En medio de una acelerada transición demográfica -inédita en la historia de nuestro país-, el sector de los adultos mayores es un segmento de la población que requiere de políticas de estado pues se estima que registrará el mayor crecimiento para las siguientes décadas.
De acuerdo con proyecciones del Consejo Nacional de Población –CONAPO- para el año 2020 serán 15 millones y para el año 2030 habremos rebasado los 22 millones; de modo que este segmento de la población ascenderá a más del 15 por ciento en la siguiente década.
Este escenario nos hace reflexionar -por una parte- sobre el aumento de la esperanza de vida y -por otra- en los esfuerzos que deberán realizar los gobiernos en materia de salud y alimentación. A contrario sensu representa un reto mayúsculo lograr que los abuelitos vivan en condiciones dignas y que tengan acceso a servicios de calidad sin perder de vista el respeto pleno a sus derechos humanos.
El panorama a futuro es más complejo. La Secretaría de Salud muestra que por cada millón de habitantes tan sólo hay 2 geriatras, lo que hace evidente que los adultos mayores necesitan urgentemente atención en materia de salud, ya que representan uno de los grupos poblacionales más desprotegidos y vulnerables por las características propias de la edad como la pérdida de movilidad que los hace más propensos a enfermedades y accidentes que requieren hospitalización.
De acuerdo a datos del INEGI, en Puebla residen 514 mil adultos mayores, lo que representa 8.9% de la población total. De las personas de 60 y más años 14% viven solas. Aproximadamente, 4 de cada 10 adultos mayores no son derechohabientes a servicios de salud
Motivado por éstas y otras consideraciones en 2006 impulsamos un modelo integral de atención para los adultos mayores -que subsiste en la actualidad- denominado la Casa del ABUE, esquema que fue acreedor al PREMIO IMDA en 2008 por ser innovador en la implementación de políticas enfocadas al cuidado de los adultos mayores.
La Casa del ABUE cumplía cabalmente con la Asistencia, el Bienestar, la Unidad y la Esperanza que requerían nuestros adultos mayores en Puebla ya que contaban con atención de especialistas en oftalmología, otorrinolaringología, ortopedia así como con una unidad de rehabilitación, talleres, alberca y canchas deportivas.
De esa manera, con la atención geriátrica-gerontológica también se impulsaba el desarrollo de habilidades físicas y psicológicas así como las habilidades artísticas y de oficios en un ambiente agradable e incluyente que los reincorporaba a la vida productiva y social en la edad de oro.
Este esquema se desdobló en el interior del estado de Puebla a través de 105 Estancias de Día en el mismo número de municipios del estado e incluía servicios de atención médica, psicológica, jurídica, alimentación y actividades culturales y recreativas con atención diaria a más de 5 mil personas.
Por eso como Diputado Federal, desde la máxima Tribuna, presenté un exhorto para que las universidades públicas del país, la Secretaría de Salud, la Secretaría de Educación Pública así como las instituciones educativas y de seguridad social, establezcan y promuevan en sus planes de estudio a la Geriatría, Gerontología y Tanatología de manera que garanticen programas educativos de técnicos profesionales, licenciaturas, especialidades, posgrados e investigaciones científicas con estos tres enfoques.
Es necesario generar las condiciones necesarias para alcanzar niveles de bienestar y alta calidad de vida para este sector poblacional, por lo que considero necesario un aumento en el presupuesto 2017 para la población de adultos mayores con la finalidad de que se multipliquen las acciones orientadas a cubrir las políticas, programas y estrategias a favor de la igualdad, protección y bienestar, alineadas con el Programa Sectorial de Desarrollo Social, no sólo a través del Programa de Pensión para Adultos Mayores, sino impulsando un modelo de Estancias de Día que se implementen en todos y cada uno de los municipios del país para atender las necesidades que la Gerontología, Tanatología y Geriatría tienen en esta materia.
Estoy convencido de la necesidad de garantizar a este grupo tan olvidado una vida digna y autónoma, poniendo atención en los medios para combatir sus enfermedades, en la que juegan un papel preponderante las instituciones educativas y de seguridad social en la formación de un mayor número de especialistas a favor de adultos mayores.
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