miércoles, 8 de febrero de 2017

La victoria de EPN. por Francisco Baeza

Francisco Baeza [@paco_baeza_]. 7 de febrero de 2017.

Durante el siglo III a.C., Cártago y Roma se enfrentaron por el control del Mediterráneo y, específicamente, de la isla de Sicilia, crisol de las dos culturas predominantes de la época. Aquellas guerras fueron las más grandes conocidas hasta entonces. Entre el año 218 a.C. y 216 a. C., Aníbal, el líder cartaginés, hiló una serie de victorias que estuvieron a punto de vencer a los romanos. En su Historia de Roma, Tito Livio describe el pánico que se vivió en la capital luego de que se supo que el ejército republicano había sido derrotado en Cannas, en el sureste de la península, “perdiéndose dos cónsules y dos ejércitos consulares; no sobreviviendo ningún campamento, ningún general, ningún soldado”…

Donald Trump y Enrique Peña Nieto han entablado un enfrentamiento con muchas aristas que determinará el rumbo de la relación bilateral y tendrá consecuencias en la política doméstica de ambos países. La beligerancia del estadounidense ha desnudado al mexicano; le ha confirmado como un presidente débil, sin liderazgo ni capacidad de respuesta para atajar las crisis. Frente a Trump, Peña Nieto ha apelado a la unidad nacional y clase política y el empresariado han respondido arropándole. Algo saben, no obstante, nuestros vecinos latinoamericanos porque han suscrito su apoyo a cuentagotas.

Coincidentemente, la mayoría de los mexicanos han hecho una piña; vuelve a escucharse el “¡Sí se puede!”, infame alala que entraña un elemento de inferioridad. ¡La lucha heroica del David contra el Goliat! En la memoria colectiva persiste el recuerdo de la guerra de 1846-1848, la cual costó al país la mitad de su territorio, y de la invasión de 1914, paradigma del intervencionismo estadounidense en la vida política nacional. La próximas encuestas han de notar una mejoría en la calificación del presidente. Los puntitos que arañe serán una bombona de oxígeno en tiempos de ahogamiento.

A pesar éste éxito aparente, Peña Nieto no debería creer la ilusión de que The Trump effect, por sí solo, le alcanzará para mantener el consenso político y controlar la sucesión presidencial, navegando apaciblemente los últimos dieciocho meses del sexenio. Igualmente, le convendría no confundir el rechazo unánime al masiosare con una aceptación unánime a él mismo, a su gobierno, a su partido…

Luego de la batalla de Cannas, Mahrabal, comandante de la caballería bereber al servicio de los cartagineses, juzgó duramente a un Aníbal vacilante: —Has vencido —le espetó —, pero no sabes qué hacer con tu victoria.


Enrique Peña Nieto se ha anotado una victoria rara, rarísima cuyo valor dependerá de la comprensión que tenga de ella. El presidente puede convertir el capital político que ha ganado, según sea su sabiduría, en un pacto nacional que involucre a todas las fuerzas políticas o en un pacto secreto que beneficie a un único grupo.

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miércoles, 8 de febrero de 2017

La victoria de EPN. por Francisco Baeza

Francisco Baeza [@paco_baeza_]. 7 de febrero de 2017.

Durante el siglo III a.C., Cártago y Roma se enfrentaron por el control del Mediterráneo y, específicamente, de la isla de Sicilia, crisol de las dos culturas predominantes de la época. Aquellas guerras fueron las más grandes conocidas hasta entonces. Entre el año 218 a.C. y 216 a. C., Aníbal, el líder cartaginés, hiló una serie de victorias que estuvieron a punto de vencer a los romanos. En su Historia de Roma, Tito Livio describe el pánico que se vivió en la capital luego de que se supo que el ejército republicano había sido derrotado en Cannas, en el sureste de la península, “perdiéndose dos cónsules y dos ejércitos consulares; no sobreviviendo ningún campamento, ningún general, ningún soldado”…

Donald Trump y Enrique Peña Nieto han entablado un enfrentamiento con muchas aristas que determinará el rumbo de la relación bilateral y tendrá consecuencias en la política doméstica de ambos países. La beligerancia del estadounidense ha desnudado al mexicano; le ha confirmado como un presidente débil, sin liderazgo ni capacidad de respuesta para atajar las crisis. Frente a Trump, Peña Nieto ha apelado a la unidad nacional y clase política y el empresariado han respondido arropándole. Algo saben, no obstante, nuestros vecinos latinoamericanos porque han suscrito su apoyo a cuentagotas.

Coincidentemente, la mayoría de los mexicanos han hecho una piña; vuelve a escucharse el “¡Sí se puede!”, infame alala que entraña un elemento de inferioridad. ¡La lucha heroica del David contra el Goliat! En la memoria colectiva persiste el recuerdo de la guerra de 1846-1848, la cual costó al país la mitad de su territorio, y de la invasión de 1914, paradigma del intervencionismo estadounidense en la vida política nacional. La próximas encuestas han de notar una mejoría en la calificación del presidente. Los puntitos que arañe serán una bombona de oxígeno en tiempos de ahogamiento.

A pesar éste éxito aparente, Peña Nieto no debería creer la ilusión de que The Trump effect, por sí solo, le alcanzará para mantener el consenso político y controlar la sucesión presidencial, navegando apaciblemente los últimos dieciocho meses del sexenio. Igualmente, le convendría no confundir el rechazo unánime al masiosare con una aceptación unánime a él mismo, a su gobierno, a su partido…

Luego de la batalla de Cannas, Mahrabal, comandante de la caballería bereber al servicio de los cartagineses, juzgó duramente a un Aníbal vacilante: —Has vencido —le espetó —, pero no sabes qué hacer con tu victoria.


Enrique Peña Nieto se ha anotado una victoria rara, rarísima cuyo valor dependerá de la comprensión que tenga de ella. El presidente puede convertir el capital político que ha ganado, según sea su sabiduría, en un pacto nacional que involucre a todas las fuerzas políticas o en un pacto secreto que beneficie a un único grupo.

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