viernes, 9 de marzo de 2018

Carta de fin de año


Carta de fin de año (Dave Malto)
                                                             

Puebla de los Ángeles a 29 de Diciembre


Rubén, querido amigo, espero de todo corazón que estés de lo mejor y que la vida y la fortuna te sonrían; hace ya un buen tiempo que no te escribo, sin embargo, quiero que sepas que todo es normal y cotidiano aquí, a pesar claro, de lo que ahora quiero contarte, es una de mis conocidas histerias e historias, sumergida en esa atmosfera de ridiculez que me caracteriza, no te preocupes porque lo que te relataré será sólo una más de tantas anécdotas, no sé si las creas o consideres tontas, no sé bien si te interesen, y aunque no quiero hartarte, aburrirte o fastidiarte, te cuento esto porque confío en ti como en nadie; te quiero y me sirve mucho escribírtelas para desahogarme, ya que no podemos charlar al teléfono ni por Internet, además eres mi único y verdadero amigo y que estemos a la distancia me resulta difícil porque no platico de esto con nadie.

Contigo las cosas son más fáciles y divertidas; se puede uno desahogar porque siempre tienes las perfectas palabras, sin sentimentalismos, si lo que se necesita es un madrazo, sin más lo sueltas, si lo necesario son palabras frías y directas, pues así, sin más las dices, por eso confío en ti, por eso te quiero y te necesito.

Verás; pasó todo en una tarde, todo lo pensable y lo impensable, esa bendita tarde de cruda con un torrente de alcohol en la sangre, que pesa cuando el sueño es mínimo y las obligaciones apremian; esa maldita tarde de verano que a mi pesar fue hermosa, con lluvia perfecta y su compañía; esa estúpida tarde de jugueteos sexys y enamoradizos; esa maravillosa tarde que conocí el amor en sus brazos y el deseo en sus labios, entonces, conocí también la angustia de revelarme, porque ante ello, él me parecía inalcanzable; esa interminable tarde que llegó a su fin con una sensación de preocupación mezclada con pena, pesar y algo de frustración; cocinándose todo a fuego lento en mi cama, para
tener listo el plato fuerte de una relación casi enfermiza, pero no por eso, nada maravillosa, ni digna de contar.

Quiero decirte querido Rubén que la historia que te relato no es para que me recrimines, te preocupes o pienses que estoy pendejo (aunque sé que lo estoy), sino sólo para hacerte saber cómo me encuentro desde aquella tarde que me enamoré.

Hace tanto que no nos comunicamos que necesito retroceder un poco ¿Recuerdas que mi carta anterior era por el dolor de haber sido burlado, engañado, pisoteado, y todo lo que ya sabes? Bueno, pues resulta que José, me jodió no nadamás entonces, sino para toda mi lamentable vida; no quiero que pienses mal de él, o que lo odies, sólo quiero que sepas que a pesar de todo el daño que me hizo, bueno debo decir, que nos hicimos, aún tiene y siempre tendrá un lugar en mi corazón; todos los que me escuchan decir eso, me preguntan que si he ido al psicólogo, o que si estoy bien de mis facultades porque mis sospechas son ciertas y confirmadas ya, el muy cabrón me contagió de VIH, y sé que éstas cosas no debo decírtelas tan de golpe, ni en una carta, sé que has de pensar que debí de llamarte y que ¿cómo es posible que todo este tiempo no te haya informado ni mencionado nada? y entenderé perfecto si me reclamas, sé que no debí esperar tanto para decírtelo, sin embargo, me gustaría que entendieras que no ha sido nada sencillo, que estoy pasando por un proceso, en definitiva, cruel y hasta penoso, pero que poco a poco he ido asimilando y aceptando porque no me queda más remedio que eso, digo, no me voy a sumir en depresión, o al menos ya no como al principio, pero ese es otro asunto que debo platicarlo en persona contigo, mínimo para ofrecerte una disculpa por hacerte un poco de lado.
Lo que ahora te cuento es sobre un chico que me ha vuelto a mostrar el amor; mira, todo esto de ir al médico, el seguro social, mi familia, los análisis, los laboratorios, y sentirme cucaracha pensando que la gente inevitablemente me juzga y rechaza sin razón, ha sido el calvario más extenso en mi vida hasta ahora; no obstante, después de esa tarde maravillosa que pasé con él, pues
vino la parte mas trágica de todo, no únicamente porque se acercaba el final, sino porque me vi en la necesidad de serle sincero y decirle de mi condición de portador. Antes de seguir, déjame platicarte cómo lo conocí.

Sabes que desde que tú estabas aquí, tengo una cuenta en la red social gay de MH y que de un tiempo para acá en realidad la uso, pues por usar, o sea ni me pongo a conseguir cabrones para coger ni para conocer a alguien con quien ir a tomar un café o con quien platicar; la uso para no aburrirme, cómo más por costumbre, para mirar fotos y nada más, entre tanto, había pasado mis días casi en la monótona y estúpida soledad cuando de repente entró un mensaje.

Pues nada, después dos o tres mensajes básicos el tipo me dijo que no le iba el sexo a la primera, que quería conocerme y que si en persona se daba algo, sería después de una primer salida; como para ese momento yo ya estaba harto y con sueño, acepté su oferta y nos agregamos en whatsapp; ay amigo, creo que esa fue mi primer estupidez con este tipo.
En realidad nunca imaginé que podría llegar a enamorarme otra vez y menos así, o bueno déjate eso, de él; pasaron días en los que ni siquiera recordaba aquella primer conversación del MH, y alguien por alguna razón me empezó a mandar mensajes en whatsapp a los que respondía sin más, no sabía quien era o cómo se llamaba, pero era muy agradable platicar con él y empezar a conocerlo fue... ¿Como decirlo? Pues divertido, interesante y hasta diferente, fue
esa sensación de saber que estaba haciéndome de un amigo con el cual podría haber química sexual, alguien con quien quitarme las ganas, porque había algo en las conversaciones, que si bien no eran en persona, me hacían sentir halagado, interesante y hasta deseado.

Después de algunos días de pláticas por whatsapp supe que se llama Ernesto, y más tarde su nombre completo: Javier Ernesto Castillo Gastón, este tonto, como le llamaré en adelante, era un chico con plática, con ganas de salir a conocernos, con un aire de intelectual, pero a la vez, una morbosa intención de saber si había la misma química en persona que la que teníamos al teléfono, quizá nos idealizamos mucho en esas conversaciones, tal vez la soledad de ambos nos engañó a través de los mensajes, puede ser que la única y verdadera intención fue sólo el sexo; ése soberbio, que te das el lujo de tenerlo con las personas que seleccionas y que deben cubrir un perfil; y bueno nuestra selección coincidía hasta ese momento para ambos.

Pasaron días de mensajes que sinceramente no recuerdo con exactitud, pero de los que tengo una agradable sensación, todo esto se convirtió en una especie de rutina, hasta que propuso una salida, así que quedamos de ir por una cerveza a un lugar en Huexotitla; no sé si recuerdes esa zona cercana a mi casa, donde los comercios son frívolos, caros, ridículos diría yo; pero bueno, él propuso la zona así que nos quedamos de ver en un punto medio para decidir en qué lugar platicaríamos en persona finalmente.

Ya de noche, en el sitio acordado, por un momento pensé que no llegaría, aunque también pensé que ya se había ido porque yo llegué diez minutos tarde.

Cuando iba hacia el lugar por alguna extraña razón iba nervioso, cuando llegué y no lo vi me dispuse a mandarle un whatsapp; en eso estaba cuando sonó mi teléfono, y no, no era él sino el Charly, sí, me llamó para decirme que estaba en la ciudad y quería que fueramos de antro y bueno, por la rareza de mi interlocutor, el gusto de escucharle y la oferta, le dije que encantado, sin embargo, aunque realmente estaba solo le dije que estaba con un amigo y que le diría si es que quería ir con nosotros, pensé que en caso de que llegara el tonto, pues que evidentemente le haría la invitación. Recordaba perfecto que me había escrito que no va a lugares gay porque no le gustan y que no pretendía conocerlos porque tiene miedo de encontrarse a conocidos que puedan delatarlo con su familia y esas tonterías, a pesar de eso, le dije al Charly que me dejara unos minutos, que le regresaba la llamada.

Cuando colgué, el tonto aún no llegaba y pensé que el mensaje, que proseguí después de la llamada, sería para darle las gracias por el plantón; que le volvería a llamar al Charly para que pasara por mí y que me iría de antro para olvidar otra decepción por quedarme plantado cual vil idiota, sin embargo, justo estaba redactando, cuando apareció. Mi primera impresión fue: ¡ay no por favor!.

Sabes perfecto que si algo no me gusta de un hombre es que su estatura sea considerablemente menor a la mía y el tonto mas o menos mide 1.65 m, así que lo primero que pensé fue: “esto ya valió" y pues nos saludamos, lo vi bien y repensé: "pues no es que sea feo, aunque sí, Chaparro" y le pregunté que cual era el plan, que porque mis amigos me habían llamado para ir de antro y si quería ir, pues que obvio estaba invitado, pero si no, pues que lo dejaría y saliéramos otro día, claro, con la intención mental de no volver a verlo, no obstante, no me mostré indiferente y le insistí en acompañarme; ya sabrás, su primer negativa fue que a un antro gay no quería ir, su actitud y tono de voz eran contrarias a lo que me decía, entonces prácticamente
ignorándolo le llamé al Charly y le dije que pasara por nosotros
 Quince minutos después, cuando subimos al carro, lo presenté; iban también Paty con su novia y Eduardo, un chico al que conocí ahí, era el acompañante del Charly; pasamos al cajero automático, llegamos exageradamente temprano al antro y decidimos cenar algo antes para hacer un poco de tiempo, finalmente cuando entramos, todo era tan "equis" que después de un rato nadie de nosotros se paraba a bailar y medio platicábamos tonterías; el tiempo siguió imparable y con la botella de vodka a la mitad, las cosas empezaron a cambiar…



0 comentarios:

Publicar un comentario

viernes, 9 de marzo de 2018

Carta de fin de año


Carta de fin de año (Dave Malto)
                                                             

Puebla de los Ángeles a 29 de Diciembre


Rubén, querido amigo, espero de todo corazón que estés de lo mejor y que la vida y la fortuna te sonrían; hace ya un buen tiempo que no te escribo, sin embargo, quiero que sepas que todo es normal y cotidiano aquí, a pesar claro, de lo que ahora quiero contarte, es una de mis conocidas histerias e historias, sumergida en esa atmosfera de ridiculez que me caracteriza, no te preocupes porque lo que te relataré será sólo una más de tantas anécdotas, no sé si las creas o consideres tontas, no sé bien si te interesen, y aunque no quiero hartarte, aburrirte o fastidiarte, te cuento esto porque confío en ti como en nadie; te quiero y me sirve mucho escribírtelas para desahogarme, ya que no podemos charlar al teléfono ni por Internet, además eres mi único y verdadero amigo y que estemos a la distancia me resulta difícil porque no platico de esto con nadie.

Contigo las cosas son más fáciles y divertidas; se puede uno desahogar porque siempre tienes las perfectas palabras, sin sentimentalismos, si lo que se necesita es un madrazo, sin más lo sueltas, si lo necesario son palabras frías y directas, pues así, sin más las dices, por eso confío en ti, por eso te quiero y te necesito.

Verás; pasó todo en una tarde, todo lo pensable y lo impensable, esa bendita tarde de cruda con un torrente de alcohol en la sangre, que pesa cuando el sueño es mínimo y las obligaciones apremian; esa maldita tarde de verano que a mi pesar fue hermosa, con lluvia perfecta y su compañía; esa estúpida tarde de jugueteos sexys y enamoradizos; esa maravillosa tarde que conocí el amor en sus brazos y el deseo en sus labios, entonces, conocí también la angustia de revelarme, porque ante ello, él me parecía inalcanzable; esa interminable tarde que llegó a su fin con una sensación de preocupación mezclada con pena, pesar y algo de frustración; cocinándose todo a fuego lento en mi cama, para
tener listo el plato fuerte de una relación casi enfermiza, pero no por eso, nada maravillosa, ni digna de contar.

Quiero decirte querido Rubén que la historia que te relato no es para que me recrimines, te preocupes o pienses que estoy pendejo (aunque sé que lo estoy), sino sólo para hacerte saber cómo me encuentro desde aquella tarde que me enamoré.

Hace tanto que no nos comunicamos que necesito retroceder un poco ¿Recuerdas que mi carta anterior era por el dolor de haber sido burlado, engañado, pisoteado, y todo lo que ya sabes? Bueno, pues resulta que José, me jodió no nadamás entonces, sino para toda mi lamentable vida; no quiero que pienses mal de él, o que lo odies, sólo quiero que sepas que a pesar de todo el daño que me hizo, bueno debo decir, que nos hicimos, aún tiene y siempre tendrá un lugar en mi corazón; todos los que me escuchan decir eso, me preguntan que si he ido al psicólogo, o que si estoy bien de mis facultades porque mis sospechas son ciertas y confirmadas ya, el muy cabrón me contagió de VIH, y sé que éstas cosas no debo decírtelas tan de golpe, ni en una carta, sé que has de pensar que debí de llamarte y que ¿cómo es posible que todo este tiempo no te haya informado ni mencionado nada? y entenderé perfecto si me reclamas, sé que no debí esperar tanto para decírtelo, sin embargo, me gustaría que entendieras que no ha sido nada sencillo, que estoy pasando por un proceso, en definitiva, cruel y hasta penoso, pero que poco a poco he ido asimilando y aceptando porque no me queda más remedio que eso, digo, no me voy a sumir en depresión, o al menos ya no como al principio, pero ese es otro asunto que debo platicarlo en persona contigo, mínimo para ofrecerte una disculpa por hacerte un poco de lado.
Lo que ahora te cuento es sobre un chico que me ha vuelto a mostrar el amor; mira, todo esto de ir al médico, el seguro social, mi familia, los análisis, los laboratorios, y sentirme cucaracha pensando que la gente inevitablemente me juzga y rechaza sin razón, ha sido el calvario más extenso en mi vida hasta ahora; no obstante, después de esa tarde maravillosa que pasé con él, pues
vino la parte mas trágica de todo, no únicamente porque se acercaba el final, sino porque me vi en la necesidad de serle sincero y decirle de mi condición de portador. Antes de seguir, déjame platicarte cómo lo conocí.

Sabes que desde que tú estabas aquí, tengo una cuenta en la red social gay de MH y que de un tiempo para acá en realidad la uso, pues por usar, o sea ni me pongo a conseguir cabrones para coger ni para conocer a alguien con quien ir a tomar un café o con quien platicar; la uso para no aburrirme, cómo más por costumbre, para mirar fotos y nada más, entre tanto, había pasado mis días casi en la monótona y estúpida soledad cuando de repente entró un mensaje.

Pues nada, después dos o tres mensajes básicos el tipo me dijo que no le iba el sexo a la primera, que quería conocerme y que si en persona se daba algo, sería después de una primer salida; como para ese momento yo ya estaba harto y con sueño, acepté su oferta y nos agregamos en whatsapp; ay amigo, creo que esa fue mi primer estupidez con este tipo.
En realidad nunca imaginé que podría llegar a enamorarme otra vez y menos así, o bueno déjate eso, de él; pasaron días en los que ni siquiera recordaba aquella primer conversación del MH, y alguien por alguna razón me empezó a mandar mensajes en whatsapp a los que respondía sin más, no sabía quien era o cómo se llamaba, pero era muy agradable platicar con él y empezar a conocerlo fue... ¿Como decirlo? Pues divertido, interesante y hasta diferente, fue
esa sensación de saber que estaba haciéndome de un amigo con el cual podría haber química sexual, alguien con quien quitarme las ganas, porque había algo en las conversaciones, que si bien no eran en persona, me hacían sentir halagado, interesante y hasta deseado.

Después de algunos días de pláticas por whatsapp supe que se llama Ernesto, y más tarde su nombre completo: Javier Ernesto Castillo Gastón, este tonto, como le llamaré en adelante, era un chico con plática, con ganas de salir a conocernos, con un aire de intelectual, pero a la vez, una morbosa intención de saber si había la misma química en persona que la que teníamos al teléfono, quizá nos idealizamos mucho en esas conversaciones, tal vez la soledad de ambos nos engañó a través de los mensajes, puede ser que la única y verdadera intención fue sólo el sexo; ése soberbio, que te das el lujo de tenerlo con las personas que seleccionas y que deben cubrir un perfil; y bueno nuestra selección coincidía hasta ese momento para ambos.

Pasaron días de mensajes que sinceramente no recuerdo con exactitud, pero de los que tengo una agradable sensación, todo esto se convirtió en una especie de rutina, hasta que propuso una salida, así que quedamos de ir por una cerveza a un lugar en Huexotitla; no sé si recuerdes esa zona cercana a mi casa, donde los comercios son frívolos, caros, ridículos diría yo; pero bueno, él propuso la zona así que nos quedamos de ver en un punto medio para decidir en qué lugar platicaríamos en persona finalmente.

Ya de noche, en el sitio acordado, por un momento pensé que no llegaría, aunque también pensé que ya se había ido porque yo llegué diez minutos tarde.

Cuando iba hacia el lugar por alguna extraña razón iba nervioso, cuando llegué y no lo vi me dispuse a mandarle un whatsapp; en eso estaba cuando sonó mi teléfono, y no, no era él sino el Charly, sí, me llamó para decirme que estaba en la ciudad y quería que fueramos de antro y bueno, por la rareza de mi interlocutor, el gusto de escucharle y la oferta, le dije que encantado, sin embargo, aunque realmente estaba solo le dije que estaba con un amigo y que le diría si es que quería ir con nosotros, pensé que en caso de que llegara el tonto, pues que evidentemente le haría la invitación. Recordaba perfecto que me había escrito que no va a lugares gay porque no le gustan y que no pretendía conocerlos porque tiene miedo de encontrarse a conocidos que puedan delatarlo con su familia y esas tonterías, a pesar de eso, le dije al Charly que me dejara unos minutos, que le regresaba la llamada.

Cuando colgué, el tonto aún no llegaba y pensé que el mensaje, que proseguí después de la llamada, sería para darle las gracias por el plantón; que le volvería a llamar al Charly para que pasara por mí y que me iría de antro para olvidar otra decepción por quedarme plantado cual vil idiota, sin embargo, justo estaba redactando, cuando apareció. Mi primera impresión fue: ¡ay no por favor!.

Sabes perfecto que si algo no me gusta de un hombre es que su estatura sea considerablemente menor a la mía y el tonto mas o menos mide 1.65 m, así que lo primero que pensé fue: “esto ya valió" y pues nos saludamos, lo vi bien y repensé: "pues no es que sea feo, aunque sí, Chaparro" y le pregunté que cual era el plan, que porque mis amigos me habían llamado para ir de antro y si quería ir, pues que obvio estaba invitado, pero si no, pues que lo dejaría y saliéramos otro día, claro, con la intención mental de no volver a verlo, no obstante, no me mostré indiferente y le insistí en acompañarme; ya sabrás, su primer negativa fue que a un antro gay no quería ir, su actitud y tono de voz eran contrarias a lo que me decía, entonces prácticamente
ignorándolo le llamé al Charly y le dije que pasara por nosotros
 Quince minutos después, cuando subimos al carro, lo presenté; iban también Paty con su novia y Eduardo, un chico al que conocí ahí, era el acompañante del Charly; pasamos al cajero automático, llegamos exageradamente temprano al antro y decidimos cenar algo antes para hacer un poco de tiempo, finalmente cuando entramos, todo era tan "equis" que después de un rato nadie de nosotros se paraba a bailar y medio platicábamos tonterías; el tiempo siguió imparable y con la botella de vodka a la mitad, las cosas empezaron a cambiar…



No hay comentarios:

Publicar un comentario