jueves, 25 de agosto de 2016

Se le perdió la cadenita a Carmen por jodherlo



Carmen Aristegui nos prometió una auténtica bomba y nos regaló una chinampina de fiesta patronal.

Nos pasó como cuando ves el comercial de Mc Donald’s, donde te venden una Big Mac bien chonchita, con carne jugosa, lechuga fresca, queso amarillo que de solo verla se te antoja, y cuando acudes al restaurante te llevas un gran chasco cuando te venden una madre pegostreada y seca.

Gran decepción, ¿no?

Pues así nos pasó con la “exclusiva” de la periodista más “imparcial” del país.

Desde tempranito nos vendió una noticia que sacudiría al país y sus efectos llegarían hasta los Balcanes.

Nos dijo que esta buena nueva dejaría a Enrique Peña Nieto, su payaso de las cachetadas favorito, en calidad de alfombra para que todos nos limpiáramos los zapatos con su piel.

Y ahí estuvimos, en una larga espera de 12 horas, especulando sobre la gran noticia: “¿La Gaviota es hombre?, ¿Peña tiene una mansión en Rumania?” y así pendejadas por el estilo.

No.

Para Carmen Aristegui, la pluma oficial de AMLO, la gran noticia es que Kike Pena Nieto jugó al Frankenstein durante la elaboración de su tesis de Derecho.

Según ella, nuestro Víctor Frankenstein tijereteó libros, ensayos y documentos de otros (esos sí) importantes escritores, investigadores e historiadores de nuestro país para crear su mamotreto que le significó titularse como abogado.

Con esa gran notita, a Carmen se le chispoteó.

Dos factores influyeron para que decepcionara al respetable.

La primera es que luego del reportaje de la Casa Blanca, Carmen se puso los listones demasiado altos y por supuesto que todos esperamos de ella investigaciones más demoledoras.

Más concreto: queríamos baños de sangre y acabó en simple moretoncito.

La segunda es que el pecadillo de Peña Nieto de fusilarse textos para su tesis justamente quedó en eso, un pecadillo que replica el 80 por ciento de los ciudadanos del país, por ello es que hasta se lo perdonaron.

En México, el plagio es una actividad tolerada.

Se permite que los chamacos copien sus tareas en Wikipedia, que reporteros copien notas de otros portales o periódicos, que la receta secreta de la abuela circule por medio Puebla, que el whatsapp sea el principal chismografo, que se compre piratería en las esquinas, que novatos sin experiencia asuman puestos clave, que se vendan bolsas falsas de marcas importantes y que le arranquen las etiquetas a la ropa en tiendas de lujo para pegárselas a playeritas de Los Lavaderos.

Esto es México, güey.

Por eso, quizá, es que en vez de mandar al presidente al cadalso, le aplaudieran la osadía de presentar una tesis tijereteada con la cual pudo engañar a sus asesores, a sus sinodales y a la rectoría de la Universidad Panamericana….ah, y con todo ello, llegar a ser presidente del país.

Si hacer trampa fuera deporte olímpico, México sería primera lugar en el medallero.

Los puristas dicen que es malo de cualquier manera y tienen razón, pero en el colectivo es una práctica aplaudida, tolerada, permitida, así como decir mentiritas piadosas.

Evidentemente, esta noticia no va a causar la renuncia del presidente Peña Nieto, quien seguramente respiró tranquilo después de ver el reportajito de 6 minutos, pues luego de tantos escándalos y polémicas en los que se ha visto envuelto, esta bombita no le causó ningún rasguño.

Y al final del día, lo único seguro es que ya nada nos puede espantar, Carmen ya no nos puede apantallar y Peña Nieto ya no nos puede sorprender.


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jueves, 25 de agosto de 2016

Se le perdió la cadenita a Carmen por jodherlo



Carmen Aristegui nos prometió una auténtica bomba y nos regaló una chinampina de fiesta patronal.

Nos pasó como cuando ves el comercial de Mc Donald’s, donde te venden una Big Mac bien chonchita, con carne jugosa, lechuga fresca, queso amarillo que de solo verla se te antoja, y cuando acudes al restaurante te llevas un gran chasco cuando te venden una madre pegostreada y seca.

Gran decepción, ¿no?

Pues así nos pasó con la “exclusiva” de la periodista más “imparcial” del país.

Desde tempranito nos vendió una noticia que sacudiría al país y sus efectos llegarían hasta los Balcanes.

Nos dijo que esta buena nueva dejaría a Enrique Peña Nieto, su payaso de las cachetadas favorito, en calidad de alfombra para que todos nos limpiáramos los zapatos con su piel.

Y ahí estuvimos, en una larga espera de 12 horas, especulando sobre la gran noticia: “¿La Gaviota es hombre?, ¿Peña tiene una mansión en Rumania?” y así pendejadas por el estilo.

No.

Para Carmen Aristegui, la pluma oficial de AMLO, la gran noticia es que Kike Pena Nieto jugó al Frankenstein durante la elaboración de su tesis de Derecho.

Según ella, nuestro Víctor Frankenstein tijereteó libros, ensayos y documentos de otros (esos sí) importantes escritores, investigadores e historiadores de nuestro país para crear su mamotreto que le significó titularse como abogado.

Con esa gran notita, a Carmen se le chispoteó.

Dos factores influyeron para que decepcionara al respetable.

La primera es que luego del reportaje de la Casa Blanca, Carmen se puso los listones demasiado altos y por supuesto que todos esperamos de ella investigaciones más demoledoras.

Más concreto: queríamos baños de sangre y acabó en simple moretoncito.

La segunda es que el pecadillo de Peña Nieto de fusilarse textos para su tesis justamente quedó en eso, un pecadillo que replica el 80 por ciento de los ciudadanos del país, por ello es que hasta se lo perdonaron.

En México, el plagio es una actividad tolerada.

Se permite que los chamacos copien sus tareas en Wikipedia, que reporteros copien notas de otros portales o periódicos, que la receta secreta de la abuela circule por medio Puebla, que el whatsapp sea el principal chismografo, que se compre piratería en las esquinas, que novatos sin experiencia asuman puestos clave, que se vendan bolsas falsas de marcas importantes y que le arranquen las etiquetas a la ropa en tiendas de lujo para pegárselas a playeritas de Los Lavaderos.

Esto es México, güey.

Por eso, quizá, es que en vez de mandar al presidente al cadalso, le aplaudieran la osadía de presentar una tesis tijereteada con la cual pudo engañar a sus asesores, a sus sinodales y a la rectoría de la Universidad Panamericana….ah, y con todo ello, llegar a ser presidente del país.

Si hacer trampa fuera deporte olímpico, México sería primera lugar en el medallero.

Los puristas dicen que es malo de cualquier manera y tienen razón, pero en el colectivo es una práctica aplaudida, tolerada, permitida, así como decir mentiritas piadosas.

Evidentemente, esta noticia no va a causar la renuncia del presidente Peña Nieto, quien seguramente respiró tranquilo después de ver el reportajito de 6 minutos, pues luego de tantos escándalos y polémicas en los que se ha visto envuelto, esta bombita no le causó ningún rasguño.

Y al final del día, lo único seguro es que ya nada nos puede espantar, Carmen ya no nos puede apantallar y Peña Nieto ya no nos puede sorprender.


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