Columna Un Nuevo Comienzo
Sucesión Presidencial Adelantada, Gobierno Sin Resultados
Alberto Jiménez Merino
Nunca había visto la urgencia por terminar una administración federal con tanta
anticipación en México como la que hoy atestiguamos. Apenas llegando a la mitad
del periodo constitucional, se anuncia por su titular que “ya hay corcholatas y
destapador” al respecto, según expresiones literales.
Y para aumentar la confusión y confrontación social, se impulsa la revocación de
mandato como la forma, inconstitucional según los expertos, de saber la opinión
del pueblo sobre si continúa o no el actual presidente electo por seis años.
Estas dos acciones, junto a la consulta nacional para enjuiciar a los expresidentes
de la república, y la búsqueda de perdón por lo que hicieron los españoles hace
500 años, parecen ser las prioridades nacionales en un país donde el COVID19 ha
cobrado más de 246 mil muertos y en donde, según datos oficiales, el nivel de
contagios ha vuelto a más de 25 mil personas por día.
En estas prioridades, y más allá de emitir una declaratoria de emergencia, no
caben la atención a la severa sequía que afecta una gran parte del territorio
nacional que ha disminuido la cosecha de granos básicos, reducido el abasto de
agua a los centros de población y amenaza la generación de electricidad por el
bajo volumen de almacenamiento de las presas.
Como consecuencia de las reducidas cosechas nacionales, los precios de los
alimentos como la tortilla amenazan con incrementar su precio, sin contar con que
una gran sequía en Brasil redujo los escurrimientos hacia el Rio Paraná
provocando una reducción de caudal que limitará las exportaciones de maíz y
soya de Argentina, segundo exportador mundial, al ser la vía fundamental para el
transporte.
Sobre la tortilla, hace unos años la Universidad Tecnológica de Puebla estimó que
el precio del gas representaba el 32 por ciento del costo de producción de la tortilla
y el maíz el 33 por ciento. Solo gas y maíz son el 65 por ciento del costo de las
tortillas, el alimento básico más importante en la dieta de todos los mexicanos.
Actualmente, ambos insumos tienen tendencia a la alza.
No han sido prioridad nacional tampoco, el abasto de medicamentos, la atención
de los niños con cáncer, los reclamos y luchas de las mujeres, la inseguridad
pública que se percibe creciendo en el país, la atención al medio ambiente ni la
pobreza de la gente.
El Consejo Nacional de Evaluación (CONEVAL) que mide el nivel de pobreza en
México, estimó un incremento cercano a 9.8 millones de personas que no pueden
cubrir el gasto de los alimentos básicos como consecuencia del COVID-19 (El
País, 2021).
Con datos oficiales o provenientes de otras fuentes, es evidente que la pobreza en
nuestro país se ha incrementado en los últimos 3 años no obstante la cantidad de
recursos destinados a los programas sociales.
Y es que las ayudas sociales solo han servido para contener la pobreza, resolver
necesidades de muy corto plazo. Sin políticas de fomento productivo e impulso al
empleo, los programas sociales no tendrán ningún impacto positivo en la
economía. Y no hay presupuesto que alcance.
Las familias actualmente están descapitalizadas, los municipios están marginados
presupuestalmente. Según Korina Bárcena, en El Universal, la pandemia
COVID19 redujo las recaudaciones municipales en más del 60 por ciento dejando
en números rojos a más del 80 por ciento de los 2 mil 450 municipios del país.
Entre consultas constantes y sin sustento, reelecciones, sucesión presidencial
adelantada y la aberración de la revocación de mandato, nos encontramos ya en
permanente campaña, en donde la atención de los problemas nacionales reales
pasan a segundo término.
Tenemos hoy más que nunca, gobiernos alejados de las necesidades del pueblo,
que procuran con eficiencia atender buena parte de los deseos de la gente para
asegurarse apoyos electorales, sabedores de que sus acciones no contribuyen al
desarrollo de las comunidades.
Mismo comportamiento mantienen los partidos políticos en donde las causas
sociales, las necesidades reales, pasan a segundo término dando paso a
negociaciones políticas sin agendas preestablecidas que beneficien la sociedad,
algunas veces con acuerdos vergonzantes.
El mantenimiento a carreteras, los servicios básicos urbanos, el abasto de agua
potable y el tratamiento de las aguas residuales, el manejo de los residuos sólidos,
la seguridad pública, el fomento productivo y al empleo, internet para las
comunidades rurales, el mantenimiento a escuelas, la seguridad alimentaria, el
abasto de medicinas y el apoyo con médicos a los centros de salud, bien pueden
aguantar hasta la próxima campaña electoral y así hasta la eternidad, porque lo de
hoy es realizar consultas, sucesión presidencial y revocación de mandato.
¡México creo en ti!
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