lunes, 11 de agosto de 2025

Nuevos Horizontes


 

Jabones naturales y plantas limpiadoras de agua

                                                                                             Alberto Jiménez Merino

“No ensucies la fuente donde has apagado tu sed”.

-William Shakespeare-

En México se generan aproximadamente 260 mil litros de aguas residuales (260 metros cuadrados) por segundo y existen cerca de 2,786 plantas de tratamiento, de las que operan el 67%, según diversas fuentes.

Las aguas residuales, el abasto de agua potable, la administración y uso racional hídrico en los distintos sectores, la recarga natural y artificial de acuíferos, son parte de la ausencia de una cultura ciudadana y gubernamental del cuidado y aprovechamiento racional de este tesoro de la vida.

Las primeras canicas que jugamos durante la infancia en Tecomatlán, Puebla, no eran de vidrio. Eran unas semillas negras de un árbol llamado Coyuli que existe en la región. Los frutos que contenían esta semilla tenían una cáscara amarillenta con abundante sustancia resinosa.

Conocido como árbol del jabón, el Sapindus saponaria es originario de América Tropical, de unos 16 metros de altura y tallos de hasta 45 centímetros de diámetro, tiene usos maderables y sus frutos contienen una cáscara con abundante saponina que, al mezclarse con el agua, produce una espuma semejante al jabón por lo que nuestras abuelas y madres lo usaban como sustito de éste para lavar la ropa. No se conoce utilización comercial en México.

Este árbol existe en la costa del Pacífico, Golfo de México y Península de Yucatán. También en Centroamérica. Lo vi en parques públicos y campos, en Hangzhou, China.  En Puebla se encuentra en la Mixteca, Sierra Norte, Nororiente y Negra.

De igual forma, el agave y yo tenemos una historia. Cuando tenía 7 años, subimos con mi padre al cerro de Tezoquipa, en Tecomatlán. Ahí localizó una planta de agave espadín, a la que cortamos sus hojas o pencas más grandes y regresamos para rajarlas en tiras que pusimos a secar. A los ocho días, las remojamos en la noche y al día siguiente las utilizamos para amarrar los manojos de varas de ajonjolí que se ponen a secar para extraer el grano.

Una parte de las pencas las tallamos poniéndolas sobre una piedra, con un cuchillo de palo, para extraer la fibra con la que hicimos cuerdas. La pulpa la tiramos porque no sabíamos que contiene saponinas y también se utiliza al mezclarse con agua, como sustituto de jabón para lavar ropa, trastes de cocina, lavar pisos y procesos semejantes. Entre el año 2000 y 2002 conocí de una experiencia en la que la cadena comercial Aurrerá, en Puebla, vendía pulpa seca de agave en bolsas de 250 gramos. Al parecer, ya no continuó por falta de proveedores. La hoja del agave es un subproducto del proceso mezcalero y hoy, hay más superficie plantada. 

En tanto, los humedales son una zona de tierra normalmente plana, donde la superficie se cubre de agua de forma permanente o estacional, suficiente para que prospere flora acuática. Son el hábitat de cientos de invertebrados que alimentan anfibios reptiles, aves y humanos. Su función es regular el flujo de ríos, reducir fuerza de tormentas y estabilizar la erosión de líneas costeras.

México cuenta con 142 humedales de importancia internacional, sitios Ramsar, con una superficie de 8.6 millones de hectáreas, según la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER. Febrero, 2022). Ejemplos de estos son los manglares, Cuatro Ciénegas, Coahuila y la zona Lacustre Tláhuac-Xochimilco.

Inspirados en este ecosistema, se han desarrollado humedales artificiales para tratar las aguas residuales. Al participar en la Reunión Anual de Asociaciones Nacionales de Captación de Agua de Lluvia del Noreste de África 2004, en Gaborone, Botswana, tuve oportunidad de ver por primera vez un humedal artificial a nivel de una vivienda: las aguas residuales pasan por una rejilla para eliminar objetos y basura; después siguen  hacia dos albercas en secuencia, cada una con una capa de 40 cm de grava, de arena y de tierra, y en ésta se ponen plantas acuáticas que, con sus raíces, limpian las aguas sucias provenientes de viviendas. Ya limpias, se les pone lirio acuático (Eichhornia crassipes), para retirar posibles metales pesados.

Este nivel de tratamiento es suficiente para garantizar el uso del agua en riego de cultivos. Su mayor desventaja es la superficie necesaria para la construcción del humedal que puede variar entre 0.5 y 1 hectárea por cada litro por segundo. Aunque, recientemente, un experto israelí asegura que 2 metros cuadrados por cada vivienda son suficientes para la adopción de humedales. El mayor potencial de adopción de humedales está en comunidades rurales.

Las especies vegetales más utilizadas para humedales artificiales son: el carrizo (Phragmites comunis), tule (Typha domingensis), papiro (Cyperus papyrus), platanillo (Canna índica), y la flor heliconia (Heliconia rostrata), del grupo de platanillos. Por su adaptación a áreas inundables dos especies forrajeras como el pasto alemán (Echinochloa polystachya) y el pasto pará (Brachiaria mútica), podrían evaluarse como posibles, además de la hoja elegante u oreja de elefante (Alocasia odora).

Con base en lo anterior, necesitamos el apoyo de las instituciones de enseñanza e investigación para evaluar y validar alternativas, técnicas, económicas y socialmente viables, para prevenir la contaminación de las aguas y/o su tratamiento.

En jabones naturales y humedales artificiales, aún hay mucho por hacer.


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Jabones naturales y plantas limpiadoras de agua

                                                                                             Alberto Jiménez Merino

“No ensucies la fuente donde has apagado tu sed”.

-William Shakespeare-

En México se generan aproximadamente 260 mil litros de aguas residuales (260 metros cuadrados) por segundo y existen cerca de 2,786 plantas de tratamiento, de las que operan el 67%, según diversas fuentes.

Las aguas residuales, el abasto de agua potable, la administración y uso racional hídrico en los distintos sectores, la recarga natural y artificial de acuíferos, son parte de la ausencia de una cultura ciudadana y gubernamental del cuidado y aprovechamiento racional de este tesoro de la vida.

Las primeras canicas que jugamos durante la infancia en Tecomatlán, Puebla, no eran de vidrio. Eran unas semillas negras de un árbol llamado Coyuli que existe en la región. Los frutos que contenían esta semilla tenían una cáscara amarillenta con abundante sustancia resinosa.

Conocido como árbol del jabón, el Sapindus saponaria es originario de América Tropical, de unos 16 metros de altura y tallos de hasta 45 centímetros de diámetro, tiene usos maderables y sus frutos contienen una cáscara con abundante saponina que, al mezclarse con el agua, produce una espuma semejante al jabón por lo que nuestras abuelas y madres lo usaban como sustito de éste para lavar la ropa. No se conoce utilización comercial en México.

Este árbol existe en la costa del Pacífico, Golfo de México y Península de Yucatán. También en Centroamérica. Lo vi en parques públicos y campos, en Hangzhou, China.  En Puebla se encuentra en la Mixteca, Sierra Norte, Nororiente y Negra.

De igual forma, el agave y yo tenemos una historia. Cuando tenía 7 años, subimos con mi padre al cerro de Tezoquipa, en Tecomatlán. Ahí localizó una planta de agave espadín, a la que cortamos sus hojas o pencas más grandes y regresamos para rajarlas en tiras que pusimos a secar. A los ocho días, las remojamos en la noche y al día siguiente las utilizamos para amarrar los manojos de varas de ajonjolí que se ponen a secar para extraer el grano.

Una parte de las pencas las tallamos poniéndolas sobre una piedra, con un cuchillo de palo, para extraer la fibra con la que hicimos cuerdas. La pulpa la tiramos porque no sabíamos que contiene saponinas y también se utiliza al mezclarse con agua, como sustituto de jabón para lavar ropa, trastes de cocina, lavar pisos y procesos semejantes. Entre el año 2000 y 2002 conocí de una experiencia en la que la cadena comercial Aurrerá, en Puebla, vendía pulpa seca de agave en bolsas de 250 gramos. Al parecer, ya no continuó por falta de proveedores. La hoja del agave es un subproducto del proceso mezcalero y hoy, hay más superficie plantada. 

En tanto, los humedales son una zona de tierra normalmente plana, donde la superficie se cubre de agua de forma permanente o estacional, suficiente para que prospere flora acuática. Son el hábitat de cientos de invertebrados que alimentan anfibios reptiles, aves y humanos. Su función es regular el flujo de ríos, reducir fuerza de tormentas y estabilizar la erosión de líneas costeras.

México cuenta con 142 humedales de importancia internacional, sitios Ramsar, con una superficie de 8.6 millones de hectáreas, según la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER. Febrero, 2022). Ejemplos de estos son los manglares, Cuatro Ciénegas, Coahuila y la zona Lacustre Tláhuac-Xochimilco.

Inspirados en este ecosistema, se han desarrollado humedales artificiales para tratar las aguas residuales. Al participar en la Reunión Anual de Asociaciones Nacionales de Captación de Agua de Lluvia del Noreste de África 2004, en Gaborone, Botswana, tuve oportunidad de ver por primera vez un humedal artificial a nivel de una vivienda: las aguas residuales pasan por una rejilla para eliminar objetos y basura; después siguen  hacia dos albercas en secuencia, cada una con una capa de 40 cm de grava, de arena y de tierra, y en ésta se ponen plantas acuáticas que, con sus raíces, limpian las aguas sucias provenientes de viviendas. Ya limpias, se les pone lirio acuático (Eichhornia crassipes), para retirar posibles metales pesados.

Este nivel de tratamiento es suficiente para garantizar el uso del agua en riego de cultivos. Su mayor desventaja es la superficie necesaria para la construcción del humedal que puede variar entre 0.5 y 1 hectárea por cada litro por segundo. Aunque, recientemente, un experto israelí asegura que 2 metros cuadrados por cada vivienda son suficientes para la adopción de humedales. El mayor potencial de adopción de humedales está en comunidades rurales.

Las especies vegetales más utilizadas para humedales artificiales son: el carrizo (Phragmites comunis), tule (Typha domingensis), papiro (Cyperus papyrus), platanillo (Canna índica), y la flor heliconia (Heliconia rostrata), del grupo de platanillos. Por su adaptación a áreas inundables dos especies forrajeras como el pasto alemán (Echinochloa polystachya) y el pasto pará (Brachiaria mútica), podrían evaluarse como posibles, además de la hoja elegante u oreja de elefante (Alocasia odora).

Con base en lo anterior, necesitamos el apoyo de las instituciones de enseñanza e investigación para evaluar y validar alternativas, técnicas, económicas y socialmente viables, para prevenir la contaminación de las aguas y/o su tratamiento.

En jabones naturales y humedales artificiales, aún hay mucho por hacer.


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