miércoles, 26 de febrero de 2014

Rafael y Lalo, siempre se odian Por: Carlos Macías Palma

cmaciaspalma@yahoo.com.mx
@cmaciaspalma


Para la clase política poblana, mejor dicho la subclase política (incluida la panista, la priista y la morenovallista) y para algunos colegas de la prensa, la gran noticia de la semana, del mes, del año, del trienio y hasta del sexenio, es la ruptura de relaciones políticas y cordiales entre el gobernador Rafael Moreno Valle y el presidente municipal de Puebla Eduardo Rivera Pérez.
Sin embargo, la pregunta es clara ante la delgadez de la memoria histórica reciente de la política local ¿Cuándo han sido amigos? ¿alguna ocasión tuvieron una relación que no fuera la obligatoriamente institucional? ¿desde cuándo se llevan bien? Lo cierto es que no hay ruptura, ni separación, ni afrenta, ni desprecio (al no asistir al tercer informe municipal) entre dos personajes, entre quienes nunca ha habido afinidad ni relación respetuosa.
El enfrentamiento entre Rafael y Eduardo tiene origen desde los orígenes políticos de ambos. Rafael es priista y Eduardo, panista. Eso no se olvida ni se puede borrar con una simple plática de café y un “acuerdo” político y los panistas, son radicales en ese sentido: si eres priista, priista morirás y no entras en el reino del señor blanquiazul.
Del otro lado, está el pragmatismo de Moreno Valle cuyos intereses políticos y personales están por encima de cualquier partido político. Pero bien, el tema es recordar algunos pasajes de la histórica relación entre Moreno Valle y Rivera Pérez, que dicho sea de paso, no son muchos pero si “rete-harto” significativos.
En el año 2006 Eduardo Rivera Pérez era presidente del comité estatal del PAN en cuya oficina recibió la orden expresa de Felipe Calderón, entonces candidato presidencial, de aceptar al priista Rafael Moreno Valle como candidato a Senador de la República. Rafael era no sólo diputado tricolor sino presidente de la Gran Comisión del Congreso del Estado ¡Vaya afrenta para el panismo!
En el 2010 Moreno Valle hizo todo lo necesario para que Enrique Doger Guerrero, actual diputado federal priista, fuera candidato a presidente municipal de Puebla, intentando borrar de un jalón a todos los panistas aspirantes. A final de cuentas, Rivera Pérez se impuso y no sólo se convirtió en candidato, sino en alcalde de Puebla.
Ya en funciones, Rivera recibió al gobernador en el palacio municipal para el Grito de Independencia. Moreno Valle no sólo escogió el menú y los detalles de la fiesta que normalmente están a cargo del edil en turno, sino que impidió que el anfitrión apenas asomara la cabeza y la manita en tan significativo acto cívico.
En el 2010 “los héroes de Puebla” como llamó Josefina Vázquez Mota a los panistas poblanos comandados por Eduardo Rivera, le dieron la victoria por sobre Ernesto Cordero en esa elección del candidato presidencial panista. Otra vez Eduardo y Rafael se enfrentaron.
Pero en el tema de los informes municipales, es la segunda vez que el gobernador se hace el importante. En el primero, se apoderó del micrófono, hizo su actuación y destacó sus obras al tiempo de hacer a un lado al cada vez más pequeño Rivera. Y ya para este tercero, sencillamente no acudió anunciando a todo aquel que le quiera escuchar, que fue de manera intencional.
Con estos pequeños detalles históricos, queda claro que entre Rafael Moreno Valle y Eduardo Rivera Pérez no hay distanciamiento, pues nunca ha habido acercamiento. Es evidente que la guerra entre ellos no ha empezó el 5 de febrero del 2014, sino que continua como desde hace ya, varios años. Nada nuevo, nada más es despertar un poquito la memoria histórica.


El Verdugo

Para las elecciones del año 2018 Rafael Moreno Valle y Eduardo Rivera caminarán juntos… otra vez. El primero será candidato a Presidente de México y el segundo a Senador de la República por Puebla. El Verdugo pregunta: ¿aplicaría eso de: Dios los cría y ellos se juntan?
Gracias.

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miércoles, 26 de febrero de 2014

Rafael y Lalo, siempre se odian Por: Carlos Macías Palma

cmaciaspalma@yahoo.com.mx
@cmaciaspalma


Para la clase política poblana, mejor dicho la subclase política (incluida la panista, la priista y la morenovallista) y para algunos colegas de la prensa, la gran noticia de la semana, del mes, del año, del trienio y hasta del sexenio, es la ruptura de relaciones políticas y cordiales entre el gobernador Rafael Moreno Valle y el presidente municipal de Puebla Eduardo Rivera Pérez.
Sin embargo, la pregunta es clara ante la delgadez de la memoria histórica reciente de la política local ¿Cuándo han sido amigos? ¿alguna ocasión tuvieron una relación que no fuera la obligatoriamente institucional? ¿desde cuándo se llevan bien? Lo cierto es que no hay ruptura, ni separación, ni afrenta, ni desprecio (al no asistir al tercer informe municipal) entre dos personajes, entre quienes nunca ha habido afinidad ni relación respetuosa.
El enfrentamiento entre Rafael y Eduardo tiene origen desde los orígenes políticos de ambos. Rafael es priista y Eduardo, panista. Eso no se olvida ni se puede borrar con una simple plática de café y un “acuerdo” político y los panistas, son radicales en ese sentido: si eres priista, priista morirás y no entras en el reino del señor blanquiazul.
Del otro lado, está el pragmatismo de Moreno Valle cuyos intereses políticos y personales están por encima de cualquier partido político. Pero bien, el tema es recordar algunos pasajes de la histórica relación entre Moreno Valle y Rivera Pérez, que dicho sea de paso, no son muchos pero si “rete-harto” significativos.
En el año 2006 Eduardo Rivera Pérez era presidente del comité estatal del PAN en cuya oficina recibió la orden expresa de Felipe Calderón, entonces candidato presidencial, de aceptar al priista Rafael Moreno Valle como candidato a Senador de la República. Rafael era no sólo diputado tricolor sino presidente de la Gran Comisión del Congreso del Estado ¡Vaya afrenta para el panismo!
En el 2010 Moreno Valle hizo todo lo necesario para que Enrique Doger Guerrero, actual diputado federal priista, fuera candidato a presidente municipal de Puebla, intentando borrar de un jalón a todos los panistas aspirantes. A final de cuentas, Rivera Pérez se impuso y no sólo se convirtió en candidato, sino en alcalde de Puebla.
Ya en funciones, Rivera recibió al gobernador en el palacio municipal para el Grito de Independencia. Moreno Valle no sólo escogió el menú y los detalles de la fiesta que normalmente están a cargo del edil en turno, sino que impidió que el anfitrión apenas asomara la cabeza y la manita en tan significativo acto cívico.
En el 2010 “los héroes de Puebla” como llamó Josefina Vázquez Mota a los panistas poblanos comandados por Eduardo Rivera, le dieron la victoria por sobre Ernesto Cordero en esa elección del candidato presidencial panista. Otra vez Eduardo y Rafael se enfrentaron.
Pero en el tema de los informes municipales, es la segunda vez que el gobernador se hace el importante. En el primero, se apoderó del micrófono, hizo su actuación y destacó sus obras al tiempo de hacer a un lado al cada vez más pequeño Rivera. Y ya para este tercero, sencillamente no acudió anunciando a todo aquel que le quiera escuchar, que fue de manera intencional.
Con estos pequeños detalles históricos, queda claro que entre Rafael Moreno Valle y Eduardo Rivera Pérez no hay distanciamiento, pues nunca ha habido acercamiento. Es evidente que la guerra entre ellos no ha empezó el 5 de febrero del 2014, sino que continua como desde hace ya, varios años. Nada nuevo, nada más es despertar un poquito la memoria histórica.


El Verdugo

Para las elecciones del año 2018 Rafael Moreno Valle y Eduardo Rivera caminarán juntos… otra vez. El primero será candidato a Presidente de México y el segundo a Senador de la República por Puebla. El Verdugo pregunta: ¿aplicaría eso de: Dios los cría y ellos se juntan?
Gracias.

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