, que se recargan con energía solar para reforestar de manera
eficiente y sostenible. Estos drones analizan las condiciones del terreno y
dispersan cápsulas biodegradables que contienen semillas de especies nativas,
recubiertas con nutrientes y hongos benéficos en grandes extensiones y áreas en
las que sería difícil para las personas acceder (eccosciencia.blog.com 2025)
La misma fuente señala que, esta
innovación acelera la renovación de ecosistemas deforestados o afectados por
incendios, reduce significativamente los costos y riesgos asociados con la
reforestación manual, especialmente en áreas de difícil acceso. Empresas como Air Seed Technology, Australia y Flash Forest, Canadá, están implementado
tecnologías similares para plantar 40,000 semillas al día, en aproximadamente
40 hectáreas, lo que representa un avance significativo en la lucha contra la
deforestación y el cambio climático.
Información de la Comisión
Nacional Forestal (CONAFOR) señala que el promedio anual de deforestación es de
267, 665 hectáreas. México ha perdido 4.77 millones de hectáreas entre 2001y
2023 (Zózimo Camacho, diario-red.com, 18 abril 2025). Esta pérdida de
vegetación tiene un impacto directo sobre la pérdida de suelo y el agotamiento
de acuíferos y, seguramente, en el aumento de escurrimientos pluviales que
ocasionan inundaciones en las partes bajas de las cuencas afectando a los
centros de población.
Asimismo, el plan de limpieza
del Río Sena siguió un largo camino. Iniciado en 1990 por el alcalde de París,
Jacques Chirac, después de 101 años de prohibición para nadar por su alta
contaminación, actualmente ha permitido la recuperación de este importante
afluente, utilizado para algunas competencias de los Juegos Olímpicos 2024. Se
separaron las aguas pluviales y mediante un tanque subterráneo construido en Austerliz,
se captan y tratan todas las aguas residuales, y ya limpias se devuelven al
río. Como pruebas de limpieza, se han reducido significativamente la cantidad
de bacterias fecales y aumentado las especies de peces. En 1980 había solo 3
especies piscícolas y actualmente más de 34. (Alejandro Gómez. Milenio Noticias, 2024)
En México, la contaminación de
las cuencas por aguas residuales es uno de los más grandes problemas
ambientales. De un total cercano a 80 metros cúbicos por segundo de aguas
residuales que se producen a nivel nacional, solo hay infraestructura para
tratar cerca de 64, pero la mitad de esa infraestructura no está en operación.
Así, vemos sin rubor que casi
un tercio de las aguas residuales nacionales pasan directamente a barrancas y
ríos; y otro tercio, aunque con infraestructura, también pasa sin tratar hacia
el mismo destino, teniendo a las cuencas Lerma-Chapala, Atoyac, Tula, Pánuco,
Balsas y los principales ríos, como receptores de aguas sucias.
Los suelos mexicanos están muy
degradados por la erosión y, además de haber perdido la capa fértil para la
producción agrícola, han perdido también la materia orgánica, la microbiología
para degradarla haciéndola aprovechable y la capacidad de retención de lluvia.
Un estudio del Banco de México, a través de Fideicomisos Instituidos en
Relación con la Agricultura (FIRA), indicaba que la pérdida de suelo en México
alcanzaba 2,500 kilogramos por hectárea al año, cerca de 500 millones de
toneladas anuales. Además, los suelos están muy compactados producto de décadas
de paso de maquinaria.
La agricultura de conservación,
consistente en reducir el movimiento del suelo durante su preparación, la
adopción de diversas prácticas agroecológicas como la siembra directa de
precisión sobre los residuos anteriores, incluir biofertilizantes, cultivos de
cobertura o la rotación de cultivos, se practica ya en 102 países con una
superficie de 202 millones de hectáreas (Aapresid.org.ar 2022). Argentina es un
referente mundial en esta estrategia y también ha avanzado en Estados Unidos,
cada país tiene aproximadamente 30 millones de hectáreas. La agricultura de conservación
en Brasil, entre 2016 y 2017, aumentó a 33 millones de hectáreas
(sciencedirect.com 2021)
La Agricultura de Conservación
es la mejor estrategia para mejorar la productividad agroalimentaria
sustentable contra la sequía y el cambio climático en zonas de temporal. En
México, esta estrategia alcanza tímidamente unas 500 mil hectáreas de las que,
cerca de 300 mil están en el Bajío y el resto son en regiones serranas donde la
topografía ha obligado a no mover mucho la tierra como el Sierra Norte de
Puebla, Sierra de Oaxaca y montañas de Chiapas.
Es importante destacar la
importante función que han tenido para su promoción el FIRA, el Centro
Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), la Asociación Nacional
de Agricultura de Conservación (ANAN), la Universidad Autónoma Chapingo (UACH)
y diversas organizaciones con grandes esfuerzos aislados ante la falta de una política
de estado.
Por lo anterior, sería muy
conveniente y útil como sociedad y gobierno, revisar quiénes son los más
aventajados en aquellos problemas que aún padecemos y cómo lo han hecho, para adoptar, adaptando, y también formar líderes: funcionarios o jóvenes
del último semestre que hagan estancias cortas de 1 a 3 meses sobre esos casos
exitosos de interés nacional o estatal. Al mismo tiempo vincular el Sistema
Educativo y de Investigación con las principales necesidades socioeconómicas y
ambientales, así como establecer las políticas públicas respectivas.
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