La temporada decembrina
suele evocar imágenes de alegría, celebración y reunión familiar. Los
restaurantes suelen lucir llenos de gente y se puede ver a muchas personas
salir de los centros comerciales con grandes regalos. Sin embargo, mientras
algunos celebran con opulencia las festividades, otros luchan por satisfacer las
necesidades básicas.
Y es que esta época también
resalta las disparidades socioeconómicas que existen, ya que la brecha entre
aquellos que disfrutan de la abundancia y aquellos que enfrentan la adversidad
se hace más evidente.
De acuerdo con el World
Inequality Report 2022, nuestro país es uno de los más desiguales del
mundo, ya que en él el 10% más rico de los receptores de ingresos gana 30 veces
más de lo que percibe el 50% que menos gana. En patrimonio, el 10% más rico de
la población tiene cerca del 80% de la riqueza del país.
Estos datos sintonizan con
las estimaciones del Coneval que calculan que, a pesar de los avances de los
dos últimos años, la pobreza sigue siendo alta al estar presente en la vida de
46.8 millones de mexicanos, es decir en el 36.3% de la población total.
Pero la desigualdad no sólo
se manifiesta en la disparidad en los ingresos, sino lo hace de diversas
formas, desde la falta de oportunidades laborales, acceso a la educación y hasta
la falta de servicios de salud.
Es en este contexto que la generosidad
cobra un significado especial, ofreciendo una oportunidad para la reflexión y
la acción solidaria, así como para dibujar un puente que permita difuminar las brechas
sociales.
Veamos en esta época
decembrina el escenario ideal para tender una mano amiga a aquellos que
enfrentan dificultades. Ser generoso implica no solo compartir recursos
materiales, sino también ofrecer comprensión, apoyo emocional y tiempo, ya que
la generosidad actúa como un agente de cambio, desafiando la indiferencia y fomentando
la empatía en una sociedad que, a menudo, está dividida por barreras
invisibles.
Este acto no sólo se queda
en una acción temporal, sino que tiene un impacto profundo y duradero. No solo
alivia las cargas inmediatas de aquellos que enfrentan adversidades, sino que
también fomenta un sentido de comunidad y solidaridad.
En México, diversas
organizaciones y comunidades se movilizan durante esta época para llevar a cabo
iniciativas generosas. Desde la donación de alimentos y ropa hasta la creación
de programas educativos y de salud, estas acciones buscan contrarrestar los
efectos de la desigualdad. La participación ciudadana en estas iniciativas no
solo transforma la vida de quienes reciben, sino que también nutre el tejido
social del país.
A pesar de los esfuerzos
realizados, la desigualdad persiste como un desafío arraigado en la sociedad
mexicana. Por ello, veamos en esta temporada una oportunidad única para
reflexionar sobre cómo la generosidad puede convertirse en una fuerza motriz
para el cambio social, ya que es un acto que trasciende las diferencias y que
nos recuerda nuestra humanidad compartida.
Por ello la invitación es a
sumar a nuestra familia y amigos a hacer algo por los que menos tienen y a
marcar la diferencia, sin olvidar que el ejemplo es el que arrastra, así que lo
primero será que ellos nos vean hacer algo a nosotros mismos.
Celebremos esta Navidad y
fiestas decembrinas con gran alegría, pero también con la misión de extender
este llamado a la acción para sembrar semillas de solidaridad que, con el
tiempo, puedan florecer en un México más justo y compasivo.
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