Columna Un Nuevo Comienzo
Microbios
para la Productividad de la Caña de Azúcar
Alberto
Jiménez Merino
Secretario
Ejecutivo del Consejo Técnico
Nacional Consultivo de la CNC
Obtener 200 toneladas de
caña de azúcar por hectárea en el primer año y 150 en cultivos de siete años,
es algo posible con el uso de biofertilizantes a base de bacterias y hongos,
como lo hacen ya productores en el municipio de Zacatepec, en el estado de Morelos.
México siembra 912 mil hectáreas
de caña de azúcar; la superficie cosechada anualmente es de 783 mil con lo que
se obtienen volúmenes de 66 millones de toneladas de caña y 6,6 millones de
toneladas de azúcar. Existen 198 mil productores con parcelas promedio de 4.5 hectáreas
Entre la problemática de la
industria azucarera se encuentran la reducción del consumo provocado por el
nuevo etiquetado de productos; problemas de salud, como la obesidad; y, el uso
creciente de edulcorantes no calóricos. La fructosa de maíz, hace su parte en
esta reducción de consumo.
En el campo se tienen
problemas de baja productividad. El rendimiento promedio anual es de 80
toneladas por hectárea, el agua es insuficiente, las variedades son viejas, se
tienen problemas de plagas y los suelos presentan problemas de fertilidad.
Hay problemas de falta de
maquinaria para cosecha y transporte, manejo de las aguas residuales y desechos
orgánicos de los ingenios, contaminación por quemas previo a cosecha y, en este
año, serios problemas para cosechar por las dificultades para conseguir
cortadores debido a la pandemia por COVID-19 y a la limitación para la
concentración de personas.
El futuro de la caña de
azúcar se encamina hacia la diversificación productiva, obtención de alcohol
etílico, etanol combustible, cogeneración de energía, producción de mieles, uso
del bagazo y aprovechamiento forrajero de los residuos de cosecha.
Experiencias previas,
obtenidas entre el 2005-2010 en Puebla, han mostrado las bondades de la
aplicación de medidas integrales para mejorar la productividad. Por ejemplo, a
través de análisis de suelos se aplicaron fertilizaciones más apropiadas que
permitieron ahorros de hasta el 40 por ciento de lo tradicional.
Solo en el control del
gusano barrenador del tallo de la caña, se evitaron pérdidas de 19 millones de
pesos (mdp) anualmente en Atencingo, con la inversión de solo 3 mdp utilizando
control biológico con la avispa Trichograma .
Se mejoraron las prácticas
de riego, se introdujeron los biofertilizantes y se promovió la cosecha
mecánica que evita la quema y el alzado, haciendo esto último en forma directa
con la misma máquina.
También se apoyó el
aprovechamiento de la cachaza, residuo orgánico del ingenio, que solo en
Atencingo asciende a más de 50 mil toneladas al año, para convertirse en
composta y se impulsó el uso forrajero de la punta de caña mediante ensilado y empacado
para el ganado.
El costo de corte, alzado y
transporte de la caña hacia el ingenio representa cerca del 50 por ciento del
total del cultivo, otro 25 por ciento lo representa la fertilización, la cual
se ha hecho desde la antigüedad con la fórmula tradicional 20-10-10.
Con este propósito de ayudar
a transferir experiencias, la Biofábrica Siglo XXI, el Instituto Nacional de
Investigaciones Agropecuarias y Forestales (INIFAP) y el Consejo Técnico
Consultivo de la Confederación Nacional Campesina (CNC), promovimos un “”Día
Demostrativo en Zacatepec, Morelos, al que invitamos a personal técnico de los
Ingenios Atencingo y la Compañía Energética de Vigo, ambos instalados en
Puebla.
Se ha demostrado por la
Biofábrica Siglo XXI, INIFAP y productores cooperantes, que la sustitución del
50 por ciento del fertilizante químico por 3 toneladas de composta y 3 litros
de biofertilizantes por hectárea, permite rendimientos de 200 toneladas de caña
en cultivos de primer año y mantiene rendimientos de 150 toneladas a los siete
años, contra el sistema tradicional de volver a sembrar después de cuatro años
por bajos rendimientos.
Los biofertilizantes, están
llamados a resolver muchos problemas de fertilidad en el corto plazo ante la
pobreza de los suelos de México que hoy tienen menos de 1 por ciento de materia
orgánica y, por ello, una extrema carencia de microorganismos que se encargan
de atender la nutrición de los cultivos.
Existen las tecnologías,
pero mientras los servicios técnicos sigan abandonados por los gobiernos y la
iniciativa privada, mientras los productores no tengan la orientación, la
capacitación y el acompañamiento necesario, la baja productividad y el deterioro
de los recursos seguirán empobreciendo a México.
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