El gran incendio de Roma del año 64 fue
el punto de quiebre del imperio de Nerón. Las altísimos costos de la reconstrucción
de la capital y la sospecha de que el emperador estaba detrás del fuego
animaron un debate en cuyo fondo más que la suerte del hombre, se discutía la
continuidad del régimen político que enaltecía a la casta de semidioses
julianos en cuyas manos descansaban todos los poderes reales del Estado romano.
Desde el exilio, Séneca, otrora tutor de Nerón, insinuaba las bondades de la
República…
Los debates ayudan a ubicar el momento
político que vivimos. El de John Ackerman y Gerardo
Buscaglia en el foro de Rompeviento TV, en marzo, nos coloca en el fin no del
sexenio sino del sistema político mexicano como lo conocemos; nos permite
reconocer cuán poco ha avanzado nuestra democracia y cuán urgente es una
reforma política integral. En Desafíos para lograr un nuevo régimen en México, Ackerman y
Buscaglia coinciden en la necesidad de transformar el régimen político en uno
que se caracterice por sus instituciones fuertes y sus procesos transparentes,
por la participación ciudadana, etc., pero difieren en la hoja de ruta. “Cosa
de secuencalidad”, pues, Ackerman propone elecciones primero y la revolución
después; Buscaglia, la revolución primero y elecciones después.
Ackerman gana en éste punto porque la
propuesta de Buscaglia de montarnos un plantón a la rumana se estrella con la realidad
mexicana. En nuestro país, la sociedad civil está adormilada y la protesta
social tiende a estar contaminada políticamente. Lo que no dice John, el hijo
de Bruce, es que, además, el estado de cosas actual conviene a MORENA, el
partido que apoya y a cuyo líder asesora. El éxito del Movimiento se debe no
tanto a su propuesta original como a la capitalización casi por inercia y casi
en exclusiva del hartazgo social. Los carmines se hinchan del rechazo
generalizado a los partidos políticos tradicionales y de la debilidad de las
instituciones, se ordenan a partir de la noción del complot mafioso y de la
amenaza de fraude electoral. El dinero a raudales, limpio o sucio, circula por
sus venas como lo hace por las de todos porque las deficiencias del régimen
político lo permiten. En un régimen posrevolucionario como el que imagina
Buscaglia el fenómeno Andrés Manuel López Obrador sería imposible…
Nerón hizo oídos sordos al debate que
animaba la segunda mitad de su imperio. Actor, al fin, hizo mutis. Los
debatientes se convertirían en conspiradores.
Si el facsímil mexicano de aquel insiste
en hacerse el loco, en enrocarse en el poder, habrá quien prefiera pasar de las
palabras a los hechos.
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