En los últimos meses o incluso se puede decir años, he recibido, un tanto, con desagrado la burla de mis amigos catalanes, esto apegado a mi realidad como seguidor del Real Madrid.
Se dice fácil lo que ha realizado el conjunto culé; iniciando desde su gran planteamiento técnico-táctico, aunado al gran juego de conjunto que han forjado desde la cantera que ningún equipo en el mundo podría realizar en este momento.
Tampoco podemos dejar el gran aporte de su técnico Joseph Guardiola, que si como jugador lo hacía bien, ahora como estratega se ha convertido en algo así como un semidios; conduciendo los hilos de un equipo que se podría, como diría el buen Carlos Miloc “hasta manejar por teléfono” y que ha ganado prácticamente todo, desde la liga española hasta el Mundial de Clubes, incluso las cascaritas afuera de la Masía.
Pero bueno, regresando al tema principal que son las burlas, es que muchas de ellas, llegan a través de compañeros y amigos que se desempeñan como periodistas, un tanto triste, ¿no lo creen?.
Muchas veces nos quejamos del comportamiento de los fanáticos (nótese que dije fanáticos, no espectadores), especialmente los que están integrados a las denominadas barras, quienes en su gran mayoría son violentos, un tanto incultos y que su principal motivo (según estudios) no es alentar a su equipo, sino encontrar una razón para soltar todas sus frustraciones; ahora ¿no se está haciendo lo mismo con sus burlas?.
La grandeza de un equipo se muestra en todos los aspectos, y dentro de mi pensamiento y educación, sobre todo deportiva, sé que lo más difícil es reconocer la grandeza de un rival que dentro de la competencia te superó.
En mi defensa, toda mi vida desde que tengo uso de razón y sobre todo a causa del buen Hugo Sánchez, he sido merengue y seguiré siéndolo; en comparación de muchos que a consecuencia de un fenómeno social (y no me refiero a Messi) se unen a una causa que en unos años, pasará de la realidad, a los anales de la historia del futbol mundial.
Cabe hacer hincapié que el futbol, como dicen, es la cosa más importante de las menos importantes, por tanto, invitaría, sobre todo a mis amigos culés, a ser más correctos en el sentido estricto de lo que suceda en la cancha.



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