COLUMNA: ESTAMOS EN CONEXIÓN
“LA RIQUEZA ESTÁ EN LA DIFERENCIA – HABLEMOS DE DIVERSIDAD Y
AUTO ACEPTACIÓN”
Por: Jorge García D.
“NO SON NUESTRAS DIFERENCIAS LO QUE NOS DIVIDE, SINO LA INCAPACIDAD DE RECONOCER, ACEPTAR Y
CELEBRAR ESAS DIFERENCIAS. Audre Lorde (1934-1992)”
Bienvenido a otro espacio más de “ESTAMOS EN CONEXIÓN, es para mí un placer poder saludarle,
iniciamos el mes de la diversidad, hablando acerca de las diferencias, de que nos hacen únicos e
inigualables, pero que también nos señalan, acusan, calificas y estereotipan, pero que en realidad
solamente nos distinguen de los demás, acaso no se dice que en las diferencias, está la riqueza.
La diferencia, antes de ser reconocida como un valor o una carencia, diremos que es una realidad
que nos hace únicos e irrepetibles, y eso mismo nos hace llenos de riquezas, no se trata de comparar,
discriminar, señalar, separar, se trata de reconocer y aceptar la diversidad. Pero que nos causa esa
incomodidad, acaso no podemos entender las diferencias, y es que no hay más que abrir los ojos,
despertar el oído, para percibir lo que está sucediendo en los hogares, escuelas, trabajos, en las
calles, ciudades, iglesias, entre familias, amigos y más. Existen diferencias entre todos, la diversidad
aparece en primer plano en todos lados, porque escandalizarnos, negarla, rechazarla o evadirla,
antes de cualquier acercamiento y antes de todo movimiento hacia la convivencia y el encuentro.
Desde la diversidad aparecen las diferencias de género, sexualidad, convivencia, las diferencias
sociales y económicas, las diferencias étnicas, culturales y religiosas. Y también desde la diversidad,
como imperativo ético, se hace más necesaria una política, que, en su acepción más noble, nos
convoca a construir un hogar, una ciudad y una tierra donde sobreviva la riqueza de la pluralidad.
QUÉ TAN IMPORTANTE ES EL RECONOCIMIENTO. La necesidad de aprobación, contribuye al
desarrollo de ideas erróneas sobre las interacciones sociales y sus recompensas, la necesidad de
amor, la auto exigencia entre otras, incrementan la baja percepción de autonomía personal y
autoconfianza, ya que el bienestar o malestar depende de los demás y esto contribuye a la
dependencia emocional, que limita los logros personales y aumenta la frecuencia e intensidad de
emociones como la ansiedad, tristeza, miedo o enfado.
El reconocimiento de mí por el otro: Este reconocimiento que me otorga el otro es base de mi
autoconciencia, de mi misma identidad. Para ser yo mismo necesito ser reconocido por el otro. La mirada que
me devuelve el otro me humaniza y le humaniza: la ignorancia, la indiferencia, la negación me lleva al
ostracismo, al aislamiento, al sin-sentido y al deshumanizarnos
El reconocimiento recíproco: Nos reconocemos igualmente humanos, capaces de respeto y de acuerdos. La
democracia es la plasmación de este reconocimiento recíproco en cuanto todos nos reconocemos como
sujetos de derechos inviolables. Desde aquí nos abrimos al reconocimiento universal de todos entre sí como
ciudadanos integrando las diferencias. En el encuentro entre civilizaciones este paso reclama la emergencia
de un nuevo sujeto –psicológico, moral y político- capaz de convivir integrando la diferencia.
El reconocimiento del otro por mí. La interculturalidad y las relaciones interpersonales nos llevan a esta
última forma más radical de reconocimiento: reconocer al otro en su alteridad, como co-sujeto, como igual.
Lo que lleva como consecuencia mi responsabilidad hacia el otro. Es la primacía ética del otro lo que me
descoloca respecto a mis propios intereses.
Desde este triple reconocimiento se abre camino hacia la construcción de convivencia intercultural,
que, vincula a los sujetos al reconocimiento de los derechos humanos (respetando las diferencias).
Esto es ya el anticipo de la “ciudadanía cosmopolita” a la que debería aspirar el diálogo intercultural.
LA RIQUEZA ESTÁ EN LA DIFERENCIA. Desde muy pequeños nos enseñan que existen personas
“diferentes”, nos separan de las aulas por tener unas capacidades, habilidades y características
distintas. El que cumple con la norma establecida seguirá en un colegio 'normal' mientras que el
'diferente' pasa a un centro 'especial', todo ello principalmente para que no rompa los parámetros
establecidos y para que puedan avanzar los catalogados “normales”.
Privándonos con este tipo de ideologías y creencias, el disfrutar de estas maravillosas personas y
comprender que todos somos iguales, como seres humanos con los mismos derechos y obligaciones,
y sobre todo el goce de una vida tranquila, prospera, segura, equitativa, igualitaria y sin limitaciones,
cosa que no sucede porque no nos enseñan que la diferencia es algo enriquecedor y que todos
tenemos derecho a disfrutar de las mismas posibilidades.
Desde pequeños establecemos barreras mentales y arquitectónicas, fomentando así la
discriminación y exclusión de ciertas personas; nos alejamos de enseñar valores básicos para vivir de
manera conjunta y feliz. Desde pequeños nos enseñan a utilizar un lenguaje discriminatorio con
palabras como 'minusválido', discapacitado, retrasado..., que solo sirven para restar valor a las
personas.
Una buena solución sería desintegrar esa barrera que divide lo normal de lo diferente. Debemos
desintegrar los estereotipos y eliminar esa imagen engañosa de 'normalidad' para que el
'diferente' no sea excluido de la vida social. El objetivo es entender la 'diferencia' como riqueza, no
como defecto. No valoramos la 'diferencia' como algo enriquecedor y positivo; no comprendemos
que cada persona tiene un lugar en el mundo y que las personas con diversidad funcional también
tiene el suyo, como personas únicas y no como discriminados.
PERSONALIDAD E IDENTIDAD. La identidad se correspondería a quién es, como se ve esa persona
como diferente del resto, por ello se dice que la identidad no es un concepto que pueda medirse sino
que es una construcción social y se puede describir según la persona, es un concepto que permite
entender el desarrollo psicológico y social del ser humano; por otro lado la personalidad en cambio
son los rasgos de comportamiento social típicos de una persona y que los diferencian de los demás,
en su comportamiento, dinámica, socialización, y respuesta situaciones, afectaciones o momentos.
Identidad. La identidad en las ciencias sociales es un concepto utilizado para entender el desarrollo
psicológico y social de cada ser humano. En algunos casos se conoce como la identidad c ultural un conjunto
de símbolos, valores, creencias y costumbres de una cultura. Esto implica la sexualidad, identidad de género y
percepción subjetiva de casa persona en cuanto a sentirse hombre o mujer. La identidad no está definida por
las características que la hacen única sino por una serie de conductas, habilidades y creencias que se tiene de
sí mismo. La identidad comparte su definición con la capacidad que tiene cada individuo de reconocerse en
base a sus habilidades, áreas de oportunidades y defectos, creencias, valores y todo aquello que los impulsa y
los hacen ser quien es. No es un concepto que pueda medirse pero que una persona puede describir según la
persona misma.
Personalidad. La personalidad es una construcción psicológica que se refiere a un conjunto dinámico de las
características psíquicas de una persona. Es la organización interior que determina que los individuos actúen
de manera diferente ante una determinada circunstancia. Es el patrón de actitudes, sentimientos, emociones,
pensamientos y el repertorio conductual que caracteriza a cada una de las personas. La personalidad tiene
una cierta persistencia y estabilidad a lo largo de la vida de modo que las manifestaciones de ese patrón
presentan, en diversas situaciones, un grado de predic tibilidad. Este concepto ha recibido numerosas
definiciones a lo largo de la historia. Hoy en día se sintetiza como el conjunto de características o patrón de
emociones, sentimientos y pensamientos ligados al comportamiento.
Único, Irrepetible y autentico. Cada persona es y se diferencia de los demás por esa consciencia de
ser único y diferente del resto.
¿Qué es ser único e irrepetible? La unicidad de cada persona radica en las diferencias que se van
desarrollando a medida que la persona va creciendo. Las experiencias que vive cada persona nunca
son exactamente las mismas y las personas de las que aprende, tampoco. Así, los recursos
psicológicos para asimilarlas siempre son distintos de persona a persona. Todo esto hace que la
identidad y la personalidad se vayan moldeando con el tiempo, construyendo a cada sujeto de
forma única e irrepetible y explica por qué somos únicos.
¿Qué significa ser una persona auténtica? La autenticidad implica saber quiénes somos. Aunque
parezca algo fácil, la realidad es que en muchos casos acabamos dejando de ser nosotros/as
mismos/as para seguir un estilo de vida que no va ligado a ello. Entonces, ¿cómo son las personas
transparentes y auténticas?
¿Qué es una persona auténtica? Cuando somos persona auténtica, esto influye significativamente
en el placer que obtenemos de nuestras experiencias, además que acaba afectando a nuestro juicio
y comportamiento. De hecho, inconscientemente solemos valorar más a la autenticidad y de hecho,
solemos admirar a aquellos más originales que a las personas que siguen a los demás. Por lo tanto,
ser auténticos implica seguirnos a nosotros/as mismos/as, es decir, tener un alto autoconocimiento
y valor personal.
¿Cómo son las personas auténticas?
Las personas auténticas y transparentes suelen tener algunas características que definen su
autoconocimiento y su buena autoestima. Algunos de los rasgos de una persona auténtica son los
siguientes:
1. Autorreflexiva: No se es una persona auténtica si solo miras fuera de ti, es decir, si vives para satisfacer a
los demás, la persona auténtica, debe saber quién y qué es, y esto solo es posible si indagas en tu interior.
2. Tiene un ego saludable: El auténtico vive sin compararse con los demás e implica dejar de valorar los
espejismos de las cosas materiales,tener ego saludableestá relacionado con una buena seguridad personal.
3. Centrarse en las posibilidades: Una persona es auténtica, suele saber qué puede controlar y qué cosas no
están dentro de sus responsabilidades. Es decir, se enfoca sobre las cosa s que sí tiene un control.
4. Estabilidad emocional: La autenticidad también implica integridad personal. Es decir, saber gestionar las
emociones para poder responder adecuadamente en cada situación. Trabajando autoconocimiento interno.
5. Tienen una visión clara: Las personas auténticas saben hacia donde deben dirigirse, saber sus propios
objetivos y como invitar. El autodesarrollo, es características que definen la autenticidad.
6. Saben escuchar: Las personas transparentes y auténticas saben escuchar, es decir, están dispuestos a
considerar ideas contradictorias con una mente abierta y cambiar su propia opinión.
7. Son transparentes: Transparencia y autenticidad van de la mano. Las personas auténticas saben quiénes
son y defienden sus valores. La honestidad suele acompañar a este tipo de personas.
8. Son abiertas: Cuando no sabes quién eres, sueles tener actitudes críticas hacia los de tu alrededor. En estos
casos, sueles intentar ‘bajar’ a los demás porque crees que tú también estás en una mala posición. Al ser
una persona más segura de ti misma, sabes tú valor sin la necesidad de despreciar a los demás.
9. Aprendes de los fracasos: Fracasar es la clave para lograr cualquier tipo de éxito. A pesar de esto, a todos
nos duele fracasar. En cambio, al ser una persona auténtica, aprendes a vivir de una manera más completa
y reflexiva, lo que te lleva a ver las situaciones como desafíos para mejorar.
Estas son algunas de las características de las personas auténticas. Como vemos, ser más nosotros/as
mismos/as es una actitud que conlleva muchos beneficios para nuestra salud mental y emocional.
¿Por qué es importante la auto aceptación?
Aceptarse a uno mismo es primordial para tener una alta autoestima y poder realizar los cambios
que consideremos necesarios en nuestra vida, y esto no significa dejar de ser nosotros sino aprender
a tener una inteligencia emocional, gestionar nuestras emociones, reacciones, acciones y maneras de
comportamiento. Quizá se pueda pensar que es mejor no aceptar ciertas características de
personalidad que poseemos, a la hora de querer cambiarlas, con negaciones tales como yo no soy
así, yo no reacciono así, ese no soy yo, y si no me acuerdo no paso... La aceptación aun de nuestras
características negativas nos ayudará a ser más conscientes de su existencia, sus causas y cómo
influyen en nuestra vida de manera satisfactoria o negativa... Además, al aceptarlas dejaremos de
negarlas o esconderlas, nos sentiremos menos presionados, ansiosos, culpables y podremos usar esa
energía en realizar verdaderos cambios.
Vamos a poner un ejemplo. Imaginemos que tenemos problemas en nuestra relación de pareja y que
las discusiones son muy fuertes. Nos analizamos y descubrimos que tenemos un carácter agresivo
que hace que saltemos a la mínima. Mientras no aceptemos esa característica de nuestra
personalidad no podremos cambiarla. Lo negaremos, le echaremos la culpa al otro por sacarnos de
nuestras casillas o lo admitiremos de vez en cuando para nosotros mismos y nos sentiremos
culpables pero sin ponernos en el verdadero camino para cambiarlo. Sólo cuando nos podamos decir
“Sí, tengo mal carácter y lo acepto. Saltó en esta ocasión y en esta y en esta otra y se debe a que me
pongo nervioso y no consigo controlarlo”. Una vez aceptado y definido el problema, estaremos más
cerca de solucionarlo. Así sucede en todos los aspectos de nuestra vida. No puedes superar un miedo
si niegas tenerlo, no puedes cambiar rasgos de tu personalidad si no los admites, ni superar
situaciones si no reconoces que pasaron y la parte de responsabilidad que tuviste. Sin embargo estos
son rasgos que se pueden modificar, pero lo que eres tú, lo que te gusta hacer, género, preferencia
sexual, aficiones, gustos, el cómo te ves a ti mismo y te quieres mostrar, tus habilidades y hasta el
cómo te sientes bien contigo mismo, eso es parte de tu esencia, de quien eres, siendo parte
importante de tu autoconocimiento, amor propio, autoestima, auto aceptación, auto reafirmación y
auto identificación.
Esta aceptación incluye tanto nuestros puntos negativos como nuestras cualidades. Vivimos en una
sociedad que castiga el orgullo sobre uno mismo, que predica la humildad. Una buena cualidad no
debería ser motivo de vergüenza, ni despertar envidias o hacernos sentir incomprendidos. Explora
tus cualidades y no tengas miedo de decirte a ti mismo “Soy más inteligente que la mayoría de la
gente que conozco”, “Soy una persona atractiva” o “Soy muy competente en todas las tareas que
emprendo”, “me acepto y me amo”, “no amo diferente, simplemente amo”, “soy único e
irrepetible”, “me amo tal y como soy”, “me reconozco”, “me acepto”. Cuando puedas decírtelo
creyendo en ello y sin sentir vergüenza, notarás como tu autoestima se eleva.
Aceptarnos significa hacernos conscientes de quiénes somos en este momento. Esto no quiere decir
que tenga que gustarnos pero aceptar como somos nos pondrá en el camino de poder mejorar,
mientras que negarlo hará que esas características negativas perduren en el tiempo. Aceptarnos
mejorará nuestra autoestima, al dejar de culpabilizarnos y angustiarnos por no hacerlo, y nos
ayudará a mejorar todas las facetas que nos hacían infelices.
“Educar en la diferencia es humanizar”
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