miércoles, 3 de mayo de 2017

El debate del fin del régimen Por Francisco Baeza

Francisco Baeza [@paco_baeza_]. 3 de mayo de 2017.

El gran incendio de Roma del año 64 fue el punto de quiebre del imperio de Nerón. Las altísimos costos de la reconstrucción de la capital y la sospecha de que el emperador estaba detrás del fuego animaron un debate en cuyo fondo más que la suerte del hombre, se discutía la continuidad del régimen político que enaltecía a la casta de semidioses julianos en cuyas manos descansaban todos los poderes reales del Estado romano. Desde el exilio, Séneca, otrora tutor de Nerón, insinuaba las bondades de la República…

Los debates ayudan a ubicar el momento político que vivimos. El de John Ackerman y Gerardo Buscaglia en el foro de Rompeviento TV, en marzo, nos coloca en el fin no del sexenio sino del sistema político mexicano como lo conocemos; nos permite reconocer cuán poco ha avanzado nuestra democracia y cuán urgente es una reforma política integral. En Desafíos para lograr un nuevo régimen en México, Ackerman y Buscaglia coinciden en la necesidad de transformar el régimen político en uno que se caracterice por sus instituciones fuertes y sus procesos transparentes, por la participación ciudadana, etc., pero difieren en la hoja de ruta. “Cosa de secuencalidad”, pues, Ackerman propone elecciones primero y la revolución después; Buscaglia, la revolución primero y elecciones después.

Ackerman gana en éste punto porque la propuesta de Buscaglia de montarnos un plantón a la rumana se estrella con la realidad mexicana. En nuestro país, la sociedad civil está adormilada y la protesta social tiende a estar contaminada políticamente. Lo que no dice John, el hijo de Bruce, es que, además, el estado de cosas actual conviene a MORENA, el partido que apoya y a cuyo líder asesora. El éxito del Movimiento se debe no tanto a su propuesta original como a la capitalización casi por inercia y casi en exclusiva del hartazgo social. Los carmines se hinchan del rechazo generalizado a los partidos políticos tradicionales y de la debilidad de las instituciones, se ordenan a partir de la noción del complot mafioso y de la amenaza de fraude electoral. El dinero a raudales, limpio o sucio, circula por sus venas como lo hace por las de todos porque las deficiencias del régimen político lo permiten. En un régimen posrevolucionario como el que imagina Buscaglia el fenómeno Andrés Manuel López Obrador sería imposible…

Nerón hizo oídos sordos al debate que animaba la segunda mitad de su imperio. Actor, al fin, hizo mutis. Los debatientes se convertirían en conspiradores.


Si el facsímil mexicano de aquel insiste en hacerse el loco, en enrocarse en el poder, habrá quien prefiera pasar de las palabras a los hechos.

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miércoles, 3 de mayo de 2017

El debate del fin del régimen Por Francisco Baeza

Francisco Baeza [@paco_baeza_]. 3 de mayo de 2017.

El gran incendio de Roma del año 64 fue el punto de quiebre del imperio de Nerón. Las altísimos costos de la reconstrucción de la capital y la sospecha de que el emperador estaba detrás del fuego animaron un debate en cuyo fondo más que la suerte del hombre, se discutía la continuidad del régimen político que enaltecía a la casta de semidioses julianos en cuyas manos descansaban todos los poderes reales del Estado romano. Desde el exilio, Séneca, otrora tutor de Nerón, insinuaba las bondades de la República…

Los debates ayudan a ubicar el momento político que vivimos. El de John Ackerman y Gerardo Buscaglia en el foro de Rompeviento TV, en marzo, nos coloca en el fin no del sexenio sino del sistema político mexicano como lo conocemos; nos permite reconocer cuán poco ha avanzado nuestra democracia y cuán urgente es una reforma política integral. En Desafíos para lograr un nuevo régimen en México, Ackerman y Buscaglia coinciden en la necesidad de transformar el régimen político en uno que se caracterice por sus instituciones fuertes y sus procesos transparentes, por la participación ciudadana, etc., pero difieren en la hoja de ruta. “Cosa de secuencalidad”, pues, Ackerman propone elecciones primero y la revolución después; Buscaglia, la revolución primero y elecciones después.

Ackerman gana en éste punto porque la propuesta de Buscaglia de montarnos un plantón a la rumana se estrella con la realidad mexicana. En nuestro país, la sociedad civil está adormilada y la protesta social tiende a estar contaminada políticamente. Lo que no dice John, el hijo de Bruce, es que, además, el estado de cosas actual conviene a MORENA, el partido que apoya y a cuyo líder asesora. El éxito del Movimiento se debe no tanto a su propuesta original como a la capitalización casi por inercia y casi en exclusiva del hartazgo social. Los carmines se hinchan del rechazo generalizado a los partidos políticos tradicionales y de la debilidad de las instituciones, se ordenan a partir de la noción del complot mafioso y de la amenaza de fraude electoral. El dinero a raudales, limpio o sucio, circula por sus venas como lo hace por las de todos porque las deficiencias del régimen político lo permiten. En un régimen posrevolucionario como el que imagina Buscaglia el fenómeno Andrés Manuel López Obrador sería imposible…

Nerón hizo oídos sordos al debate que animaba la segunda mitad de su imperio. Actor, al fin, hizo mutis. Los debatientes se convertirían en conspiradores.


Si el facsímil mexicano de aquel insiste en hacerse el loco, en enrocarse en el poder, habrá quien prefiera pasar de las palabras a los hechos.

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