El agua invisible y la pobreza en México
Alberto
Jiménez Merino
Uno de los trabajos de mi infancia, fue acarrear agua para las
necesidades familiares. Primero, la tomaba directamente del río Mixteco, y
después, de un pozo más cercano, utilizando dos latas mantequeras colgadas de
un palo en los hombros, como lo han hecho, y lo siguen haciendo, millones de
niños, niñas y mujeres en México y América Latina.
El agua que acarreaba la filtraba con una tela y la almacenaba en una
tinaja de barro para nuestro consumo. Las latas de lámina metálica utilizadas
se guardaban boca abajo “para que no se mojaran y oxidaran”. Ni mi familia ni
yo, vimos en la lluvia la gran fuente de agua gratuita que sólo había que
captar y guardar. La ignorancia es una causa de pobreza.
A pesar de las grandes necesidades de agua, actualmente seguimos viendo
caer la lluvia, hacer destrozos y correr por los afluentes naturales sin
conocer el valor que tiene. Aunque la necesitamos, no hay casa ni terreno o
unidad productiva que no cuente con sistema de desalojo del agua a la calle o
partes bajas a fin de evitar inundaciones.
Aunque tuve la fortuna de seguir estudiando, no encontré en los
contenidos educativos de primaria, secundaria, preparatoria y universidad,
información útil sobre la importancia del agua, la problemática y las opciones
de solución existentes.
Por todo esto es que puedo afirmar que el agua, además de ser un líquido
incoloro, inodoro, sin sabor definido, base de la vida y de todas las
actividades del ser humano, fuente de riqueza o causa de migración y pobreza,
es también un recurso natural invisible.
Sólo la podemos ver cuando tenemos sed, cuando falta para nuestras
necesidades de aseo y alimentación, en las actividades productivas, o cuando nos
inunda. También cuando nos llega el recibo del servicio o cuando después de
ensuciarla afecta nuestra salud y contamina el medio ambiente.
De acuerdo con información de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos
Naturales (SEMARNAT), en México llueven 1,588.8 kilómetros cúbicos (km
) de agua
anualmente, pero el 71 % (1,064) regresa a la atmósfera por evaporación. El agua
disponible es 424 km
más 48.4 km
que ingresan por el río Colorado y Bravo (Estados
Unidos), y Río Usumacinta (Guatemala), dando un total de 472.7 km
, aunque México
debe ceder 0.432 km
a Estados Unidos, según el Tratado de Aguas
Internacionales de 1944.
De los 472 km
disponibles, el escurrimiento superficial es
de 378 km
(80%) y la recarga de acuíferos es de 92.62 km
(20%). Lo anterior representa una disponibilidad
anual de 3,692 m
por habitante, proyectado al 2030. De los
378.87 km
del escurrimiento, se almacenan 150 km
en 5,163 presas y bordos, por lo que al final
escurre a los mares 228.87 km
.
En Puebla, llueven cada año 25 millones 496 mil 444 km
, de los cuales
18 millones 229 mil 957 km
regresan a la atmósfera por evaporación. El
agua disponible o renovable es 7 millones 266 mil 487 km
; el
escurrimiento superficial es de 5 millones 813 mil 189 km
y 1 millón 453 mil 297 km
corresponden a recarga de acuíferos. Del
escurrimiento superficial se almacenan 384 millones 588 mil m
en 5 principales presas del estado, en donde
la de Valsequillo es la más grande con 300 millones de m
.
Según las cifras disponibles, no hay falta de agua, pero nuestro
problema realmente es de administración de la lluvia. Posiblemente, la única
agua invisible sea la que se evapora y la que no hemos podido ver debido a la
falta de una cultura del agua que debería de iniciar en la escuela.
El agua se evapora cuando cae en tierra desprovista de cubierta vegetal,
falta de materia orgánica, deforestación y prácticas productivas inapropiadas;
y, escurre cuando cae en zonas perturbadas por prácticas extractivas de
recursos naturales, pastoreo incontrolado, compactación de terrenos de uso
agropecuario o sistemas de cultivo que no ofrecen la cobertura del suelo por
largos periodos. La vegetación es la ropa de la tierra.
La disminución de la evaporación de la lluvia y el aumento de su
captación en el campo para restablecer los equilibrios hídricos, deberían ser motivo
de políticas de investigación de los sectores académicos y científicos como
base para el diseño e implementación de políticas públicas en los tres órdenes
de gobierno.
La reforestación, las diversas prácticas de manejo de cuencas para
captar el agua en las partes altas y, la agricultura de conservación con sus
diversas prácticas agroecológicas, tienen un gran impacto para promover la
infiltración y disminuir el escurrimiento para fortalecer la recarga de
acuíferos, la productividad, el abasto de agua en centros de población y la
disminución de inundaciones.
La captación de lluvia es la vía más inmediata para abastecer las
necesidades de agua de las personas. Puede hacerse en zonas urbanas: en
viviendas, escuelas, mercados, hospitales y clínicas, naves industriales,
invernaderos, parques públicos techados, salones de fiestas; y también en el
campo, a través de jagüeyes y represas para uso productivo.
La lluvia, el agua invisible o invisibilizada, es una gran fuente de
soluciones a los problemas de nuestro tiempo.



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