Segunda Parte
Debo reconocer que el tonto baila muy
bien y que llama mucho la atención, sí, es bajito, pero tiene buen cuerpo y
de cara es agradable, tiene unos labios bien definidos, carnosos, bastante
besables, y entre bailes y copas empecé a verlo diferente, no es que estuviera
borracho, porque una botella para los seis no representó más que tres
vodka-tónic para cada quien, y después de terminada la botella no quisimos
una segunda; entonces, poco a poco, con las tonterías de la conversación, los
bailes y la convivencia, me fui dando cuenta de que no dejaba de mirarlo y que,
cada vez, le encontraba más compatibilidad con el güey al que le escribía
por whatsapp, salimos a las
seis de la mañana del antro, ya a punto de caer de sueño; pasamos a dejarlo a
su casa, el Charly y Eduardo se quedaron conmigo y Paty tomó un taxi con su
novia.
Al día siguiente yo tenía clase en la
universidad a las nueve y a esa hora me Levanté, llegué tarde a mi clase y
con una cara, que ya sabrás; salí de la universidad al medio día y
aproximadamente a la una, ya de regreso en mi casa, le mandé mensaje para
preguntarle cómo estaba, que si había ido a trabajar.
Llegué a la casa con ganas de caer
como tabla en mi cama y dormir toda la tarde, porque para la noche tenía una
fiesta más, pero el tonto me respondió diciendo que llegó tarde al trabajo,
que salía a las dos y que moría de hambre y de sueño; ahí cometí mi
segundo error, le dije que si quería, comíamos juntos, que faltaba poco para
que saliera y como su trabajo queda cerca de la casa, pues que, si quería,
podía quedarse a dormir conmigo; no creas que tenía ganas de coger con él,
no, aunque sé que tal vez no me crees, en realidad quería dormir y sólo eso;
lo que pasa que al final de la noche anterior, me cayó tan bien, que de amigos
le ofrecí que se quedara en la casa, sin ninguna doble intención, como para
hacerme de un buen amigo.
Comimos en una fonda, después,
llegamos a la casa y sin más preámbulo nos metimos en mi cuarto, me quité
los zapatos y la camisa, me quedé en jeans y me tumbé en la cama, le dije que
con su permiso yo dormiría y que él hiciera lo mismo cuando quisiera, que se
sintiera en su casa.
Justamente estaba conciliando el sueño
cuando "zas" me dio
un piquete con el dedo en las costillas, diciéndome que no me dejaría dormir,
le regresé el piquete, él consecuentemente siguió y los demás jugueteos ya
los debes intuir. A los jugueteos procedieron golpes leves, almohadazos, zapes,
forcejeo e interminables risas y miradas, unas veces los iniciaba él, otras
tantas yo, seguí quitándole la camisa y entre los jugueteos sexys, me agarró
la entrepierna por encima del pantalón mas no para provocarme sino para
lastimarme, me apretó diciendo que apretaría más si no lo soltaba y
aproveché un descuido suyo para también tomarlo del mismo lugar.
¡Uff!,
no sabes lo caliente que fue aquello, entonces le dije que apretara, que yo
podía hacer lo mismo, estábamos de frente, retándonos con la mirada, con las
manos sobre el tiro del pantalón, apretando cada uno al otro, con el torso
desnudo, cuando sin más, me besó, y él fue el primero en aflojar la mano,
disminuyó la fuerza pero no la quitó de mi entrepierna, acto seguido, lo
imité para después comenzar a frotarnos los miembros erectos, mientras
nuestras bocas desesperadas se probaban frenéticamente, y entre fajes, risas,
caricias y maldades, es que me fui enamorando. Cuando por fin el cansancio nos
venció, dormimos abrazados.
Al despertar, los fajes, besos y
caricias, prosiguieron como una canción que para la segunda parte se vuelve
más intensa, más profunda, con más sentido; toda esa tarde-noche estuvo
lloviendo y el tiempo pasó como una paloma en pleno
vuelo, rápido, sin detenerse, firme,
constante e inevitable; estábamos tan metidos en nosotros que cuando miré la
hora, ya era momento de despedirme; tenía que bañarme y salir a mi compromiso
corriendo, pero no me importó, al poco rato las llamadas empezaron a llegar insistiendo
en que no tardara, y yo no quería separarme de él; es que fue todo tan rico,
tan único, que llegó la necesaria pregunta de ¿después de eso, que
seguiría?, él me dijo que le encantaría tenerme como novio, que le gustaba
mucho y que le resultaba perfecto, fue entonces cuando sentí la presencia a mi
alrededor del miedo.
Fue un momento incomodo, indeciso,
porque sabía que si le contaba que soy portador de VIH su rechazo sería
inminente. Tengo que confesarte que estuve, por un minuto, tentado a dejarlo
pasar cómo llegó, sin nada más que una amistad allegada al sexo, un amigo
con derechos o cómo quieras llamarlo, sin embargo, me sentí con la
obligación de serle sincero y decirle de mi situación, porque según su
declaración, si no se lo decía, resultaría contraproducente y decidí
arriesgarme tratando de resignarme mentalmente a la idea de ser rechazado.
Si tan sólo pudieras saber lo difícil
que es temerle a ser rechazado, al miedo de sentirse una basura frente a
alguien que bien puede salir corriendo sin volver a buscarte y que sin dudas
podría ignorarte si lo topas en cualquier sitio, confieso que pensé en esa
posibilidad, dejarlo ir entendiendo su rechazo, pero entonces pasó, entonces
volvió a pasar lo que no creía posible, le dije y su respuesta fue que no
saldría corriendo y que quería que le contara como había sido, así que tomé
aire con un profundo respiro y empecé a contarle mi historia con el pendejo de
mi ex, y evidentemente le dije la verdad.
También le conté que lo único que
quiero es ser responsable conmigo y con los demás, que por nada podría
afectarlo, que podía ofrecerle eso que busca, que puedo ser un novio perfecto
y que si él quiere, puedo ofrecerle la estabilidad y la seguridad que
necesita, sin embargo, evidentemente tenía que pensárselo y finalmente lo
acompañe a la parada de su autobus, lo dejé y me sentí mal, me sentí triste
y pensé que tal vez nunca más lo volvería a ver; me bañé, me arreglé y
fui a mi compromiso donde la pasé bien, pero extrañándolo.
A partir de entonces tengo una
obsesión incesante con él, pienso que posiblemente siga viéndome y
buscándome por una especie de lástima o para no hacerme sentir mal, porque al
siguiente día me buscó diciendo que quería verme, fuimos al cine y después
a comer, así empezaron las dificultades, esas cosas que son obvias en un chico
de veintitrés años, que es simpático y hasta interesante; pues nada, que
está que se muere por un chico que no le hace caso y que además tiene a otros
dos que lo buscan y con quienes le gustaría estar, así, justamente como no
podría estar conmigo; como novio.
Ojalá no sepas lo feo que es eso,
ojalá nunca te pasen estas cosas que la vida te pone como para que termines
suicidándote, o bien, para que seas un cabrón culero que juega con la gente y
sus sentimientos.
Como debes suponer no fue la última
vez que nos vimos, no lo sé, pero definitivamente verlo me gusta, estar con
él es inexplicable, tenerlo a mi lado en la noche es más que romántico, es
como un sueño hecho realidad y lo único que hago es disfrutarlo, me gusta
cómo nos llevamos y hasta hacerle maldades es de lo más agradable y
divertido, sus besos son como ese aparato para los asmáticos que les regresa la
tranquilidad en alguna crisis, su mirada es un mar que te hipnotiza horas sin
que te percates del tiempo, sus caricias son como estar en pleno orgasmo con el
más hermoso y perfecto dios del Olimpo, tiene pies como alguno de esos dioses
por cierto, y su piel es tan agradable a mis manos, a mi piel, a mi lengua; es
tan deliciosa como el jugo de una fruta exótica que se escurre por los bordes
de tu boca cuando la muerdes.
Hemos dormido juntos, pero, el problema
es que él no me ve más que como a un amigo; me ha dicho tantas veces que le
gusto que ya no sé si es real o sólo lo dice para no hacerme sentir mal, me
ha besado tantas veces con tanta lujuría y entrega, nos hemos hemos excitado
tanto e innumerables veces, que el otro día tuvimos sexo como ya había
olvidado que se puede, con tanta desesperada pasión y frenética calentura,
que de verdad que no podré olvidarlo, y evidentemente no pudimos ni quisimos
evitarlo, aunque la mayoría de las veces todo se queda en el faje, aquella
noche fue un revivir; lo disfruté tanto, que en lo que menos pensé fue en el
maldito VIH, simplemente me le entregué; obvio, nos protegimos, bueno, debo
decir lo protegí... y así han pasado semanas enteras, donde nos vemos
regularmente y nos amamos, a nuestro modo, con nuestras particulares tonterías
mentales, con nuestros miedos e inseguridades, pero nos amamos, al menos eso
quiero creer, por lo menos eso siento yo.
Ahora que lo sabes, lo único que me
gustaría, porque confió en ti, es que tú no me rechaces, tú no vayas a
señalarme y mirarme con desprecio; sé bien que me dirás que estoy muy mal,
que debo cuidarme y no sólo en el sexo, pero también quiero que sepas que no
pienso dejar que el virus me acabe, sé que tengo muchísimas esperanzas de
vida y estoy dispuesto a seguir con el calvario que representa ir al seguro
social con tal de estar bien, ahora también hago ejercicio y me siento muy
contento. Del tonto, aunque lo quiero, soy consciente de que no podré tener
una relación estable de noviazgo con él, a pesar de mi enamoramiento y de sus
interminables y halagadoras declaraciones por mí, por lo que no te preocupes.
Rubén, amigo mío, espero verte
pronto, no sabes cómo te extraño y cómo deseo un abrazo tuyo, espero
respuesta, y también espero no seas cruel conmigo en esa respuesta. Te mando
todo lo mejor para este nuevo año, espero que esté lleno de éxito porque te
lo mereces, que tengas más y mejor sexo con hombres cada vez más guapos y que
seas inmensamente feliz, cuídate mucho, te adoro.
Atte: tu amigo del alma y de la vida,
Darío.
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