jueves, 26 de enero de 2017

Videgaray, la lira de Orfeo. por Francisco Baeza

Francisco Baeza [@paco_baeza_]. 24 de enero de 2017.

Umberto Eco, en Construir un enemigo (Lumen, 2013), señala que “tener un adversario es importante para definir nuestra identidad y nuestro sistema de valores”. El italiano aconseja: —Si no existe un enemigo es preciso inventarlo. Enrique Peña Nieto le obedeció y se inventó uno. No obstante, confirme el susodicho ha ido erigiéndose como un factor de estabilidad, el discurso oficial ha perdido sentido. El presidente debe buscarse un enemigo por otro lado…

Luis Videgareay salió el gabinete presidencial días después del encuentro entre Enrique Peña Nieto y Donald Trump, el cual, se supo, había sido coordinado en su oficina. El titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) tenía un pie fuera desde antes —Moody’s y Standard & Poor’s reprobaban su gestión y el proceso electoral en el Estado de México le abría una baraja de destinos—, pero el desmadre de la conferencia precipitó su caída. Su regreso en la forma de titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), ha fortalecido la posición del presidente, fuera y dentro:

Hacia afuera, porque el secretario goza de la confianza de Jared Kushner, yerno del presidente estadounidense y la persona que más influye en su toma de decisiones —Forbes señala a Kushner como “el hombre que llevó a Trump a la Casa Blanca”—. En Washington, Trump es un outsider; gobierna el país escuchando el consejo de su familia.
Y hacia adentro, porque significa romper con Carlos Salinas de Gortari, un ex presidente cuya injerencia ha venido de menos a más —la renegociaicón del NAFTA ha devuelto a Salinas a las primeras planas—. Salinas ha sido desplazado: se le ha arrebatado el monopolio de la relación bilateral, que pretendía ejercer a través de sus amigos republicanos, y se le ha sacado de la carrera presidencial, en la cual tenía anotada a su sobrina.

El reacomodo sería acertado si no obedeciera, como parece, a un propósito electoral. Peña Nieto calcula que le basta con la anuencia de Trump y Kushner para imponer a Videgaray como su candidato a la presidencia en 2018. Es una apuesta arriesgada pero no tiene otra opción si quiere recuperar el control de la sucesión presidencial…

Enrique Peña Nieto ha encontrado un nuevo enemigo en Donald Trump. Este Cerbero no puede ser vencido pero sí adormilado, si se conoce a melodía adecuada.


El presidente ha comenzado a deslizar la idea de que solo Luis Videgaray puede calmar la furia del masiosare y asegurar la supervivencia del grupo.

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jueves, 26 de enero de 2017

Videgaray, la lira de Orfeo. por Francisco Baeza

Francisco Baeza [@paco_baeza_]. 24 de enero de 2017.

Umberto Eco, en Construir un enemigo (Lumen, 2013), señala que “tener un adversario es importante para definir nuestra identidad y nuestro sistema de valores”. El italiano aconseja: —Si no existe un enemigo es preciso inventarlo. Enrique Peña Nieto le obedeció y se inventó uno. No obstante, confirme el susodicho ha ido erigiéndose como un factor de estabilidad, el discurso oficial ha perdido sentido. El presidente debe buscarse un enemigo por otro lado…

Luis Videgareay salió el gabinete presidencial días después del encuentro entre Enrique Peña Nieto y Donald Trump, el cual, se supo, había sido coordinado en su oficina. El titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) tenía un pie fuera desde antes —Moody’s y Standard & Poor’s reprobaban su gestión y el proceso electoral en el Estado de México le abría una baraja de destinos—, pero el desmadre de la conferencia precipitó su caída. Su regreso en la forma de titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), ha fortalecido la posición del presidente, fuera y dentro:

Hacia afuera, porque el secretario goza de la confianza de Jared Kushner, yerno del presidente estadounidense y la persona que más influye en su toma de decisiones —Forbes señala a Kushner como “el hombre que llevó a Trump a la Casa Blanca”—. En Washington, Trump es un outsider; gobierna el país escuchando el consejo de su familia.
Y hacia adentro, porque significa romper con Carlos Salinas de Gortari, un ex presidente cuya injerencia ha venido de menos a más —la renegociaicón del NAFTA ha devuelto a Salinas a las primeras planas—. Salinas ha sido desplazado: se le ha arrebatado el monopolio de la relación bilateral, que pretendía ejercer a través de sus amigos republicanos, y se le ha sacado de la carrera presidencial, en la cual tenía anotada a su sobrina.

El reacomodo sería acertado si no obedeciera, como parece, a un propósito electoral. Peña Nieto calcula que le basta con la anuencia de Trump y Kushner para imponer a Videgaray como su candidato a la presidencia en 2018. Es una apuesta arriesgada pero no tiene otra opción si quiere recuperar el control de la sucesión presidencial…

Enrique Peña Nieto ha encontrado un nuevo enemigo en Donald Trump. Este Cerbero no puede ser vencido pero sí adormilado, si se conoce a melodía adecuada.


El presidente ha comenzado a deslizar la idea de que solo Luis Videgaray puede calmar la furia del masiosare y asegurar la supervivencia del grupo.

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