Columna Nuevos
Horizontes
Nuevo
Modelo Educativo, Necesidades Sociales Olvidadas
Alberto
Jiménez Merino
La pobreza en México afecta
a cerca de 55 millones de personas que tienen al menos una de las seis
carencias existentes; y, la pobreza extrema, personas con 3 o más carencias,
alcanza a 11 millones de ciudadanos. Cerca de 22 millones están en pobreza
alimentaria, es decir, los que no pueden acceder a comprar la canasta básica,
según datos oficiales.
Entre los principales
problemas de México siguen vigentes la inseguridad pública y migración
crecientes, el deterioro ambiental caracterizado por la pérdida de suelos,
deforestación, menor disponibilidad de agua, incendios forestales,
contaminación de las principales cuencas con aguas residuales y residuos
sólidos, cambio climático, falta de infraestructura social, conectividad y, más
grave aún, la falta de planeación en los tres órdenes de gobierno. Todos estos
son problemas que vienen de hace muchos años, pero que alguien ofreció
resolverlos.
Como efectos de la pandemia
COVID se han registrado aumentos en la deserción escolar; niños y jóvenes que
abandonaron la escuela para ayudar a sus padres en la economía, incremento del
trabajo infantil y mayor violencia familiar.
Aunque ya no es lo mismo que
antes, todo sigue siendo igual y en muchos casos es peor porque hoy vivimos una
gran división entre los mexicanos promovida desde el gobierno y hay una gran
afición por descalificar a los demás, especialmente a quienes no piensan igual.
Se ha abandonado la
planeación nacional, estatal y municipal y los planes de desarrollo se han
convertido solo en ejercicios de aparente cumplimiento de la ley sin mayor
trascendencia. Una administración realiza algo y la siguiente la descalifica o
destruye sin importar los costos económicos y sociales. Cientos de obras
municipales, por ejemplo, nunca se verán concluidas porque no son proyectos del
presidente en turno. México y los estados
se inventan cada seis años y los municipios cada tres.
Recientemente nos hemos
enterado de la propuesta del Ejecutivo Federal sobre un Nuevo Modelo Educativo Nacional para revisar los contenidos, quitar las
palabras neoliberales, revisar los libros de texto gratuitos y eliminar los
grados escolares para dejarlos es fases.
El sistema educativo
nacional mexicano tiene cerca de 32 millones de niños y jóvenes en sus aulas,
menos los que han desertado por el COVID, todos con grandes anhelos, ilusiones
e incertidumbres. Muy pocos aún con una meta clara de lo que quieren lograr, pero
con una gran expectativa de los padres para verlos ser alguien en la vida.
Lamentablemente ser
universitario en México todavía sigue siendo solo una ilusión para millones de
jóvenes porque sus padres no tienen los recursos ni el estado tiene la
capacidad para atender a todos los solicitantes.
Datos del Instituto Nacional
de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), indican que de 2.9 millones de
estudiantes que concluyeron estudios de nivel medio superior en 2020, solo un
millón siguió estudios universitarios.
Solo tenemos una oportunidad
de preparar a nuestros niños y jóvenes para un futuro que nadie puede predecir,
dice Stephen Covey en su libro El Líder Interior. Y no hay mejor regalo
que dar a la república que la educación de nuestros jóvenes, sentenció Marco
Tulio Cicerón hace varios siglos.
En un país megadiverso con 2
mil 400 municipios, 199 mil poblaciones, 36 regiones hidrológicas, 12 mil kilómetros
de litorales, todos los climas del mundo y 750 microregiones, resulta muy
complicado pensar en un modelo educativo general, cayendo en el mismo error que
las políticas públicas. Y no obstante
tanto esfuerzo y recurso destinado a la educación por parte del estado
mexicano, todavía nos encontramos
hablando de los mismos problemas que ya teníamos hace 50 años, hoy agravados.
En gran parte, esta
situación tiene que ver con que muchos de esos problemas y esas necesidades
sociales nunca se han integrado a los contenidos educativos, ni siquiera como
una referencia. La escuela no ha
atendido las necesidades de las familias más pobres y tampoco incluye formación
en oficios, educación vocacional, alimentaria, ambiental, financiera y cívica.
La teoría ha dominado sobre
la práctica debido a la falta de experiencia de los profesores y a la falta de
inversión en laboratorios, equipamiento y espacios adecuados. Predominan las
carreras que no requieren de laboratorios.
La política educativa nacional
se ha olvidado de los que abandonan la escuela, muchos de quienes al no tener
alternativas emigran, se subemplean, se incorporan a actividades ilícitas o se
conforman con una vida de grandes carencias.
Como mexicano y profesor
universitario, considero necesario revisar la educación sin contaminarla con
cargas ideológicas ni chuecas ni derechas. Necesitamos resolver los problemas,
revertir el deterioro ambiental, la pobreza y la desigualdad, y crear un mejor
futuro para los mexicanos. La escuela, el estado mexicano, tiene esta tarea
pendiente y podría reprobar.
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