jueves, 15 de junio de 2017

¡Jódanse! por Francisco Baeza


Francisco Baeza [@paco_baeza_]. 15 de junio de 2017.

Casillas que no se instalaron, pero se cuentan. Casillas que no se cuentan, pero sí se instalaron. Alteración y/o falsificación de actas. Inexplicable porcentaje de participación en zonas rurales. “Anomalías evidentes que las autoridades electorales no ven ni corrigen”. Así describía el entorno de Andrés Manuel López Obrador el comportamiento del Programa de resultados electorales preliminares (PREP) durante el proceso electoral de 2012…

El proceso electoral en el Estado de México ha entrado en su fase terminal. En los Pinos y en Insurgentes norte celebran, a medias. El PRI-gobierno logró retener una plaza estratégica, pero, para ello, hubo de exigir al límite el aparato y los recursos del Estado y echar mano a un trío de socios sin los cuales la elección no se hubiera ganado. Lo peor es que en ese esfuerzo el sistema, en su conjunto, agotó sus reservas de legitimidad. Con la vista puesta en el relevo presidencial, Enrique Peña Nieto y Luis Videgaray necesitaban una victoria si no limpia, si, al menos, no robada descaradamente para mantener la esperanza de controlar el proceso sucesorio ahora que el yernísimo, su único aval, se tambalea. Nada más alejado de la realidad. La elección, el proceso electoral todo fue un fraude burdo, sospechosamente burdo. Lo ocurrido con el PREP es paradigmático. Aparentemente, el programa sumaba a Alfredo del Mazo cientos de miles de votos totales más de los que registraba celda por celda. La explicación de José Antonio Crespo es, a la vez, satisfactoria y perturbadora: los votos para del Mazo, anotados en las actas, habían sido borrados en dos mil de las dieciocho mil celdas. La manipulación malintencionada de la herramienta sin validez oficial pero cuyo propósito, importantísimo, es dotar de transparencia y credibilidad al proceso electoral envió un poderoso mensaje político: “Sí, nos robamos la elección. ¡Jódanse!”

Y se jodieron Andrés Manuel López Obrador y MORENA. Dice Jorge Valdano, uno que ha visto mucho fútbol, que no hay autogoles feos. En el terreno lopezobradorista compiten por el anti-Puskas los altercados con los “zopilotes del régimen”, la estrategia aliancista errática con los partidos políticos teóricamente de izquierda, el PT y el PRD; el recordatorio de que cierto exgobernador mexiquense sería amnistiado. Les supera, no obstante, la reacción de los carmines a posteriori, expuesta en su última asamblea. —No hubo hachas de guerra para defenderse del atraco —escribe Julio Hernández —sino la fría consideración de mirar hacia adelante, rumbo a la siguiente elección, la presidencial. Hernández resalta lo ya sabido, que para López Obrador “lo importante no es instalar a los suyos en palacios de gobierno sino el crecimiento global de MORENA, como preámbulo de la batalla que importa, la del año venidero”. En otras palabras: localmente, ¡todo es negociable! En el congreso carmín también se acordó prescindir del PRD para 2018, cosa incomprensible si se asiste a la cita en desventaja, como en el caso mexiquense; cosa no tan descabellada [sic, por el lorenzismo. ¡Ay, si don Arnaldo viviera!] si se asiste como el favorito indiscutible. Cree López Obrador que podrá apañarse el partido del sol azteca desde sus bases. Al tiempo…

El “¡Jódanse!” del siempre sospechoso PREP es perfecto para armar una teoría conspiratoria. Su autoría difícilmente puede atribuírsele a los mapaches del régimen, ocupados en transmitir el mensaje opuesto, que la elección no fue (tan) robada.


¿Quién con acceso al sistema —y al sistema— querría lastimar al presidente evidenciándolo como defraudador? ¿Quién querría despertar al pejelagarto restregándole la estafa en la cara? ¿El mismo que repartió cabezas de cerdo por todo el estado, acaso?

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jueves, 15 de junio de 2017

¡Jódanse! por Francisco Baeza


Francisco Baeza [@paco_baeza_]. 15 de junio de 2017.

Casillas que no se instalaron, pero se cuentan. Casillas que no se cuentan, pero sí se instalaron. Alteración y/o falsificación de actas. Inexplicable porcentaje de participación en zonas rurales. “Anomalías evidentes que las autoridades electorales no ven ni corrigen”. Así describía el entorno de Andrés Manuel López Obrador el comportamiento del Programa de resultados electorales preliminares (PREP) durante el proceso electoral de 2012…

El proceso electoral en el Estado de México ha entrado en su fase terminal. En los Pinos y en Insurgentes norte celebran, a medias. El PRI-gobierno logró retener una plaza estratégica, pero, para ello, hubo de exigir al límite el aparato y los recursos del Estado y echar mano a un trío de socios sin los cuales la elección no se hubiera ganado. Lo peor es que en ese esfuerzo el sistema, en su conjunto, agotó sus reservas de legitimidad. Con la vista puesta en el relevo presidencial, Enrique Peña Nieto y Luis Videgaray necesitaban una victoria si no limpia, si, al menos, no robada descaradamente para mantener la esperanza de controlar el proceso sucesorio ahora que el yernísimo, su único aval, se tambalea. Nada más alejado de la realidad. La elección, el proceso electoral todo fue un fraude burdo, sospechosamente burdo. Lo ocurrido con el PREP es paradigmático. Aparentemente, el programa sumaba a Alfredo del Mazo cientos de miles de votos totales más de los que registraba celda por celda. La explicación de José Antonio Crespo es, a la vez, satisfactoria y perturbadora: los votos para del Mazo, anotados en las actas, habían sido borrados en dos mil de las dieciocho mil celdas. La manipulación malintencionada de la herramienta sin validez oficial pero cuyo propósito, importantísimo, es dotar de transparencia y credibilidad al proceso electoral envió un poderoso mensaje político: “Sí, nos robamos la elección. ¡Jódanse!”

Y se jodieron Andrés Manuel López Obrador y MORENA. Dice Jorge Valdano, uno que ha visto mucho fútbol, que no hay autogoles feos. En el terreno lopezobradorista compiten por el anti-Puskas los altercados con los “zopilotes del régimen”, la estrategia aliancista errática con los partidos políticos teóricamente de izquierda, el PT y el PRD; el recordatorio de que cierto exgobernador mexiquense sería amnistiado. Les supera, no obstante, la reacción de los carmines a posteriori, expuesta en su última asamblea. —No hubo hachas de guerra para defenderse del atraco —escribe Julio Hernández —sino la fría consideración de mirar hacia adelante, rumbo a la siguiente elección, la presidencial. Hernández resalta lo ya sabido, que para López Obrador “lo importante no es instalar a los suyos en palacios de gobierno sino el crecimiento global de MORENA, como preámbulo de la batalla que importa, la del año venidero”. En otras palabras: localmente, ¡todo es negociable! En el congreso carmín también se acordó prescindir del PRD para 2018, cosa incomprensible si se asiste a la cita en desventaja, como en el caso mexiquense; cosa no tan descabellada [sic, por el lorenzismo. ¡Ay, si don Arnaldo viviera!] si se asiste como el favorito indiscutible. Cree López Obrador que podrá apañarse el partido del sol azteca desde sus bases. Al tiempo…

El “¡Jódanse!” del siempre sospechoso PREP es perfecto para armar una teoría conspiratoria. Su autoría difícilmente puede atribuírsele a los mapaches del régimen, ocupados en transmitir el mensaje opuesto, que la elección no fue (tan) robada.


¿Quién con acceso al sistema —y al sistema— querría lastimar al presidente evidenciándolo como defraudador? ¿Quién querría despertar al pejelagarto restregándole la estafa en la cara? ¿El mismo que repartió cabezas de cerdo por todo el estado, acaso?

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