Umberto Eco, en Construir un enemigo
(Lumen, 2013), señala que “tener un adversario es importante para definir
nuestra identidad y nuestro sistema de valores”. El italiano aconseja: —Si
no existe un enemigo es preciso inventarlo. Enrique Peña Nieto le obedeció y se
inventó uno. No obstante, confirme el susodicho ha ido erigiéndose como un
factor de estabilidad, el discurso oficial ha perdido sentido. El presidente
debe buscarse un enemigo por otro lado…
Luis Videgareay salió el gabinete
presidencial días después del encuentro entre Enrique Peña Nieto y Donald
Trump, el cual, se supo, había sido coordinado en su oficina. El
titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) tenía un pie
fuera desde antes —Moody’s y Standard & Poor’s reprobaban su gestión y el
proceso electoral en el Estado de México le abría una baraja de destinos—, pero
el desmadre de la conferencia precipitó su caída. Su regreso en la
forma de titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), ha
fortalecido la posición del presidente, fuera y dentro:
Hacia afuera, porque el secretario
goza de la confianza de Jared Kushner, yerno del presidente estadounidense y la
persona que más influye en su toma de decisiones —Forbes señala a Kushner como
“el hombre que llevó a Trump a la Casa Blanca”—. En Washington, Trump es un outsider;
gobierna el país escuchando el consejo de su familia.
Y hacia adentro, porque significa
romper con Carlos Salinas de Gortari, un ex presidente cuya
injerencia ha venido de menos a más —la renegociaicón del NAFTA ha devuelto a
Salinas a las primeras planas—. Salinas ha sido desplazado: se le ha arrebatado
el monopolio de la relación bilateral, que pretendía ejercer a través de sus
amigos republicanos, y se le ha sacado de la carrera presidencial, en la cual
tenía anotada a su sobrina.
El reacomodo sería acertado si no
obedeciera, como parece, a un propósito electoral. Peña Nieto calcula que
le basta con la anuencia de Trump y Kushner para imponer a Videgaray como
su candidato a la presidencia en 2018. Es una apuesta arriesgada pero no tiene
otra opción si quiere recuperar el control de la sucesión presidencial…
Enrique Peña Nieto ha encontrado un
nuevo enemigo en Donald Trump. Este Cerbero no puede ser vencido pero sí
adormilado, si se conoce a melodía adecuada.
El presidente ha comenzado a deslizar la
idea de que solo Luis Videgaray puede calmar la furia del masiosare y asegurar
la supervivencia del grupo.
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