miércoles, 1 de diciembre de 2021

La sangre nos hace parientes pero la lealtad nos convierte en familia.


La sangre nos hace parientes pero la lealtad nos convierte en familia.

Solemos darle mucha importancia al parentezco sanguíneo, pero... ¿es más o menos importante que la lealtad en una relación? 

Llegamos a este mundo como caídos de una chimenea. Al instante, nos vemos unidos a una serie de personas con los que compartimos su sangre, sus genes, sus modos y sus creeencias.   

Una familia que nos hará encajar en sus mundos particulares, en sus modelos educativos, que intentarán inculcarnos sus valores, más o menos acertadoso no muy acertados.  Todo el mundo tiene una familia. 

Tener una es algo fácil: todos tenemos un origen y unas raíces. No obstante, mantener una familia y saber cómo construirla, alimentando el vínculo día a día para conseguir que esté unida, es más complicado y se va aprendiendo con el paso del tiempo, nunca sera perfecta como lo pensamos y llegamos a desearlo.

Todos disponemos de madres, padres, hermanos, tíos… En ocasiones grandes núcleos parentales con miembros que, posiblemente, hayamos dejado de ver y tratar. 

¿Hemos de sentirnos culpables por ello?

La verdad es que en ocasiones sentimos casi una obligación “moral” por llevarnos bien con ese primo, tíos, abuelso y hasta hermanos con quien tan pocos intereses compartimos, y que tantos desprecios nos ha hecho a lo largo de nuestra vida. 

Puede que nos una la sangre, pero la vida pero la vida no nos encaja con ninguna pieza, así que el alejarnos o mantener un trato justo y puntual no debe suponernos ningún trauma.

Así que podriamos ser la obeja negra de la familia.

En ocasiones se tiende a pensar que ser familia supone compartir algo más que la sangre o un mismo árbol genealógico. Hay quien casi de modo inconsciente, cree que un hijo debe tener los mismos valores que los padres, compartir una misma ideología y tener un patrón de conducta semejante, no por amor sino por obligación.


Hay padres y madres que se sorprenden de lo diferentes que son los hermanos entre sí… ¿Cómo puede ser si son todos hijos de un mismo vientre? Es como si dentro del núcleo familiar tuviera que existir una armonía explícita, ahí donde no hayan excesivas diferencias, donde nadie deba salirse del “patrón” y todo esté controlado y en orden.

Esto es como nadie puede salirse del circulo, y como esto no puede ser expresan. Pero los individuos somos unicos e irrepetibles.

La personalidad es dinámica, se construye día a día y no atiende a las barreras que en ocasiones, intenten alzar los padres o las madres. De ahí en ocasiones que aparezcan las habituales desilusiones, los encontronazos, las desavenencias….

Para crear un vínculo fuerte y seguro a nivel familiar, deben respetarse las diferencias, promover la independencia a la vez que la seguridad. Hay que respetar la esencia de cada persona en su maravillosa individualidad, sin poner alambradas, sin sancionar cada palabra y cada comportamiento…

En ocasiones, muchos padres ven cómo sus hijos se alejan del hogar familiar sin establecer más contacto. Hay hermanos que dejan de hablarse entre sí y familias que ven cuántas sillas vacías yacen en silencio en el salón del hogar.

Está claro que cada familia es un mundo, un micromundo con sus pautas, sus creencias y a su vez, con esas persianas bajadas donde solo ellas mismas saben lo que ha sucedido en el pasado, y cómo se vive el presente. No obstante, podemos hablar eso sí de unos ejes básicos que deben hacernos reflexionar.

La educación tiene como finalidad dar al mundo personas seguras de sí mismas, capaces e independientes para que puedan alcanzar su felicidad, y a su vez sepan ofrecerla a los demás. 

“Ofreciendo un amor sincero que no impone y que no controla. Un cariño que no sanciona por como uno sea, piense o actúe”

Está claro que a la hora de educar siempre se cometen errores. Pero nosotros, también debemos tomar el control de nuestra vida, y saber reaccionar, y tener voz, y saber decir no, y pensar que somos capaces de emprender con seguridad y madurez nuevos proyectos, nuevos sueños sin ser esclavos de los recuerdos familiares del ayer.

Ser familia NO supone compartir siempre las mismas opiniones y los mismos puntos de vista. Y no por ello hemos de juzgar, sancionar y aún menos despreciar. Comportamientos como estos crean distancias y hacen que en el día a día, encontremos mayor lealtad en los amigos que en la familia.

Termino diciendo que simplemente  “Si ese o esos familiares vulneran nuestros derechos, deberemos poner distancia”

Espero sus comentarios y nos encontramos próximamente.

Claudia Osorno Bdez 

Cob_661104@hotmail.com


0 comentarios:

Publicar un comentario

miércoles, 1 de diciembre de 2021

La sangre nos hace parientes pero la lealtad nos convierte en familia.


La sangre nos hace parientes pero la lealtad nos convierte en familia.

Solemos darle mucha importancia al parentezco sanguíneo, pero... ¿es más o menos importante que la lealtad en una relación? 

Llegamos a este mundo como caídos de una chimenea. Al instante, nos vemos unidos a una serie de personas con los que compartimos su sangre, sus genes, sus modos y sus creeencias.   

Una familia que nos hará encajar en sus mundos particulares, en sus modelos educativos, que intentarán inculcarnos sus valores, más o menos acertadoso no muy acertados.  Todo el mundo tiene una familia. 

Tener una es algo fácil: todos tenemos un origen y unas raíces. No obstante, mantener una familia y saber cómo construirla, alimentando el vínculo día a día para conseguir que esté unida, es más complicado y se va aprendiendo con el paso del tiempo, nunca sera perfecta como lo pensamos y llegamos a desearlo.

Todos disponemos de madres, padres, hermanos, tíos… En ocasiones grandes núcleos parentales con miembros que, posiblemente, hayamos dejado de ver y tratar. 

¿Hemos de sentirnos culpables por ello?

La verdad es que en ocasiones sentimos casi una obligación “moral” por llevarnos bien con ese primo, tíos, abuelso y hasta hermanos con quien tan pocos intereses compartimos, y que tantos desprecios nos ha hecho a lo largo de nuestra vida. 

Puede que nos una la sangre, pero la vida pero la vida no nos encaja con ninguna pieza, así que el alejarnos o mantener un trato justo y puntual no debe suponernos ningún trauma.

Así que podriamos ser la obeja negra de la familia.

En ocasiones se tiende a pensar que ser familia supone compartir algo más que la sangre o un mismo árbol genealógico. Hay quien casi de modo inconsciente, cree que un hijo debe tener los mismos valores que los padres, compartir una misma ideología y tener un patrón de conducta semejante, no por amor sino por obligación.


Hay padres y madres que se sorprenden de lo diferentes que son los hermanos entre sí… ¿Cómo puede ser si son todos hijos de un mismo vientre? Es como si dentro del núcleo familiar tuviera que existir una armonía explícita, ahí donde no hayan excesivas diferencias, donde nadie deba salirse del “patrón” y todo esté controlado y en orden.

Esto es como nadie puede salirse del circulo, y como esto no puede ser expresan. Pero los individuos somos unicos e irrepetibles.

La personalidad es dinámica, se construye día a día y no atiende a las barreras que en ocasiones, intenten alzar los padres o las madres. De ahí en ocasiones que aparezcan las habituales desilusiones, los encontronazos, las desavenencias….

Para crear un vínculo fuerte y seguro a nivel familiar, deben respetarse las diferencias, promover la independencia a la vez que la seguridad. Hay que respetar la esencia de cada persona en su maravillosa individualidad, sin poner alambradas, sin sancionar cada palabra y cada comportamiento…

En ocasiones, muchos padres ven cómo sus hijos se alejan del hogar familiar sin establecer más contacto. Hay hermanos que dejan de hablarse entre sí y familias que ven cuántas sillas vacías yacen en silencio en el salón del hogar.

Está claro que cada familia es un mundo, un micromundo con sus pautas, sus creencias y a su vez, con esas persianas bajadas donde solo ellas mismas saben lo que ha sucedido en el pasado, y cómo se vive el presente. No obstante, podemos hablar eso sí de unos ejes básicos que deben hacernos reflexionar.

La educación tiene como finalidad dar al mundo personas seguras de sí mismas, capaces e independientes para que puedan alcanzar su felicidad, y a su vez sepan ofrecerla a los demás. 

“Ofreciendo un amor sincero que no impone y que no controla. Un cariño que no sanciona por como uno sea, piense o actúe”

Está claro que a la hora de educar siempre se cometen errores. Pero nosotros, también debemos tomar el control de nuestra vida, y saber reaccionar, y tener voz, y saber decir no, y pensar que somos capaces de emprender con seguridad y madurez nuevos proyectos, nuevos sueños sin ser esclavos de los recuerdos familiares del ayer.

Ser familia NO supone compartir siempre las mismas opiniones y los mismos puntos de vista. Y no por ello hemos de juzgar, sancionar y aún menos despreciar. Comportamientos como estos crean distancias y hacen que en el día a día, encontremos mayor lealtad en los amigos que en la familia.

Termino diciendo que simplemente  “Si ese o esos familiares vulneran nuestros derechos, deberemos poner distancia”

Espero sus comentarios y nos encontramos próximamente.

Claudia Osorno Bdez 

Cob_661104@hotmail.com


No hay comentarios:

Publicar un comentario