Jabones naturales y plantas limpiadoras de agua
Alberto
Jiménez Merino
“No ensucies la fuente donde has apagado tu sed”.
-William Shakespeare-
En
México se generan aproximadamente 260 mil litros de aguas residuales (260 metros
cuadrados) por segundo y existen cerca de 2,786 plantas de tratamiento, de las
que operan el 67%, según diversas fuentes.
Las
aguas residuales, el abasto de agua potable, la administración y uso
racional hídrico en los distintos sectores, la recarga natural y artificial de
acuíferos, son parte de la ausencia de una cultura ciudadana y
gubernamental del cuidado y aprovechamiento racional de este tesoro de la vida.
Las
primeras canicas que jugamos durante la infancia en Tecomatlán, Puebla, no eran
de vidrio. Eran unas semillas negras de un árbol llamado Coyuli que existe en
la región. Los frutos que contenían esta semilla tenían una cáscara amarillenta
con abundante sustancia resinosa.
Conocido
como árbol del jabón, el Sapindus saponaria es originario
de América Tropical, de unos 16 metros de altura y tallos de hasta 45 centímetros
de diámetro, tiene usos maderables y sus frutos contienen una cáscara con
abundante saponina que, al mezclarse con el agua, produce una espuma
semejante al jabón por lo que nuestras abuelas y madres lo usaban como sustito
de éste para lavar la ropa. No se conoce utilización comercial en México.
Este
árbol existe en la costa del Pacífico, Golfo de México y Península de Yucatán.
También en Centroamérica. Lo vi en parques públicos y campos, en Hangzhou,
China. En Puebla se encuentra en la
Mixteca, Sierra Norte, Nororiente y Negra.
De
igual forma, el agave y yo tenemos una historia. Cuando tenía 7 años, subimos
con mi padre al cerro de Tezoquipa, en Tecomatlán. Ahí localizó una planta de agave
espadín, a la que cortamos sus hojas o pencas más grandes y regresamos para
rajarlas en tiras que pusimos a secar. A los ocho días, las remojamos en la
noche y al día siguiente las utilizamos para amarrar los manojos de varas de
ajonjolí que se ponen a secar para extraer el grano.
Una
parte de las pencas las tallamos poniéndolas sobre una piedra, con un cuchillo
de palo, para extraer la fibra con la que hicimos cuerdas. La pulpa la tiramos
porque no sabíamos que contiene saponinas y también se utiliza al
mezclarse con agua, como sustituto de jabón para lavar ropa, trastes de cocina,
lavar pisos y procesos semejantes. Entre el año 2000 y 2002 conocí de una
experiencia en la que la cadena comercial Aurrerá, en Puebla, vendía pulpa seca
de agave en bolsas de 250 gramos. Al parecer, ya no continuó por falta de
proveedores. La hoja del agave es un subproducto del proceso mezcalero y hoy,
hay más superficie plantada.
En
tanto, los humedales son una zona de tierra normalmente plana, donde la
superficie se cubre de agua de forma permanente o estacional, suficiente para
que prospere flora acuática. Son el hábitat de cientos de invertebrados que
alimentan anfibios reptiles, aves y humanos. Su función es regular el flujo de
ríos, reducir fuerza de tormentas y estabilizar la erosión de líneas costeras.
México
cuenta con 142 humedales de importancia internacional, sitios Ramsar, con una
superficie de 8.6 millones de hectáreas, según la Secretaría de Agricultura y
Desarrollo Rural (SADER. Febrero, 2022). Ejemplos de estos son los manglares,
Cuatro Ciénegas, Coahuila y la zona Lacustre Tláhuac-Xochimilco.
Inspirados
en este ecosistema, se han desarrollado humedales artificiales para
tratar las aguas residuales. Al participar en la Reunión Anual de Asociaciones
Nacionales de Captación de Agua de Lluvia del Noreste de África 2004, en
Gaborone, Botswana, tuve oportunidad de ver por primera vez un humedal artificial
a nivel de una vivienda: las aguas residuales pasan por una rejilla para
eliminar objetos y basura; después siguen hacia dos albercas en secuencia, cada una con
una capa de 40 cm de grava, de arena y de tierra, y en ésta se ponen plantas
acuáticas que, con sus raíces, limpian las aguas sucias provenientes de
viviendas. Ya limpias, se les pone lirio acuático (Eichhornia crassipes), para
retirar posibles metales pesados.
Este
nivel de tratamiento es suficiente para garantizar el uso del agua en riego de
cultivos. Su mayor desventaja es la superficie necesaria para la construcción
del humedal que puede variar entre 0.5 y 1 hectárea por cada litro por segundo.
Aunque, recientemente, un experto israelí asegura que 2 metros cuadrados por
cada vivienda son suficientes para la adopción de humedales. El mayor potencial
de adopción de humedales está en comunidades rurales.
Las
especies vegetales más utilizadas para humedales artificiales son: el carrizo (Phragmites
comunis), tule (Typha domingensis), papiro (Cyperus papyrus), platanillo (Canna
índica), y la flor heliconia (Heliconia rostrata), del grupo de platanillos. Por
su adaptación a áreas inundables dos especies forrajeras como el pasto alemán (Echinochloa
polystachya) y el pasto pará (Brachiaria mútica), podrían evaluarse como
posibles, además de la hoja elegante u oreja de elefante (Alocasia odora).
Con
base en lo anterior, necesitamos el apoyo de las instituciones de enseñanza e
investigación para evaluar y validar alternativas, técnicas, económicas y
socialmente viables, para prevenir la contaminación de las aguas y/o su
tratamiento.
En
jabones naturales y humedales artificiales, aún hay mucho por hacer.
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