Vocación,
talentos y visión de los jóvenes
Alberto
Jiménez Merino
“No hay mejor regalo que dar a
la República que la preparación de nuestros jóvenes”
-Marco Tulio Cicerón-
Desde hace décadas, los jóvenes
mexicanos, los futuros líderes de la patria, están decidiendo su destino con
base en la necesidad, en las posibilidades y deseos de sus padres, pero sin
ningún conocimiento de sí mismos.
Hay estudios que demuestran
que 8 de cada 10 personas realizan actividades que no les gustan, razón suficiente
para no desarrollarlas con alegría y para no intentar destacar, y menos aportar
a la productividad de los sectores en los que se desempeñan.
Cada año ingresan más de 100
mil estudiantes a las instituciones de educación superior de Puebla y solo
egresan 54 mil según la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de
Educación Superior (ANUIES), citados por Daniela Hernández, en El Sol de
Puebla, 2023.
La deserción escolar, el
cambio de carrera y la eficiencia terminal son grandes problemas que afectan la
formación actual de los recursos humanos. Mucho se debe a la falta de una
adecuada orientación vocacional y a la ausencia de apoyo para ayudar a los
jóvenes a identificar y desarrollar sus talentos.
La deserción escolar ha sido
un fenómeno recurrente desde hace mucho. Las primeras razones son de carácter
económico ya que la falta de recursos, ha limitado asistir a la escuela; pero,
también la falta de una orientación adecuada sobre qué estudiar, la inseguridad
prevaleciente o el bulling escolar, han tenido efectos determinantes.
Elegir erróneamente la carrera
y decepcionarse de la misma, es la principal justificación de abandono estudiantil
en el primer año de acuerdo con Alfonso Díaz Furlong, director de Admisiones y
Seguimiento Académico de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP),
según la misma fuente.
La pérdida de tiempo y
recursos para estudiantes, familias, universidades y gobierno debe ser preocupante.
Según datos de la Secretaría
de Educación Pública (SE), este 2024 más de 400 mil egresados de bachillerato en
México no tendrán cabida en el nivel universitario.
Ser universitario todavía
sigue siendo una ilusión para muchos jóvenes y sus padres, primero porque las
familias no tienen recursos y segundo porque el estado no tiene capacidad para
atender a todos los demandantes.
Y sin temor a equivocarme, en
México estamos haciendo muy poco a este respecto. La ideología ha contaminado
la educación. No termina de aprobarse una reforma educativa y ya se está
preparando su derogación y la presentación de una nueva. Parece un cuento sin
fin.
Según la Universidad Gallup,
todos tenemos 34 talentos, de los que 5 son predominantes en cada ser humano.
Todos somos buenos en algo, por lo que no existen los “buenos para nada”. Sin
embargo, no sabemos en qué lo somos, y aunque mucho tiene que ver lo que más
nos gusta hacer, las circunstancias socioeconómicas no siempre permiten dedicarnos
a eso.
Está comprobado que las
personas que conocen sus talentos, los desarrollan en fortalezas y los aplican
en su vida, son seis veces más exitosos y tienen tres veces más bienestar que
aquellos que los desconocen. Conocer los talentos no es suficiente si no se
desarrollan y aplican. Hay muchos talentos desconocidos en las personas y
muchas capacidades escondidas.
La visión es el propósito que se desea conseguir en la vida o el sitio
donde le gustaría a las personas encontrarse en el futuro. Visto así, tampoco
estamos ayudando a nuestros jóvenes a construir su visión, porque ni los padres
ni los maestros construimos la propia, y el sistema educativo no lo ha
considerado.
Los padres y el sistema
educativo estamos haciendo muy poco para atender la orientación vocacional real
y efectiva de nuestros jóvenes. Casi nada para ayudarlos a conocer y desarrollar
sus talentos, ni para ayudarlos a desarrollar su visión.
La orientación vocacional
recibida no ha pasado de pláticas para orientar sobre las carreras y escuelas
existentes, facilidades y posibles fuentes de empleo al egresar. Si alguien
puede desmentir esto, me disculparé inmediatamente.
Es por ello que, con relación
al conocimiento de los talentos, se recomienda la realización de pruebas
científicas, entre los 12 y 21 años de edad, según diversos autores. Muchos
padres que no fueron a la escuela, tuvieron limitaciones para orientarnos.
Otros, se han excedido pretendiendo o imponiendo lo que deben estudiar y hacer
sus hijos.
Entonces, si la orientación
vocacional se mejora, si se ayuda a los jóvenes a conocerse a sí mismos para
definir su destino, si se les apoya para para construir su visión y si se
vincula la enseñanza con las necesidades de familias, regiones y sectores
productivos, no tengo duda que podrán formarse mejores líderes para revertir
las condiciones de pobreza y deterioro ambiental que actualmente ahogan a
México.
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