Por Alejandro Armenta Mier.
El municipio es una de las bases
del federalismo resultado de la lucha social y consagrada en el artículo 115 de
nuestra Carta Magna de 1917.
Los gobiernos municipales revisten
una importancia especial, debido a que son los más cercanos a las necesidades
de la población. Es en quien recae la responsabilidad mayor de dar atención a
las peticiones ciudadanas.
Eso lo entendí a mis 21 años cuando
fui, por medio de un plebiscito el presidente municipal más joven del estado,
al frente del Ayuntamiento de Acatzingo, Puebla.
Ahí también aprendí que es posible
dar solución a las demandas ciudadanas a través del trabajo comunitario.
Imposible es creer que un presidente municipal es capaz de resolver todas las
necesidades de los habitantes, pero con trabajo coordinado y tomando en cuenta
la voluntad de la mayoría, es posible generar acuerdos en beneficio de los
gobernados.
Sin embargo, cuando se gobierna con
un sentido mesiánico, y olvidando la esencia de cualquier gobierno que son los
ciudadanos, y solo buscando hacer negocio a costa de ellos, resulta lo que ha
sucedido en Puebla.
Durante 6 años se jugó con la ley
de manera ventajosa, arrebatando los gobiernos municipales facultades
inalienables otorgadas por nuestra Constitución.
La autonomía municipal es el
conjunto de facultades tributarias, financieras, económicas y políticas que
lleva a cabo el Ayuntamiento, y que de no hacerlo se verían afectadas las
haciendas municipales e incluso se desatarían conflictos sociales.
El respeto al municipio es el
respeto al Pacto Federal, así como a los propios ciudadanos. Los municipios son
libres para manejar su patrimonio, administrar los bienes y servicios en favor
de la población de manera que se garantice la participación vecinal.
De esta manera y de acuerdo a lo
establecido por la norma fundamental, el municipio tendrá a su cargo, entre
otros el servicio de Agua potable, drenaje, alcantarillado, tratamiento y
disposición de sus aguas residuales. Importante señalar que Los municipios
administrarán libremente su hacienda, la cual se formará de los rendimientos de
los bienes que les pertenezcan, así como de las contribuciones y otros
ingresos.
En Puebla se emprendió –desde el
sexenio anterior- una cruzada para desaparecer las facultades del municipio
–sin omitir lo sucedido con las Juntas Auxiliares-. En el afán de restarles
potestades se han firmado dudosos convenios para centralizar los servicios
propios de los Ayuntamientos por los que se mantienen las haciendas municipales
y que solventarían otras necesidades.
La protesta social, así como los
instrumentos jurídicos como las controversias constitucionales y acciones de
inconstitucionalidad no se han hecho esperar para hacer valer en todo momento
la autonomía de los municipios.
Los gobiernos municipales no pueden
ser rehenes de ningún gobierno estatal, los cuales insisten en mantenerlo como
una entidad sometida a ellos, impotente frente a las necesidades sociales
crecientes, sin los medios necesarios para responder a la sobresaturación de
obligaciones que tienen frente a una sociedad cada día más demandante.
Esta diputación encabezará con toda
determinación la lucha por respetar y hacer valer en todo momento el respeto
pleno a la autonomía de los municipios poblanos.
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