En alerta, no en alarma, por el Popocatépetl
El Popocatépetl, uno de los volcanes más emblemáticos y activos de
México ha sido objeto de una atención constante debido a su potencial para
erupciones volcánicas, lo cual en los últimos días se ha acrecentado, afectando
muchas de las actividades que se realizan en al menos 40 municipios de Puebla.
Es por ello que el Comité Científico Asesor del volcán recomendó a
la Coordinación Nacional de Protección Civil (CNPC) cambiar el nivel del
Semáforo de Alerta Volcánica de Amarillo Fase 2 a Amarillo Fase 3, lo cual
prevé la agudización de las medidas preventivas en caso de alguna contingencia.
Y es que, si bien la actividad de “Don Goyo” no es nada nuevo, la
propia historia del coloso nos ha enseñado que es mejor tomar las previsiones
pertinentes para estar preparados en caso de contingencia.
Según la Coordinación Estatal de Protección Civil del Estado se
tiene documentado que desde el año 1354 se registraron al menos 18 episodios
eruptivos, dentro de los cuales el último periodo de actividad fue de 1919 a
1924, después de lo cual el volcán entró en una fase de calma.
En 1994, don Goyo se reactivó e inició el actual periodo eruptivo
con emisiones de gases y cenizas, lo cual en esos momentos provocó una evacuación
preventiva de cerca de 70 mil personas. Sin embargo, una mayor actividad ocurrió
en diciembre del año 2000 cuando se produjeron erupciones muy espectaculares
que generaron columnas de ceniza de varios kilómetros de altura y el
lanzamiento de fragmentos incandescentes.
A finales de 2011 se formaron y destruyeron 22 domos, sin embargo,
estos episodios han continuado a lo largo de los años, hasta este mayo de 2023
en el que presenta una emisión continua de vapor de agua, gas y ceniza, así
como el tremor y salida de material incandescente, lo cual ha llevado a cambiar
la alerta volcánica.
Y es que sabemos que el Centro Nacional de Prevención de Desastres
(CENAPRED) realiza el monitoreo del Volcán Popocatépetl de forma continua las
24 horas y utiliza un Semáforo de Alerta Volcánica, estratificado en tres
colores: verde, que indica “normalidad”; amarillo, que refiere alerta, así como
rojo que indica “alarma”.
Cuando señala amarillo, fase 3, que es como actualmente está, la
actividad es de intermedia a alta, lo cual significa que hay crecimiento y
destrucción de domos de lava, además de persistencia de fumarolas, gas y caída
de cenizas; explosiones de intensidad creciente con lanzamiento de fragmentos
incandescentes, así como posibles flujos piroclásticos de mediano alcance.
Esto no significa caer en pánico, sino por el contrario, invita a
la población, principalmente de los 24 municipios que se encuentran en la zona
de peligro mayor, a permanecer en alerta de los avisos que emitan las propias
autoridades.
Precisamente estos últimos días hemos visto la coordinación de las
autoridades federales, así como de los mandatarios de Puebla, Morelos y Estado
de México, además de las propias Fuerzas Armadas nacionales, lo cual -como lo
comentaba la semana pasada- brinda la tranquilidad que la actuación en caso de
emergencia será exitosa.
Una de estas acciones, en la que en mi experiencia como Secretario
de Gobernación se vuelve indispensable, es la de la supervisión de las rutas de
evacuación y la señalización de las mismas, ya que en caso de contingencia,
serán la clave para que los pobladores sean desalojados de las zonas de riesgo
y trasladados a los refugios temporales, así como el tránsito de los propios
servicios de emergencia.
Asimismo, la comunicación oportuna y precisa es esencial para
garantizar que la población esté informada y pueda tomar las precauciones
necesarias en caso de una erupción inminente o en curso, por lo que aunado a
ello será imprescindible continuar manteniendo abiertos los canales de
comunicación directos con la ciudadanía de las comunidades más vulnerables.
Pero insisto, la clave es mantenernos alertas y atentos a la
información oficial, para tomar decisiones informadas frente a cualquier
situación.
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