martes, 3 de diciembre de 2013

Las redes sociales. Nuevo espejo indiscreto. Octavio Islas

El acaudalado empresario Miguel Moisés Sacal Smeke, quien a partir del 10 de enero será recordado como el gentleman de Las Lomas, no podrá invocar el derecho al olvido. Centenares de videos que circulan en Internet le han convertido en una celebridad definitivamente negativa.

El 8 de julio de 2011, a las 8 y media de la noche, el acaudalado y prepotente empresario  infringió furiosa golpiza a Hugo Enrique Vega, un modesto acomodador que laboraba en la Torre Altus, lujoso condominio ubicado en Paseos de las Lomas.

Sacal ordenó a Hugo Enrique Vega Flores traer un gato hidráulico y proceder a cambiar uno de los neumáticos del automóvil Porsche, propiedad del acaudalado empresario. Hugo Enrique rehusó distraerse de las actividades que realizaba en el condominio, situación que detonó la furiosa embestida de Sacal, quien remató cada golpe asestado con un extenso repertorio de humillantes insultos discriminatorios a Hugo Enrique, con la evidente intención de lesionar la dignidad humana del modesto empleado, quien venciendo razonables temores, finalmente decidió presentar la correspondiente denuncia de los hechos.

Conocedor de los engranajes y las simulaciones que prevalecen en nuestro particular sistema de justicia, Sacal apostó por congelar el proceso en su contra, y así efectivamente logró paralizar la impartición de justicia durante algunos meses.

Sin embargo, la apuesta de Sacal se desmoronó por completo a partir del pasado martes 10, cuando el abogado de Hugo Enrique Vega, decidió dar a conocer las imágenes que dan testimonio de los hechos antes referidos, a través de las redes sociales.

Seguramente el abogado de Vega Flores asimiló el impacto mediático que generó en la opinión pública la cinta Presunto Culpable –la película más taquillera en 2011-. La oportuna difusión de las imágenes, por supuesto provocó profunda indignación en amplios sectores de la opinión pública.

En años recientes, como consecuencia de la apropiación de las redes sociales, hemos convertido a éstas en un desafiante espejo indiscreto que ha erradicado una buena parte de las fronteras que separaban lo público y lo privado.  

Las imágenes que nos revela nuestro nuevo espejo indiscreto resultan sumamente inquietantes, pues nos permiten advertir el avanzado estado de descomposición de nuestro tejido social.

En el pasado mes de agosto, Azalia Ojeda y María Vanessa Polo Cajica, dos aspirantes acelebrities autóctonas y tragicómicas fugitivas de la clase media, conocidas como las Ladies de Polanco, fueron videograbadas cuando abrumadas por los humos del alcohol, pretendieron evitar el alcoholímetro, injuriando a algunos policías, a quienes despectivamente calificaron de “nacos asalariados”.

En noviembre, la furia tuitera de una hija de Enrique Peña Nieto derivó en una delicada crisis que exhibió las limitaciones ciberculturales del equipo de campaña del principal “suspirante presidencial”.

Una desafortunada y despectiva frase –“la prole”- fue recuperada como emblemático estandarte por los “otros”, por quienes no disfrutan de una vida de cómodos e inagotables privilegios, decretada así hasta la exhumación y que, además, no simpatizan con el peñismo.

Carlos Talavera, funcionario menor en el gobierno de Guanajuato, entonces un entusiasta militante panista, evidenció a partir de su exquisito olfato todo el resentimiento acumulado contra el extraordinario imaginario de las mujeres indígenas: “huele impresionantemente feo”… 

En un estupendo ensayo, Octavio Paz, siempre indispensable, destacaba que los Estados Unidos admitían ser considerados nuestro espejo indiscreto. Mucho de lo que pretendíamos ser lo encerraba la mirada hacia ese otro. Hoy, las redes sociales son nuestro nuevo espejo indiscreto. Si deseamos reparar en lo que hoy somos, basta advertir como nos vemos en las redes sociales.

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martes, 3 de diciembre de 2013

Las redes sociales. Nuevo espejo indiscreto. Octavio Islas

El acaudalado empresario Miguel Moisés Sacal Smeke, quien a partir del 10 de enero será recordado como el gentleman de Las Lomas, no podrá invocar el derecho al olvido. Centenares de videos que circulan en Internet le han convertido en una celebridad definitivamente negativa.

El 8 de julio de 2011, a las 8 y media de la noche, el acaudalado y prepotente empresario  infringió furiosa golpiza a Hugo Enrique Vega, un modesto acomodador que laboraba en la Torre Altus, lujoso condominio ubicado en Paseos de las Lomas.

Sacal ordenó a Hugo Enrique Vega Flores traer un gato hidráulico y proceder a cambiar uno de los neumáticos del automóvil Porsche, propiedad del acaudalado empresario. Hugo Enrique rehusó distraerse de las actividades que realizaba en el condominio, situación que detonó la furiosa embestida de Sacal, quien remató cada golpe asestado con un extenso repertorio de humillantes insultos discriminatorios a Hugo Enrique, con la evidente intención de lesionar la dignidad humana del modesto empleado, quien venciendo razonables temores, finalmente decidió presentar la correspondiente denuncia de los hechos.

Conocedor de los engranajes y las simulaciones que prevalecen en nuestro particular sistema de justicia, Sacal apostó por congelar el proceso en su contra, y así efectivamente logró paralizar la impartición de justicia durante algunos meses.

Sin embargo, la apuesta de Sacal se desmoronó por completo a partir del pasado martes 10, cuando el abogado de Hugo Enrique Vega, decidió dar a conocer las imágenes que dan testimonio de los hechos antes referidos, a través de las redes sociales.

Seguramente el abogado de Vega Flores asimiló el impacto mediático que generó en la opinión pública la cinta Presunto Culpable –la película más taquillera en 2011-. La oportuna difusión de las imágenes, por supuesto provocó profunda indignación en amplios sectores de la opinión pública.

En años recientes, como consecuencia de la apropiación de las redes sociales, hemos convertido a éstas en un desafiante espejo indiscreto que ha erradicado una buena parte de las fronteras que separaban lo público y lo privado.  

Las imágenes que nos revela nuestro nuevo espejo indiscreto resultan sumamente inquietantes, pues nos permiten advertir el avanzado estado de descomposición de nuestro tejido social.

En el pasado mes de agosto, Azalia Ojeda y María Vanessa Polo Cajica, dos aspirantes acelebrities autóctonas y tragicómicas fugitivas de la clase media, conocidas como las Ladies de Polanco, fueron videograbadas cuando abrumadas por los humos del alcohol, pretendieron evitar el alcoholímetro, injuriando a algunos policías, a quienes despectivamente calificaron de “nacos asalariados”.

En noviembre, la furia tuitera de una hija de Enrique Peña Nieto derivó en una delicada crisis que exhibió las limitaciones ciberculturales del equipo de campaña del principal “suspirante presidencial”.

Una desafortunada y despectiva frase –“la prole”- fue recuperada como emblemático estandarte por los “otros”, por quienes no disfrutan de una vida de cómodos e inagotables privilegios, decretada así hasta la exhumación y que, además, no simpatizan con el peñismo.

Carlos Talavera, funcionario menor en el gobierno de Guanajuato, entonces un entusiasta militante panista, evidenció a partir de su exquisito olfato todo el resentimiento acumulado contra el extraordinario imaginario de las mujeres indígenas: “huele impresionantemente feo”… 

En un estupendo ensayo, Octavio Paz, siempre indispensable, destacaba que los Estados Unidos admitían ser considerados nuestro espejo indiscreto. Mucho de lo que pretendíamos ser lo encerraba la mirada hacia ese otro. Hoy, las redes sociales son nuestro nuevo espejo indiscreto. Si deseamos reparar en lo que hoy somos, basta advertir como nos vemos en las redes sociales.

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