Casillas que no se instalaron, pero se
cuentan. Casillas que no se cuentan, pero sí se instalaron. Alteración y/o
falsificación de actas. Inexplicable porcentaje de participación en zonas
rurales. “Anomalías evidentes que las
autoridades electorales no ven ni corrigen”. Así describía el entorno de Andrés
Manuel López Obrador el comportamiento del Programa de resultados electorales
preliminares (PREP) durante el proceso electoral de 2012…
El proceso electoral en el Estado de
México ha entrado en su fase terminal. En los Pinos y en Insurgentes norte
celebran, a medias. El PRI-gobierno logró retener una plaza estratégica, pero,
para ello, hubo de exigir al límite el aparato y los recursos del Estado y
echar mano a un trío de socios sin los cuales la elección no se hubiera ganado.
Lo peor es que en ese esfuerzo el sistema, en su conjunto, agotó sus reservas
de legitimidad. Con la vista puesta en el relevo presidencial, Enrique Peña
Nieto y Luis Videgaray necesitaban una victoria si no limpia, si, al menos, no
robada descaradamente para mantener la esperanza de controlar el proceso
sucesorio ahora que el yernísimo, su único aval, se tambalea. Nada más alejado
de la realidad. La elección, el proceso electoral todo fue un fraude burdo,
sospechosamente burdo. Lo ocurrido con el PREP es paradigmático. Aparentemente, el programa
sumaba a Alfredo del Mazo cientos de miles de votos totales más de los que
registraba celda por celda. La explicación de José Antonio Crespo es, a la vez, satisfactoria
y perturbadora: los votos para del Mazo, anotados en las actas, habían sido
borrados en dos mil de las dieciocho mil celdas. La manipulación malintencionada de la
herramienta sin validez oficial pero cuyo propósito, importantísimo, es dotar
de transparencia y credibilidad al proceso electoral envió un poderoso mensaje
político: “Sí, nos robamos la elección. ¡Jódanse!”
Y se jodieron Andrés Manuel López
Obrador y MORENA. Dice Jorge Valdano, uno que ha visto mucho fútbol, que no hay
autogoles feos. En el terreno lopezobradorista compiten por el anti-Puskas los
altercados con los “zopilotes del régimen”, la estrategia aliancista errática
con los partidos políticos teóricamente de izquierda, el PT y el PRD; el
recordatorio de que cierto exgobernador mexiquense sería amnistiado. Les
supera, no obstante, la reacción de los carmines a posteriori,
expuesta en su última asamblea. —No hubo hachas de guerra para defenderse del atraco —escribe Julio
Hernández —sino la fría consideración de mirar hacia adelante, rumbo a la
siguiente elección, la presidencial. Hernández resalta lo ya sabido, que
para López Obrador “lo importante no es instalar a los suyos en palacios de
gobierno sino el crecimiento global de MORENA, como preámbulo de la batalla que
importa, la del año venidero”. En otras palabras: localmente, ¡todo es negociable! En el congreso carmín también se acordó
prescindir del PRD para 2018, cosa incomprensible si se asiste a la cita en
desventaja, como en el caso mexiquense; cosa no tan descabellada [sic, por el lorenzismo. ¡Ay, si don Arnaldo viviera!]
si se asiste como el favorito indiscutible. Cree López Obrador que podrá
apañarse el partido del sol azteca desde sus bases. Al tiempo…
El “¡Jódanse!” del siempre sospechoso PREP
es perfecto para armar una teoría conspiratoria. Su autoría difícilmente puede
atribuírsele a los mapaches del régimen, ocupados en transmitir el mensaje
opuesto, que la elección no fue (tan) robada.
¿Quién con acceso al sistema —y al sistema— querría
lastimar al presidente evidenciándolo como defraudador? ¿Quién querría
despertar al pejelagarto restregándole la estafa en la cara? ¿El mismo que repartió
cabezas de cerdo por todo el estado, acaso?
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