Carta de fin de año (Dave Malto)
Puebla
de los Ángeles a 29 de Diciembre
Rubén, querido amigo, espero de todo
corazón que estés de lo mejor y que la vida y la fortuna te sonrían; hace ya
un buen tiempo que no te escribo, sin embargo, quiero que sepas que todo es
normal y cotidiano aquí, a pesar claro, de lo que ahora quiero contarte, es
una de mis conocidas histerias e historias, sumergida en esa atmosfera de
ridiculez que me caracteriza, no te preocupes porque lo que te relataré será
sólo una más de tantas anécdotas, no sé si las creas o consideres tontas,
no sé bien si te interesen, y aunque no quiero hartarte, aburrirte o
fastidiarte, te cuento esto porque confío en ti como en nadie; te quiero y me
sirve mucho escribírtelas para desahogarme, ya que no podemos charlar al
teléfono ni por Internet, además eres mi único y verdadero amigo y que
estemos a la distancia me resulta difícil porque no platico de esto con nadie.
Contigo las cosas son más fáciles y
divertidas; se puede uno desahogar porque siempre tienes las perfectas
palabras, sin sentimentalismos, si lo que se necesita es un madrazo, sin más
lo sueltas, si lo necesario son palabras frías y directas, pues así, sin más
las dices, por eso confío en ti, por eso te quiero y te necesito.
Verás; pasó todo en una tarde, todo
lo pensable y lo impensable, esa bendita tarde de cruda con un torrente de
alcohol en la sangre, que pesa cuando el sueño es mínimo y las obligaciones
apremian; esa maldita tarde de verano que a mi pesar fue hermosa, con lluvia
perfecta y su compañía; esa estúpida tarde de jugueteos sexys y
enamoradizos; esa maravillosa tarde que conocí el amor en sus brazos y el
deseo en sus labios, entonces, conocí también la angustia de revelarme,
porque ante ello, él me parecía inalcanzable; esa interminable tarde que
llegó a su fin con una sensación de preocupación mezclada con pena, pesar y
algo de frustración; cocinándose todo a fuego lento en mi cama, para
tener listo el plato fuerte de una
relación casi enfermiza, pero no por eso, nada maravillosa, ni digna de
contar.
Quiero decirte querido Rubén que la
historia que te relato no es para que me recrimines, te preocupes o pienses que
estoy pendejo (aunque sé que lo estoy), sino sólo para hacerte saber cómo me
encuentro desde aquella tarde que me enamoré.
Hace tanto que no nos comunicamos que
necesito retroceder un poco ¿Recuerdas que mi carta anterior era por el dolor
de haber sido burlado, engañado, pisoteado, y todo lo que ya sabes? Bueno,
pues resulta que José, me jodió no nadamás entonces, sino para toda mi
lamentable vida; no quiero que pienses mal de él, o que lo odies, sólo quiero
que sepas que a pesar de todo el daño que me hizo, bueno debo decir, que nos
hicimos, aún tiene y siempre tendrá un lugar en mi corazón; todos los que me
escuchan decir eso, me preguntan que si he ido al psicólogo, o que si estoy
bien de mis facultades porque mis sospechas son ciertas y confirmadas ya, el
muy cabrón me contagió de VIH, y sé que éstas cosas no debo decírtelas tan
de golpe, ni en una carta, sé que has de pensar que debí de llamarte y que ¿cómo
es posible que todo este tiempo no te haya informado ni mencionado nada? y
entenderé perfecto si me reclamas, sé que no debí esperar tanto para
decírtelo, sin embargo, me gustaría que entendieras que no ha sido nada
sencillo, que estoy pasando por un proceso, en definitiva, cruel y hasta
penoso, pero que poco a poco he ido asimilando y aceptando porque no me queda
más remedio que eso, digo, no me voy a sumir en depresión, o al menos ya no
como al principio, pero ese es otro asunto que debo platicarlo en persona
contigo, mínimo para ofrecerte una disculpa por hacerte un poco de lado.
Lo que ahora te cuento es sobre un
chico que me ha vuelto a mostrar el amor; mira, todo esto de ir al médico, el
seguro social, mi familia, los análisis, los laboratorios, y sentirme
cucaracha pensando que la gente inevitablemente me juzga y rechaza sin razón,
ha sido el calvario más extenso en mi vida hasta ahora; no obstante, después
de esa tarde maravillosa que pasé con él, pues
vino la parte mas trágica de todo, no
únicamente porque se acercaba el final, sino porque me vi en la necesidad de
serle sincero y decirle de mi condición de portador. Antes de seguir, déjame
platicarte cómo lo conocí.
Sabes que desde que tú estabas aquí,
tengo una cuenta en la red social gay de MH y que de un tiempo para acá en
realidad la uso, pues por usar, o sea ni me pongo a conseguir cabrones para
coger ni para conocer a alguien con quien ir a tomar un café o con quien
platicar; la uso para no aburrirme, cómo más por costumbre, para mirar fotos y
nada más, entre tanto, había pasado mis días casi en la monótona y estúpida
soledad cuando de repente entró un mensaje.
Pues nada, después dos o tres mensajes básicos
el tipo me dijo que no le iba el sexo a la primera, que quería conocerme y que
si en persona se daba algo, sería después de una primer salida; como para ese
momento yo ya estaba harto y con sueño, acepté su oferta y nos agregamos en whatsapp; ay amigo, creo que esa fue
mi primer estupidez con este tipo.
En realidad nunca imaginé que podría
llegar a enamorarme otra vez y menos así, o bueno déjate eso, de él; pasaron
días en los que ni siquiera recordaba aquella primer conversación del MH, y alguien por alguna razón me
empezó a mandar mensajes en whatsapp a
los que respondía sin más, no sabía quien era o cómo se llamaba, pero era
muy agradable platicar con él y empezar a conocerlo fue... ¿Como decirlo? Pues
divertido, interesante y hasta diferente, fue
esa sensación de saber que estaba
haciéndome de un amigo con el cual podría haber química sexual, alguien con
quien quitarme las ganas, porque había algo en las conversaciones, que si bien
no eran en persona, me hacían sentir halagado, interesante y hasta deseado.
Después de algunos días de pláticas
por whatsapp supe que se llama
Ernesto, y más tarde su nombre completo: Javier Ernesto Castillo Gastón, este
tonto, como le llamaré en
adelante, era un chico con plática, con ganas de salir a conocernos, con un
aire de intelectual, pero a la vez, una morbosa intención de saber si había
la misma química en persona que la que teníamos al teléfono, quizá nos
idealizamos mucho en esas conversaciones, tal vez la soledad de ambos nos
engañó a través de los mensajes, puede ser que la única y verdadera
intención fue sólo el sexo; ése soberbio, que te das el lujo de tenerlo con
las personas que seleccionas y que deben cubrir un perfil; y bueno nuestra
selección coincidía hasta ese momento para ambos.
Pasaron días de mensajes que
sinceramente no recuerdo con exactitud, pero de los que tengo una agradable
sensación, todo esto se convirtió en una especie de rutina, hasta que propuso
una salida, así que quedamos de ir por una cerveza a un lugar en Huexotitla; no sé si recuerdes esa
zona cercana a mi casa, donde los comercios son frívolos, caros, ridículos
diría yo; pero bueno, él propuso la zona así que nos quedamos de ver en un
punto medio para decidir en qué lugar platicaríamos en persona finalmente.
Ya de noche, en el sitio acordado, por
un momento pensé que no llegaría, aunque también pensé que ya se había ido
porque yo llegué diez minutos tarde.
Cuando iba hacia el lugar por alguna
extraña razón iba nervioso, cuando llegué y no lo vi me dispuse a mandarle
un whatsapp; en eso estaba
cuando sonó mi teléfono, y no, no era él sino el Charly, sí, me llamó para
decirme que estaba en la ciudad y quería que fueramos de antro y bueno, por la
rareza de mi interlocutor, el gusto de escucharle y la oferta, le dije que
encantado, sin
embargo, aunque realmente estaba solo le dije que estaba con un amigo y que le
diría si es que quería ir con nosotros, pensé que en caso de que llegara el tonto, pues que evidentemente le
haría la invitación. Recordaba perfecto que me había escrito que no va a
lugares gay porque no le gustan y que no pretendía conocerlos porque tiene
miedo de encontrarse a conocidos que puedan delatarlo con su familia y esas
tonterías, a pesar de eso, le dije al Charly que me dejara unos minutos, que
le regresaba la llamada.
Cuando colgué, el tonto aún no
llegaba y pensé que el mensaje, que
proseguí después de la llamada, sería para darle las gracias por el
plantón; que le volvería a llamar al Charly para que pasara por mí y que me
iría de antro para olvidar otra decepción por quedarme plantado cual vil
idiota, sin embargo, justo estaba redactando, cuando apareció. Mi primera
impresión fue: ¡ay no por favor!.
Sabes
perfecto que si algo no me gusta de un hombre es que su estatura sea
considerablemente menor a la mía y el tonto mas o
menos mide 1.65 m, así que lo primero que pensé fue: “esto ya valió" y pues nos saludamos, lo vi bien y
repensé: "pues no es que sea
feo, aunque sí, Chaparro" y le pregunté que cual era el plan, que
porque mis amigos me habían llamado para ir de antro y si quería ir, pues que
obvio estaba invitado, pero si no, pues que lo dejaría y saliéramos otro
día, claro, con la intención mental de no volver a verlo, no obstante, no me
mostré indiferente y le insistí en acompañarme; ya sabrás, su primer
negativa fue que a un antro gay no quería ir, su actitud y tono de voz eran
contrarias a lo que me decía, entonces prácticamente
ignorándolo le llamé al Charly y le
dije que pasara por nosotros
Quince minutos después, cuando subimos al
carro, lo presenté; iban también Paty con su novia y Eduardo, un chico al que
conocí ahí, era el acompañante del Charly; pasamos al cajero automático,
llegamos exageradamente temprano al antro y decidimos cenar algo antes para
hacer un poco de tiempo, finalmente cuando entramos, todo era tan "equis" que después de un rato
nadie de nosotros se paraba a bailar y medio platicábamos tonterías; el
tiempo siguió imparable y con la botella de vodka a la mitad, las cosas
empezaron a cambiar…
0 comentarios:
Publicar un comentario