lunes, 22 de agosto de 2016

Échele sabor ‘mijo por Esteban Cruz Lizarraga


Hace unos días me tocó ir a uno de estos salones de baile, ya saben esos que abren como desde las 3 de la tarde y hay música en vivo. Es decir, el antro para los mayores de 40, que al otro día tienen que trabajar o tienen que llegar temprano a casa porque el hijo se va de “party” a las 10 de la noche.

Bueno, pues andaba yo allí siendo de los pocos jóvenes del lugar - ahora sé cómo se sienten los “chavo-rucos” en un antro cuando todos los jóvenes se le quedan viendo- y me di cuenta cómo la pista de baile sólo se vaciaba cuando el grupo terminaba la canción y se ponía de acuerdo para la que sigue, porque por si no lo han notado, las mezclas de salsa duran como 10 min – peor que canción electrónica -, o también cuando la canción no estaba tan buena y solo quedaban 1 o 2 parejitas –el típico wey que no se sienta para nada porque los pasos “le salen bien chingones”- y entonces me di a la tarea de analizar la “música cumbianchera” (aclaremos que llamaremos “música cumbianchera” a la salsa, cumbia y merengue para futuras menciones – hay wey, pinche frase dominguera-).

Digo, ¿Quién no ha escuchado una canción cumbianchera? Todos – y reafirmo- TODOS tienen su favorita, y no es que la traigamos en nuestro playlist -porque esa música no se escucha se baila- pero hay una que siempre nos hace mover el pie o decirle a la comadre, al sobrino o sobrina, al amigo o a quien sea “ándale vamos a bailar esta” aunque bailemos como gusanos con sal o nos sepamos dos pasos – bueno yo no, porque  bailo chingón, no sé ustedes – y ahí nos vez peleando un por poco de pista y chocando con las parejitas salidas de “Bailando por un sueño” o “Dancing with the stars”, esas parejitas de concurso que al wey sólo le falta aventarla al techo y cargarla con una mano, esas que se lucen con sus mejores pasos pa’que vean quién es la estrella; y nosotros medio moviéndonos porque “sólo me sé dos pasos” o a nuestra pareja – la única que se atrevió a bailar con nosotros- pues el baile no se le da, es decir, baila de la chingada .

Pero a decir verdad, que sea nuestra favorita no tiene nada que ver con la letra, sino más bien con el ritmo que lleva la canción. Porque el ritmo lo es todo en este tipo de canciones. (Ahh verdad, no lo habían analizado)

El ritmo cumbianchero puede hacer que una canción que pasó casi desapercibida en pop, o en balada, o en cualquier otro ritmo, pase a ser todo un mega éxito. Un ejemplo claro es la canción de “Mi Bombón” de Cabas - ¿Quién chingados es Cabas? El que la cantó primero, así dejémoslo- pasó a ser un mega éxito en las bodas y XV años cuando la empezó a cantar Margarita “la Diosa de la cumbia”, o la canción “¿Qué de mí?”, que pasó hiper desapercibida - como balada para para cortarse las venas - entre tantos éxitos de Rocío Dúrcal, pero se volvió una de las preferidas cuando se cambió al “lado cumbianchero”. Porque una vez que se pasen al lado cumbianchero y se vuelven éxito, no hay marcha atrás, quedará en el olvido quién es el cantante original de esas canciones; y si alguna vez la escuchan siempre dirán “Yo la prefiero en cumbianchera”.

No solo eso, también sirve para que una canción sin sentido, tonta y estúpida nos haga mover todo el esqueleto, ¿no me creen? Y que me dicen de “la vaca (muu), la misma vaca (muu), la otra vaca (muu), donde está mi vaca (muu), se murió la vaca (muu)” – ok, le invéntelo último pero ni quien se haya dado cuenta – o que tal “el baile del beeper” con una letra tan complicada que dice: el beeper, el beeper, el beeper, el beeper por 5:18 minutos – wow que profundidad – y bien que la bailamos hasta abajo. Y que me pueden decir de todas las de Chicoche, el clásico de clásicos en las fiestas de vecinales – esas que cierran calles, ponen lonas y el súper grupo en tarima y con mega bocinas, sí esa a la que has ido enfrente de tu casa – con letras tan geniales como “¿quen pompó esas cositas? ¿ quen pompó?” o “Uyuyui que miedo, uyuyui que miedo, mira como tiemblo, que bailar casi no puedo” y que tal “camarón pelao tú quieres, camarón pelao te doy” – ya me agarraron desprevenido – todos las conocemos, nos la sabemos, hacemos la típica víbora por toda la pista.

Y ya por último en este análisis profundo y exhaustivo de la “música cumbianchera” es que el ritmo tiene algo que nuestro cerebro evita que analicemos la letra que quizá con otra música nos haría pensar o las canciones para cortarse las venas no nos parece taaaaaaan triste. De verdad, la música cumbianchera – no toda aclaro – llega a ser misógina, sexosa, e incluso con temas que nos harían pensar si es tan correcto que nuestros hijos la escucharan. Pero como es “cumbianchera” pues no importa.

Hasta tu vecina, la de en frente, de la “vela perpetua” o tu vecinos “híper cristianos” – esos que cuando los miras a los ojos parecieran que pudieran leer todos tus pecados más profundos – los vez moviendo el bote con “he mojado mis sábanas blancas recordándote… en mi cama nadie es como tú… ven devórame otra vez” (¡¡¡WTF!!!) o que tal “el orgullo puede esperar, ven o me arrepiento, en el piso o donde sea, tómame”. Y como esos ejemplos podemos hablar de todas esas canciones con temas obscuros como “acabo de darme cuenta que eres virgen pero no me importa vamos a coger”, - ¿Qué? Ninguna canción dice eso – “Es tu primera vez, ya me di cuenta, ya no llores, ya temas. Eso no es todo en el amor… Ahora entrégate, si lloro o tiemblo es por ti amor, es que Dios me mandó para ti”, y que me dicen de “No tiene talento pero es muy buena moza, tiene buen cuerpo y es otra cosa muy poderosa en televisión, tiene un trasero que causa sensación” o el enamorarte de una niña de 17 años. Ven como les digo en cuanto se escuchan los primeros trompetazos la gente se para baila y le vale gorro de que hable la bendita canción “mientras se escuche chingona para bailar”.

Y bueno aquí termino esta columna y espero ahora no haberles arruinado sus fiestas porque ahora se pondrán a analizar las letras.

Nos leemos la próxima semana. Y como dice Willie Colón “No te quejes Andrés, no te quejes por nada. Si del cielo te caen limones, aprende a hacer limonada”.

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@lizarraga1221

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lunes, 22 de agosto de 2016

Échele sabor ‘mijo por Esteban Cruz Lizarraga


Hace unos días me tocó ir a uno de estos salones de baile, ya saben esos que abren como desde las 3 de la tarde y hay música en vivo. Es decir, el antro para los mayores de 40, que al otro día tienen que trabajar o tienen que llegar temprano a casa porque el hijo se va de “party” a las 10 de la noche.

Bueno, pues andaba yo allí siendo de los pocos jóvenes del lugar - ahora sé cómo se sienten los “chavo-rucos” en un antro cuando todos los jóvenes se le quedan viendo- y me di cuenta cómo la pista de baile sólo se vaciaba cuando el grupo terminaba la canción y se ponía de acuerdo para la que sigue, porque por si no lo han notado, las mezclas de salsa duran como 10 min – peor que canción electrónica -, o también cuando la canción no estaba tan buena y solo quedaban 1 o 2 parejitas –el típico wey que no se sienta para nada porque los pasos “le salen bien chingones”- y entonces me di a la tarea de analizar la “música cumbianchera” (aclaremos que llamaremos “música cumbianchera” a la salsa, cumbia y merengue para futuras menciones – hay wey, pinche frase dominguera-).

Digo, ¿Quién no ha escuchado una canción cumbianchera? Todos – y reafirmo- TODOS tienen su favorita, y no es que la traigamos en nuestro playlist -porque esa música no se escucha se baila- pero hay una que siempre nos hace mover el pie o decirle a la comadre, al sobrino o sobrina, al amigo o a quien sea “ándale vamos a bailar esta” aunque bailemos como gusanos con sal o nos sepamos dos pasos – bueno yo no, porque  bailo chingón, no sé ustedes – y ahí nos vez peleando un por poco de pista y chocando con las parejitas salidas de “Bailando por un sueño” o “Dancing with the stars”, esas parejitas de concurso que al wey sólo le falta aventarla al techo y cargarla con una mano, esas que se lucen con sus mejores pasos pa’que vean quién es la estrella; y nosotros medio moviéndonos porque “sólo me sé dos pasos” o a nuestra pareja – la única que se atrevió a bailar con nosotros- pues el baile no se le da, es decir, baila de la chingada .

Pero a decir verdad, que sea nuestra favorita no tiene nada que ver con la letra, sino más bien con el ritmo que lleva la canción. Porque el ritmo lo es todo en este tipo de canciones. (Ahh verdad, no lo habían analizado)

El ritmo cumbianchero puede hacer que una canción que pasó casi desapercibida en pop, o en balada, o en cualquier otro ritmo, pase a ser todo un mega éxito. Un ejemplo claro es la canción de “Mi Bombón” de Cabas - ¿Quién chingados es Cabas? El que la cantó primero, así dejémoslo- pasó a ser un mega éxito en las bodas y XV años cuando la empezó a cantar Margarita “la Diosa de la cumbia”, o la canción “¿Qué de mí?”, que pasó hiper desapercibida - como balada para para cortarse las venas - entre tantos éxitos de Rocío Dúrcal, pero se volvió una de las preferidas cuando se cambió al “lado cumbianchero”. Porque una vez que se pasen al lado cumbianchero y se vuelven éxito, no hay marcha atrás, quedará en el olvido quién es el cantante original de esas canciones; y si alguna vez la escuchan siempre dirán “Yo la prefiero en cumbianchera”.

No solo eso, también sirve para que una canción sin sentido, tonta y estúpida nos haga mover todo el esqueleto, ¿no me creen? Y que me dicen de “la vaca (muu), la misma vaca (muu), la otra vaca (muu), donde está mi vaca (muu), se murió la vaca (muu)” – ok, le invéntelo último pero ni quien se haya dado cuenta – o que tal “el baile del beeper” con una letra tan complicada que dice: el beeper, el beeper, el beeper, el beeper por 5:18 minutos – wow que profundidad – y bien que la bailamos hasta abajo. Y que me pueden decir de todas las de Chicoche, el clásico de clásicos en las fiestas de vecinales – esas que cierran calles, ponen lonas y el súper grupo en tarima y con mega bocinas, sí esa a la que has ido enfrente de tu casa – con letras tan geniales como “¿quen pompó esas cositas? ¿ quen pompó?” o “Uyuyui que miedo, uyuyui que miedo, mira como tiemblo, que bailar casi no puedo” y que tal “camarón pelao tú quieres, camarón pelao te doy” – ya me agarraron desprevenido – todos las conocemos, nos la sabemos, hacemos la típica víbora por toda la pista.

Y ya por último en este análisis profundo y exhaustivo de la “música cumbianchera” es que el ritmo tiene algo que nuestro cerebro evita que analicemos la letra que quizá con otra música nos haría pensar o las canciones para cortarse las venas no nos parece taaaaaaan triste. De verdad, la música cumbianchera – no toda aclaro – llega a ser misógina, sexosa, e incluso con temas que nos harían pensar si es tan correcto que nuestros hijos la escucharan. Pero como es “cumbianchera” pues no importa.

Hasta tu vecina, la de en frente, de la “vela perpetua” o tu vecinos “híper cristianos” – esos que cuando los miras a los ojos parecieran que pudieran leer todos tus pecados más profundos – los vez moviendo el bote con “he mojado mis sábanas blancas recordándote… en mi cama nadie es como tú… ven devórame otra vez” (¡¡¡WTF!!!) o que tal “el orgullo puede esperar, ven o me arrepiento, en el piso o donde sea, tómame”. Y como esos ejemplos podemos hablar de todas esas canciones con temas obscuros como “acabo de darme cuenta que eres virgen pero no me importa vamos a coger”, - ¿Qué? Ninguna canción dice eso – “Es tu primera vez, ya me di cuenta, ya no llores, ya temas. Eso no es todo en el amor… Ahora entrégate, si lloro o tiemblo es por ti amor, es que Dios me mandó para ti”, y que me dicen de “No tiene talento pero es muy buena moza, tiene buen cuerpo y es otra cosa muy poderosa en televisión, tiene un trasero que causa sensación” o el enamorarte de una niña de 17 años. Ven como les digo en cuanto se escuchan los primeros trompetazos la gente se para baila y le vale gorro de que hable la bendita canción “mientras se escuche chingona para bailar”.

Y bueno aquí termino esta columna y espero ahora no haberles arruinado sus fiestas porque ahora se pondrán a analizar las letras.

Nos leemos la próxima semana. Y como dice Willie Colón “No te quejes Andrés, no te quejes por nada. Si del cielo te caen limones, aprende a hacer limonada”.

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